Desde que el pasado viernes la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés) anunciara que los atletas rusos no podrán competir en los Juegos de Río 2016, la maquinaria legal y mediática de los posibles afectados por la medida está echando humo. El Comité Olímpico Internacional se reúne este martes en Lausanne para debatir sobre la medida, “y la responsabilidad colectiva o individual” en casos de dopaje institucionalizado, pero pocos esperan que el resultado sea levantar el veto.
Mientras algunos atletas rusos que no han tenido en toda su vida problemas con el deporte siguen intentando movilizarse para que les permitan competir en los Juegos, muchos son los que ya preparan batallas legales, convencidos de que el COI, esta vez, también dirá que no. Y eso pese al enorme peso que tiene el actual presidente ruso, Vladimir Putin, en la institución olímpica.
Esta vez, parece que ni las presiones rusas, ni siquiera de algunas grandes marcas que verán como algunas de sus grandes estrellas no podrán competir en los Juegos, o las televisiones, que tienen ya comprados los derechos de la retransmisión de los Juegos hace años, podrán convencer al COI de que levante la mano.
Apenas 24 horas después del anuncio de la IAAF, el COI ya manifestó su conformidad con la decisión tomada por Sebastian Coe, señalando que el COI “respaldaba totalmente la decisión de la IAAF en su decidida lucha contra el dopaje”, al tiempo que aseguraba que “la elegibilidad de los atletas para participar en los Juegos es responsabilidad de sus respectivas federaciones nacionales”. Pese a que algunos esgrimían la posibilidad de que el COI levantara la mano con algunos atletas “limpios” y les dejara competir bajo bandera olímpica, la posibilidad se esfuma según pasan las horas.
Entre otras cosas, porque el veto es sólo a los 4.000 atletas de la Federación Rusa de Atletismo –de los que sólo un centenar, aproximadamente, tienen mínimas olímpicas-. El resto de deportistas del país sí podrán desfilar y competir en Río, lo que haría inviable que un ruso compitiera bajo bandera olímpica, algo reservado para los casos en los que, por diversos motivos, el Comité Olímpico Nacional entero tiene prohibida su participación en los Juegos.
Isinbayeva: "Es una violación de los derechos humanos"
Probablemente la atleta más afectada por la prohibición sea la pertiguista Yelena Isinbayeva, dos veces campeona olímpica, 28 veces plusmarquista mundial y que pensaba retirarse tras los Juegos de Río. “No pienso quedarme callada, recurriré a un tribunal de derechos humanos si hace falta. Nos han hecho responsables de algo que no hicimos y eso es una violación de los derechos humanos”, clamaba la atleta en una carta abierta publicada en el diario The New York Times.
Pese a que la demanda parece que ya está redactada a la espera de la decisión del COI del martes, sus opciones son escasas, entre otros motivos porque, pese a que jamás ha dado positivo, no tiene acreditada ninguna marca desde 2013, requisito fundamental para competir en los Juegos.
Otros atletas rusos ultiman recursos en el Tribunal de Arbitraje Deportivo, probablemente el último recurso, y también el que probablemente permita que, en algunos casos –“de deportistas de probado historial limpio y que residan y entrenen fuera del ámbito de actuación de la red de dopaje institucional de la Federación rusa”, señala la IAAF- pueda haber algún representante ruso en la pista del estadio de Maracaná.
PUTIN: "ES UNA DECISIÓN INJUSTA"
Pero la decisión, en cualquier caso, ha levantado ampollas. El primero en reaccionar fue el propio presidente Putin, que en rueda de prensa señaló que la decisión de la IAAF es “profundamente injusta”. “Hay algunos principios legales universalmente reconocidos, y uno de ellos es que la responsabilidad siempre debe estar personificada. Si un miembro de tu familia comete un crimen, ¿pueden condenar a todos los miembros de esa familia? Así no es cómo se hacen las cosas”, clamaba Putin.
La Comisión de Atletas del Comité Olímpico Ruso, que tiene a históricos nombres del deporte medallistas olímpicos como Alexander Popov, Tatyana Lebedeva, Ekaterina Bobrova o Eugenia Kanayeva, entre otros, ha enviado una carta al presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, “en nombre de todos los atletas rusos limpios, que siempre han competido respetando los principios de la Carta Olímpica y sin utilizar drogas ilegales u otros métodos fraudulentos”.
“Con gran trabajo, esfuerzo, entrenamiento y dedicación, la mayoría de los atletas rusos trabajan día a día, año a año para conseguir su meta más preciada: participar en los Juegos Olímpicos. Respetamos profundamente el juego limpio y el fair play. Pero sería injusto que atletas limpios rusos, que nunca han tenido ningún problema de dopaje, no puedan competir en los Juegos mientras que algunos atletas de otros países que tienen un historial probado de dopaje sí lo hagan”, explican en una carta, que termina suplicando “que los derechos de un atleta que nunca ha violado ninguna norma no se pisoteen, porque el derecho a participar en unos Juegos Olímpicos debe ser inviolable”.
Una medida que, en cualquier caso, no afecta a los atletas rusos que competirán en los Juegos Paralímpicos de Río, para los que el Comité Paralímpico Internacional ha asegurado que, aunque están en estudio, nada hace pensar que siguieran el mismo modelo de dopaje institucional que se ha probado en el atletismo ruso. O en otros deportes.
O al menos, no hasta mediados del mes de julio, en que se hará público el informe sobre el laboratorio antidopaje de los Juegos de Sochi, en Rusia, y que según algunos expertos podría destapar todo un entramado de pruebas destruidas, deportistas dopados que no pasaban pruebas y dopaje en todos los deportes en Rusia. Tanto, que son ya muchas las voces que claman por una suspensión total del Comité Olímpico Ruso. ¿A aplicarse cuándo? Quizá, en los Juegos de Peongchang 2018, la próxima cita de los deportes de invierno. El escándalo parece no haber hecho más que empezar.