Anda circulando una imagen por las redes. Retrata una jugada de voley playa en la que intervienen una jugadora egipcia y otra alemana. Están en la red, una intentando bloquear el ataque de la otra. Un bloqueo en línea para una finta. Lo que no se ve es a la compañera de la alemana defendiendo en la diagonal, ni a la otra parte de la dupla egipcia apoyando a su compañera mientras intenta pasar ese pincho por encima del bloqueo y salvar la jugada. Las protagonistas de la foto son la pareja alemana formada por Laura Ludwig y Kira Walkenhorst, y la pareja egipcia Doaa Elghobashy y Nada Meawad.
En todas las publicaciones que he visto en Twitter criticando la diferencia entre una y otra jugadora nadie ha hecho referencia a la jugada. Nadie tiene ni idea de voley playa pero se permiten el lujo de criticar la indumentaria de las dos jugadoras. Una, en bikini; la otra, con mallas largas y camiseta térmica. Eso es lo que se critica. Pero no a la del bikini, por eso que a algunos les aterra: enseñar demasiado. Lo que enerva al público que no ha visto un partido de voley playa en su vida es ver a alguien tapada hasta la cabeza competir en un deporte olímpico que se juega en la arena y no enseñar el trasero para su deleite.
Hubo quien dijo que “les quitaría el burka ese y las ponía a 20 uñas mirando pa Sao Paulo”. Otros, los menos, defendían que “o sea, chicas haciendo deporte de élite en tanga está bien, pero con más ropa es indecente”. Algunos también querían recalcar lo incómodo que es estar vestida así. Nadie sabía cómo finalizó el encuentro. Criticar por criticar. Lo absurdo de la red del pajarito.
Para quien no lo sepa, el voley playa es un deporte muy duro, a veces extremo, donde el corazón se te sale por la boca y las piernas te fallan en cada salto. En cada jugada el cuerpo sufre, entero, sin que quede un resquicio donde el dolor no llegue. Rodillas, cuádriceps, hombro, cuello. Todos los músculos se mueven juntos para ejecutar cada jugada de manera perfecta. Y la arena no es ajena a los movimientos, trepa por el top, se cuela entre la carne y la tela de la braga para hacerlo más incómodo aún.
La ventaja (o desventaja, para los más críticos) de ir cubierta es que la arena no será un estorbo. No tanto como si fueras en bikini. Sí lo será el calor, que a menos que el tiempo en la playa brasileña fuera llevadero, la jugadora egipcia tuvo que sufrir de más. No lo digo por decir, lo digo porque lo sufro en cada torneo que juego, en cada jugada en la que me dejo la piel por pasar la bola al otro campo. Y lo hago vestida como me da la gana, igual que pienso que esa mujer juega así, primero porque lo permiten las normas y segundo porque ella lo ha decidido de esta manera.
Me apuesto una mano a que muchos de los que critican esta foto no han visto un partido de voley playa en su vida, ni saben cómo se llaman las mujeres que forman el equipo español, ni siquiera los hombres. ¿Sabéis que esa alemana también juega tapada hasta el cuello? ¿Y sabéis que también lo hace porque quiere? Todavía no he visto ni una crítica a la jugadora de esgrima estadounidense por también ir tapada con el hijab. ¿Por qué esto no os hace chillar? Nunca se ha puesto en duda a las atletas que visten top y bragas para correr la maratón. ¿Por qué no lo tuiteáis sin parar?
Ellas son Lili y Elsa, la mejor pareja femenina que ha dado España. Y, sorpresa, juegan en mallas largas.
Imaginaos andando por la arena de la playa, torpes, con vuestras sombrillas. ¿Habéis corrido alguna vez de esta guisa? ¿Habéis, incluso, intentado saltar? ¿Y caer en plancha a recoger algo antes de que toque la arena? Probadlo, así sabréis lo difícil que es este juego. Así podréis criticar con fundamento. Ojalá hablarais del voley playa por lo extraordinario de este deporte y no por cómo van vestidas las mujeres que lo juegan.
Por cierto, perdieron las egipcias 2-0. Y no porque fueran tapadas, sino porque las alemanas son las primeras del ránking mundial FIVB que podéis consultar aquí. Para las egipcias es la primera vez que se clasifican para un campeonato de estas características.