Ensayo general sobre el tartán de Engenhao antes de los Juegos
Los Campeonatos Iberoamericanos de atletismo han supuesto el evento test de la nueva pista del Estadio Olímpico. EL ESPAÑOL habla con varios de los españoles participantes en la prueba.
29 mayo, 2016 03:29Noticias relacionadas
Los eventos test de las instalaciones olímpicas van pasando de uno en uno por la lupa del COI, como un ensayo general con público. Río de Janeiro está en evaluación permanente. No se descarta que los propios Juegos Olímpicos sean un ensayo para otros Juegos Olímpicos que vengan después, en un Brasil más relajado, más convencido.
El más esperado de los eventos test que aún quedaba pendiente era el de la pista de atletismo del Estadio Olímpico João Havelange –Engenhão–, y los conejillos de indias fueron las delegaciones de los Campeonatos Iberoamericanos de Atletismo, entre el 14 y el 16 de mayo, con importante presencia española –21 atletas, 12 hombres y 9 mujeres–. El tartán, firmado por la experimentada multinacional Mondo, parece una baza segura.
Ángel David Rodríguez (Madrid, 1980), capitán del equipo nacional y nuestro mayor velocista, analiza para EL ESPAÑOL esta prueba en la flamante pista definitiva. No obstante, antes de pisar el ansiado tartán, le llamó la atención el propio estadio: “No hará historia como estadio bonito. Es moderno visualmente, pero sólo por la estructura. Digamos que es práctico. Estaban todavía montando la grada supletoria. El estadio no transmite, es un estadio más, de esos en los que dentro de dos años acaban eliminando la pista de atletismo y se queda sólo como estadio de fútbol”.
Ya sobre la nueva pista, azul y sin memoria, los atletas se lanzan con confianza. Lo que les habían contado era verdad. “La pista es buena, agarra bien en mojado”, indica Ángel David. “El agua no se queda encharcada, se queda a gotas. En seco la primera sensación es rara, más blanda que el resto de pistas de Mondo, pero mejor que la de Zúrich en el Campeonato Europeo. No duele al correr”.
Sucede que en el atletismo hay unas cuantas variables que tienen que apoyar la causa para que salga todo bien, y casi siempre la respuesta está en el viento. No se sabe si por un buen proyecto de ingeniería o por pura casualidad: “Este estadio tiene el viento muy bien orientado; en Londres, por ejemplo, siempre soplaba en contra”, analiza el velocista. Le va la vida en ello.
La pista de atletismo debe de ser el único lugar de Río donde el viento sopla a favor. La vida va pasando entre retoques, polémicas, eventos test y, de un tiempo a esta parte, manifestaciones solemnes. Los más pesimistas auguraban la hecatombe internacional en las instalaciones, atrasadas y con algún recorte presupuestario.
Había quien aseguraba con parsimonia que en Brasil, al final, todo está preparado, aunque sea a última hora. Y había quien se imaginaba la Ciudad Maravillosa como un laboratorio donde se experimenta y experimenta sin llegar a la fórmula final, o un estudio de televisión improvisado donde, uno, dos, probando, probando, se persigue una emisión decente.
En el caso de la pista de atletismo, sin duda, la prueba está superada. Otro de los españoles que ha competido en estos Campeonatos Iberoamericanos –medalla de bronce en 1.500m con un buenísimo 3:39.60, muy cerca de la mínima olímpica de 3:36:00– fue Víctor Corrales. La pista es “muy rápida, está perfecta”, reconoce.
A la hora de traducir sensaciones en unidad de tiempo, ya sean segundos, décimas o incluso centésimas, esa etiqueta que se le coloca a esta pista, o a pistas similares, los atletas no precisan. Es difícil plasmar un valor. Quizá no sea medible el hecho de que una pista sea rápida. “Son sensaciones”, explica Corrales, también madrileño. “Cuanto más dura, más reactiva a la pisada”.
Desde la organización, la pista es motivo de tranquilidad y felicidad controlada: “Fue plenamente aprobada por los atletas y las comisiones técnicas”. La definen, además, muy en la línea del fabricante, como “una pista veloz y revolucionaria”. La instalación les ha provocado los más fuertes dolores de cabeza que podrían imaginar, pero han conseguido evitar la foto finish.
Al margen de la prueba del tartán olímpico, los resultados del equipo español fueron esperanzadores para la época en la que estamos –junio y julio suele significar el mejor momento de forma para los atletas–. Siete medallas de plata y tres de bronce, destacando la impresionante marca en 200m de Bruno Hortelano, 20:48, que ya tiene plaza asegurada para los Juegos.
Daniel Mateo en 5.000, Raquel Álvarez en salto de altura, Jean Marie Okutu en salto de longitud, Pedro José Cuesta en disco, el relevo femenino de 4x400 –Geraxane Ussia, Indira Terrero, Bárbara Camblor y Laura Bueno–, María Pérez en 10km marcha, Mark Ujakpor en 400m vallas y Miguel Ángel Sancho también en salto de altura fueron el resto de los medallistas españoles de estos Campeonatos Iberoamericanos de Río de Janeiro.
El gran deseo de todos los amantes del atletismo nacional es que de esta nómina vayan cayendo más mínimas para representar a España en los Juegos. Y hay esperanzas también, desde luego, en que Samuel García –400m– y Juliet Itoya –salto de longitud– lleguen a calzarse las zapatillas en esta pista último modelo, pero en agosto, con el pebetero en llamas.
Puede que la última frase de Ángel David Rodríguez resuma el evento test, la actuación española, el tartán, el estadio y los Juegos: “No es la pista más rápida del mundo, pero está muy bien”. El mismísimo Cristo Redentor firmaría debajo de su frase como crónica de la competición. Nuestro atletismo lucha, pero tiene dudas; y Brasil, desde que le adjudicaron los Juegos, ha dado más vueltas que la prueba de 10.000. Todo el mundo llega exhausto.