Los Juegos Olímpicos de Río encandenan todos los problemas imaginables pero a belleza natural no les gana nadie. A las competiciones que se van a empezar a disputar en la playa de Copacabana, la organización también sumó las de la Lagoa Rodrigo de Freitas: el remo y el piragüismo.
Allí, bajo el Cristo Redentor, en uno de los lugares de relax de los cariocas, los aficionados podrán disputar de la pelea de las embarcaciones, incluyendo las españolas, presentes en ambas especialidades.
Y hay una manera inolvidable de llegar a la Lagoa. Es desde Ipanema, por la calle Vinicius de Moraes, pasando por el bar Garota de Ipanema. La calle en cuestión antes se llamaba Montenegro, y el bar, Veloso, pero la bossa nova lo cambió todo. El local era frecuentado por Tom Jobim y Vinicius, grandes entre los grandes, y desde allí, sentados en una de sus mesas, veían subir y bajar la calle a una joven que les enamoró. No era Gisele Bündchen, no, que apareció en la Gala de Apertura al ritmo de la canción. Era Helô Pinheiro: la musa de todas las musas.
Pero está tranquilidad que emana la música y las tardes de paseo en bici alrededor de la laguna ha llegado a su fin. Ahora, en sus orillas, se levanta un graderío para asistir unas competiciones apasionantes. Primero arrancán las de remo, hoy mismo, 6 de agosto, y a continuación llegará el Piragüismo (a partir del día 15). La delegación española de Remo, que está a punto de colocarse en el centro de este mágico escenario, está compuesta por dos hombres, Álex Sigurbjörnsson y Pau Vela (participarán en la categoría 2-M), y dos mujeres, Anna Boada y Aina Cid (en 2-F).
Más allá de la pasión del deporte, la nueva vida de la Lagoa guardaba también algunas sorpresas más que los vecinos no esperaban. Durante los días de las Olimpiadas, en un rinconcito de la laguna han montado su glamuroso campamento los suizos, con una casa temática que teletraslada a los Alpes a los aficionados, como si de un lago montañoso se tratara, con pista de patinaje sobre hielo incluida. En esa misma superficie, tras los Juegos, como contraprestación quedará un campo de béisbol.
También, como contrapartida al uso privado de espacios públicos de la ciudad durante los Juegos Olímpicos, se han remodelado las instalaciones de la emblemática Colonia de Pescadores de la Lagoa, cuya sede data de 1923. El bullicio por allí es lógico porque la remodelación era algo que los pescadores esperaban desde hacía décadas.
“Este es un ejemplo más de que Río trata los Juegos como una oportunidad de transformación para la ciudad y de que los legados son variados y benefician a muchas personas. Muestra que es posible ser creativo y usar diferentes modelos de colaboración con la iniciativa privada para invertir en mejorías para los cariocas, sin utilizar los cofres públicos más de lo que deseable”, explicaba Joaquim Monteiro, presidente de la Empresa Olímpica Municipal.
Por su parte, el presidente de la Colonia de Pescadores no podía estar más feliz: “Antes de esta reforma, nuestros muelles eran de madera y estaban en descomposición. Las casetas no se reparaban desde hacía más de veinte años. Ahora tenemos instalaciones revitalizadas, saneamiento básico y estructura para recibir al pescador para su descanso y para que pueda trabajar cómodamente”.
Ajetreo nunca visto en la Lagoa. Se acabó la tranquilidad. Se ha llenado todo de medallas que van a comenzar a repartirse entre el Cristo Redentor y la Garota de Ipanema.