Isidoro Hornillos: “Odriozola no ha sabido gestionar con rapidez los asuntos de dopaje”
El candidato a presidir la Real Federación Española de Atletismo (RFEA) habla con EL ESPAÑOL antes de los Juegos Olímpicos.
30 julio, 2016 00:09Noticias relacionadas
- Gimnasia: Arena Olímpica de Río
- Natación: Estadio Acuático, Centro Maria Lenk y Centro Acuático de Deodoro
- Ciclismo: Velódromo Olímpico y otras cuatro sedes
- Otras instalaciones olímpicas
- Baloncesto y balonmano: Arena Carioca 1, Arena de la Juventud y Arena del Futuro
- Instalaciones olímpicas: Arena Carioca
- Instalaciones olímpicas: Riocentro
- Fútbol: Maracaná y otras seis sedes
- Instalaciones olímpicas: Maracanazinho y Arena de Voley-Playa
- Atletismo: Estadio Olímpico Engenhão, Sambódromo y Pontal
Isidoro Hornillos (Castronuño, Valladolid, 1957) no titubea. Habla, escucha y marca las palabras. Su discurso bebe de su memoria y se esculpe entre las paredes del Hotel Silken Puerta Madrid. Allí convocó a los medios para explicar su programa y allí expuso sus ideas. Lejos del tartán, pero con los pies en la tierra, cerca de la calle, rodeado de sus amigos y apoyos en esta carrera, como Abel Antón y Colomán Trabado, entre muchos otros. Pero estos pasos, primigenios cuando busca la presidencia de la Federación Española de Atletismo (las elecciones serán el próximo 26 de noviembre), pueden presumir de un largo recorrido. Al fin y al cabo, él ha sido atleta olímpico (Moscú 1980; 400 y 4x400). Y también es presidente de la Federación gallega. Y de la Unión de Federaciones Deportivas Gallegas. Y profesor de la Facultad de Ciencias del Deporte y la Educación Física. Y de lo que le dejen.
Isidoro queda con EL ESPAÑOL en una habitación contigua al Hotel Silken y el cronómetro empieza a marcar los tiempos. Sin prisa, pero sin pausa. Isidoro Hornillos, a sus 59 años, recorre su propio camino. Desde aquel traslado con su familia desde Castronuño a Sada (Galicia) con siete años, pasando por su llegada a Madrid para ingresar en la residencia Joaquín Blume. Apenas dos de las muchas cosas que ha hecho a lo largo de su vida, como ser campeón de España, ser internacional en 25 ocasiones y olímpico en Moscú 1980. “Todo ha cambiado. En aquella época teníamos poca oferta social y el atletismo nos daba la posibilidad de salir fuera y hacer un viaje, y eso por sí solo era una motivación. Era diferente”.
-¿Y mejor?
-Bueno, entonces había menos deportes y quizás eso nos permitía tener a más referentes en el atletismo y conocer, por ejemplo, a Mariano Haro. Ahora la oferta ha aumentado y por lo tanto tenemos que hacer pedagogía. Pero más allá de eso, en lo deportivo, en estos momentos, los atletas tienen mejores ayudas, más centros de alto rendimiento y un personal técnico más afianzado.
-Aun así, ¿ha bajado un escalón el atletismo?
-Está claro que tenemos menos protagonismo, aunque también puede ser que en alguna época estuvo un poco inflado. Pero es una certeza que hemos perdido peso internacional y el dopaje nos ha dejado una imagen negativa, y por eso nosotros queremos ser firmes con eso y proteger la imagen de la propia selección nacional. Hay que hacer esfuerzos con los atletas y generar confianza.
-Y acabar con eso de: “Es que todos se dopan...”
-Sí, porque además no es cierto. La mayoría no se dopan. Pero es verdad que los casos de dopaje nos hacen mucho daño. Por eso hay que ser firmes con esa lacra, lo que no quiere decir que luego no haya casos. Al final, cada uno es libre de hacer lo que quiera o de meterse sangre o lo que sea.
A sus 59 años, Isidoro Hornillos no aparenta su edad. El deporte, la buena comida o, quién sabe si una dieta adecuada, lo distancian en el físico de la generación de su quinta. Está hecho un figurín. Y, además, en un gran momento de su vida. El mejor, posiblemente. Y así lo piensa él. Al menos, en lo que se refiere a presentarse como candidato a la Federación de Atletismo, en competencia con Raúl Chapado y Manel González. Hace cuatro años, algunos compañeros ya le animaron a hacerlo, pero entonces no quiso. “Motivos familiares”, alude. Ahora, con más apoyos, cree que es el tiempo de hacerlo. “Tengo la experiencia y los conocimientos apropiados, llevo 40 años ligado al atletismo y he pasado por todos los estamentos...”, reconoce.
-Y sólo le falta la Federación Española, donde Odriozola ha pasado 27 años…
-La verdad, si él ha estado tanto tiempo es porque se le ha votado. A mí, personalmente, me parece excesivo y yo le aconsejé por escrito que lo debería haber dejado hace cuatro años. Yo me comprometo, sin cambiar nada, a estar como máximo dos legislaturas en el caso de que sea elegido.
-¿Qué se ha hecho bien (y mal) durante estos 27 años?
Se supo aprovechar una época muy fértil para potenciar el atletismo. A raíz de los Juegos de Barcelona, se decidió crear el plan ADO y de ahí surgió una ola favorable. Pero después no se ha sabido gestionar la Federación a nivel económico durante la crisis y tampoco se ha reaccionado con rapidez ante los asuntos de dopaje. Esas dos cosas nos preocupan. Y, por otra parte, y a mi juicio, se ha debilitado la clase media, bajando el presupuesto de las federaciones autonómicas al 80%, utilizándolas a ellas y a los clubes como un cajón de sastre para sanear parte de la deuda de la Federación española.
-¿Qué herencia le deja Odriozola, entonces, en el caso de que sea nombrado como presidente?
-Bueno, deja una herencia en la que la imagen del atletismo español está muy dañada por los casos de dopaje y una herencia donde existe debilidad en las propias federaciones autonómicas tanto a nivel económico como también en lo referente a la toma de decisiones. Y, por otra parte, deja un equipo con mucha experiencia.
Para cambiarlo, Isidoro Hornillos no necesita titubear para encontrar medidas. Acelera su verbo y edifica su argumento sin pausa. “Hay que modificar el modelo de gestión, fortalecer las federaciones autonómicas, sumar esfuerzos para patrocinar una liga de clubes, aprovechar las carreras populares...”. Y suma y sigue. Todo ello, aunque dependiente del dinero, llamado a modificar la imagen del atletismo, incluso, fomentando la creación de un programa de televisión, como impulsó en su momento en la televisión gallega. Pero entre tanta novedad, toca hablar de lo urgente…
-¿Cuál es su plan para regular las nacionalizaciones?
-Nosotros no haremos ningún esfuerzo para alimentar que vengan personas de fuera de España y alimentar de esta forma la brillantez del equipo nacional. Pero si alguien llega aquí de manera natural, desde ese momento tendrá los mismos derechos y obligaciones que el resto del colectivo.
-¿Y en cuanto al dopaje, cómo pretende luchar contra él?
-En este caso, las federaciones somos entidades privadas, pero con funciones públicas delegadas. Es decir, el Estado nos transfiere determinadas competencias, como emitir licencias u organizar campeonatos de España. Y, entre todas estas cosas, la de la imagen del equipo nacional. Por tanto, si un atleta ha sido sancionado con una falta grave, nosotros no vamos a duplicarle la condena, pero esas personas no van a poder ir con el equipo nacional. Y luego, hay que hacer pedagogía. Necesitamos poner en valor a los exatletas para que den charlas.
-Una de las exatletas que no podrá hablar para los más jóvenes será Marta Domínguez. ¿Qué sintió cuando supo que estaba sancionada?
-Fue una decepción. Después de que se pasó por todos los filtros científicos de médicos y se había determinado que hubo anormalidades en el pasaporte biológico, me hubiera gustado que un país miembro, como es España, hubiera tenido una respuesta ante la petición de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y la Federación Internacional de Atletismo (IAAF). No lo hicimos y luego no se fue capaz de reaccionar ante un caso de forma inmediata para lavar la imagen de España.
Esa mala imagen, la de Marta Domínguez, contrasta con otra de las que llenan la vida de Isidoro Hornillos, la de Fermín Cacho cruzando el primero la meta en los Juegos Olímpicos de Barcelona. “Pero, sobre todo, lo que me quedó fue que, tras ganar, le dedicó el título a Tito González Margaride, que en Budapest había tenido un problema y no pudo conseguir la mínima, eso dice mucho de él como persona”.
Recuerdos de otro tiempo que se entremezclan con los actuales y lo harán con los futuros, quién sabe si como presidente de la Federación Española de Atletismo. Isidoro Hornillos, en definitiva, es un hombre normal que hace lo que cualquiera: toma café con leche y bebe Coca-Cola de la de toda la vida. Sin tener ningún vicio inconfesable, pero con las debilidades que tiene cualquier seguidor blanquiazul. Es del Deportivo y no lo niega, como lo acredita la medalla de oro y brillantes con que lo premió el club. Pero, más allá de su pasión deportiva, su carrera, todavía inacabada, se sigue alimentando con pulpo á feira, Albariño y tardes de lectura de la ‘Odisea’. Y siempre con una receta que sirve para todo: “Las cosas se consiguen con compromisos y esfuerzos; nunca con atajos. En la vida no hay milagros”.