En las gradas del Centro Acuático de Londres, un hombre orondo, con una camisa azul royal remangada, se vuelve loco. Levanta los brazos al aire y cierra los puños al mismo tiempo que los sacude con rabia. Unos metros más abajo, en el agua de la piscina, sobre la corchera que divide las calles cuatro y cinco, un joven de veinte años celebra con furia la victoria mientras dirige su mirada a la tribuna, donde su padre no deja de gritar de alegría.
Contra todo pronóstico y desafiando la supremacía del imbatible Michael Phelps, Chad Le Clos, un desconocido hasta entonces, ganó el oro olímpico en los 200 metros mariposa de los Juegos de Londres. Una carrera que pervivirá en los anales de la historia de la natación y con una remontada épica por parte del sudafricano, todavía increíble a día de hoy: tras el último viraje, a falta de un único largo, Phelps le aventajaba en más de medio cuerpo. Pero en la brazada definitiva, Le Clos adelantó al desfondado norteamericano por un suspiro: cinco centésimas de segundo. Nadie era capaz de creerse lo que había pasado.
"Unbelievable" fue la palabra más repetida en la ciudad británica aquel día, especialmente por Bert Le Clos, cuya entrevista en la cadena británica BBC después de la gesta de su hijo le lanzó al estrellato: se convirtió en una de las figuras más icónicas de aquellos Juegos sin tomar parte en la competición deportiva.
Cuatro años más tarde, los dos nadadores se vuelven a citar en unos Juegos Olímpicos. Phelps vuelve tras un período de retirada en el que cayó en los vicios del alcohol, fue detenido un par de veces, se desintoxicó e incluso ha tenido un hijo. Ahora quiere recuperar ese oro que le arrebataron por centésimas en su prueba fetiche. Para Le Clos, el desafío de revalidar ese título es doblemente difícil: además de enfrentarse al deportista más laureado en unos Juegos -22 medallas ha ganado el de Baltimore, 18 de oro-, sus padres se encuentran inmersos en una dura batalla contra el cáncer. Una circunstancia de máxima dificultad para Chad.
La madre, cáncer de pecho; el padre, de próstata
A la par que las cámaras grababan el pasado mayo un documental sobre la vida del nadador sudafricano, que se estrenó la semana pasada con el título de 'Unbelievable', a su madre, Geraldine, le detectaron un cáncer de pecho que pensaba que ya había superado unos años atrás. Y vuelta a la quimioterapia. El padre, Bert, tras pelear durante meses contra un cáncer de próstata, se ha sometido a una operación en junio. Ambos confían en estar en Río apoyando a su hijo.
"Están siendo los momentos más duros de mi vida. Siento que todo ha venido de golpe: la salud de mi familia y la presión de la medalla de oro, pero creo que no he entrenado nunca tan bien como ahora", confiesa el deportista en un extracto de la película. Los tres cuartos de hora que dura el film están cargados de emotividad, con escenas realmente duras, como la visita que Geraldine recibe en el hospital por parte de Chad y Bert.
Toda esta situación es una encrucijada emocional para Le Clos: las dos personas más influyentes de su vida están luchando contra una enfermedad tan peligrosa como el cáncer. Lo que se puede convertir en una fuerza motivadora a nivel competitivo, también conlleva grandes posibilidades de revelarse en algo destructivo y dañino sobre su fortaleza mental.
"Está siendo difícil, evidentemente. Pero cuando me tiro a la piscina siento como si me desencadenase de la pena y el estrés. Nadar me distrae de todo lo demás", reconoce LeClos.
"La peor piscina del mundo"
Chad Le Clos nació en Durban (Sudáfrica) en 1992. Empezó como cualquier otro niño, dándole patadas a un balón -es un ferviente seguidor del Manchester United-, pero pronto descubrieron su talento para la piscina. A los 8 años comenzó a entrenar con Graham Hill y esa relación se ha perpetuado con enormes éxitos hasta la actualidad.
Durante el documental, el padre cuenta que Chad se levantaba a las 5 de la mañana para ir a nadar antes de acudir al colegio. Se lanzaba a la misma piscina en la que entrena a día de hoy, la que califican como "la peor del mundo": descubierta, insectos flotando en el agua verdosa que no cubre más de la cadera, el fondo carcomido...
Esta deficiencia de infraestructuras también le ha ayudado a ser más fuerte mentalmente. "Si muchos de los estadounidenses o los australianos u otros nadadores tuvieran que entrenar en las condiciones que lo hago yo, no llegarían a los Juegos Olímpicos", presume.
Le Clos, que entrena más de 27 horas a la semana, se erige como el ejemplo a seguir para los nadadores negros sudafricanos que sueñan con alcanzar unos Juegos. En un país divido durante años por el apartheid y donde el fútbol, el rugby y el cricket son los deportes más practicados, el campeón olímpico quiere "llevar la natación a un nivel superior, inspirar a una generación de jóvenes para que sigan mis pasos. Ese es objetivo".
Antes de la cita olímpica de Londres, donde su nombre se puso en boca de todo el mundo, Le Clos ya destacaba a nivel internacional -cinco medallas en los Juegos Olímpicos de la Juventud, por ejemplo. Después de eso ha conseguido tres oros mundiales -dos en Barcelona 2013 y uno en Kazán 2015- además de ser nombrado mejor nadador del año por la FINA en 2014.
Phelps, el ídolo de Le Clos
En ese Mundial de 2015, Le Clos fue derrotado por el húngaro László Cseh en el 200 mariposa. Un resultado decepcionante para sus aspiraciones, que le ha empujado a preparar con más fuerza las carreras de Río.
Allí se enfrentará de nuevo a Phelps, al que siempre ha calificado como su ídolo, de quien confiesa que tenía pósters en la pared de su habitación. "Gran parte de mi motivación viene de ver nadar a Michael. Quiero ser como él, quiero ganarle".
Pero al estadounidense aún le duele la derrota de su último cara a cara y quiere su revancha. "He pensado mucho sobre esa carrera. La he visto por primera vez no hace mucho tiempo. Era muy reacio a repasar la carrera porque no quiero sacar a relucir esos recuerdos. Creo que ahora estoy más preparado", confesó durante los trials en Omaha.
El jueves 9 de agosto está estipulada la reedición de aquella legendaria carrera de Londres. Y con sus padres en el Estadio Acuático, Le Clos espera volver a subirse a la corchera, mirar hacia la grada y cerrar el puño en busca de Bert y Geraldine. "Si nadas por algo más grande que tú, puedes conseguir grandes cosas. Al final del día, gane o pierda, haré sentir a mis padres orgullosos".