A Samuel Carmona se le ha escapado la medalla olímpica por la mínima en un choque de altísimo ritmo. Realizó un combate de mucho mérito pero los jueces decidieron premiar a Yuberjen Martínez por decisión dividida, con los tres asaltos muy igualados hasta el punto de que ninguno fue puntuado de forma unánime. No es injusto, ni mucho menos, el triunfo de Martínez, pero nos quedamos con la impresión de que era un boxeador al que se le podría haber vencido.
El grancanario, como siempre, puso entusiasmo y arrojo. Quizá en exceso, porque con menos ímpetu y algo más de serenidad es un combate que se podría haber llevado. 'El Patriarca' se metió a buscar demasiado el cruce de golpes, una suerte de ruleta rusa, cuando en los primeros compases daba la impresión que boxeando por fuera y con movilidad podría desconcertar al rocoso colombiano. Fue una táctica de riesgo que a la postre le costó el combate. Le faltó un poco de pausa y saber manejar los tiempos.
El boxeo es un deporte especial y cualquier combate siempre encierra una historia. La que Yuberjen Martínez traía de Antioquia es la de un chaval de 24 años, hijo de pastores cristianos, que fue mecánico de bicicletas y recolector de plátanos hasta que encontró en el boxeo una vía de escape que le ha permitido viajar, representar a su país y, sobre todo, tener un sueño. El mismo que se le ha esfumado a Carmona. No cedió terreno, quizá porque precisamente el español fue a buscarlo donde el cafetero se encontraba más a gusto.
Además de un duende especial, el de la Isleta tiene importantes virtudes boxísiticas. Es rápido de piernas y manos, intuitivo y con un gran sentido de la distancia y de la anticipación, lo que algunos llaman 'timing'. Y sobre todo, una versatilidad que le permite boxear desde fuera, entrando y saliendo, variando el sentido del giro y hasta cambiando de guardia, o por el contrario quedarse a intercambiar cuero en la media y en la corta distancia como hizo en la última fase de su combate con el irlandés Barnes. Pero dio la impresión de que hoy no funcionó.
Refriega arriesgada
Empezó bien Carmona el primer asalto. Se le veía más rápido, con continuos desplazamientos, entrando y saliendo. El español es una centella de ojos vivos, un boxeador intuitivo. Tiene una personalidad que le hace competir sin complejos y sin que aparentemente le afecten la presión y la responsabilidad. Tal vez la celeridad de su ascenso a la élite y el hecho de acudir a Río sin nada que perder le han liberado de lo que para otros competidores se acaba convirtiendo en un lastre. Y en esos primeros compases, parecía que Martínez perseguía una sombra. Pero el ímpetu del canario es difícil de sujetar y en seguida se fue a buscar una refriega, espectacular para el espectador pero excesivamente arriesgada. Dos de los tres jueces le dieron el asalto a Martínez.
Poco cambió el guión en el segundo. Carmona se iba a las trincheras. Cuando se acuerda de los fundamentos, mueve la cabeza y bloquea con sus guantes, pero cuando le puede su inquietud arriesga en exceso y se desordena. Algo que mejorará con más horas de vuelo. No sabemos qué indicaciones le dio Rafa Lozano en la esquina, pero esa aceleración con la que sorprendió al irlandés Barnes hoy no estaba funcionando ante el colombiano. De nuevo asalto frenético, que los jueces volvieron a otorgar al antioqueño. Y así se entraba al tercero, con el combate prácticamente perdido. Por escaso margen, sí, por mínimos detalles, pero ya sí que no quedaba otra que ordenar zafarrancho. Carmona intentó meter una velocidad más a un combate que ya de por sí iba excesivamente acelerado. Martínez por el contrario, sabía que tenía media medalla en el bolsillo y supo enfriar el combate, bailar y no arriesgar más de la cuenta. 'El Patriarca', con valentía salió a tirarlo todo, pero ya era tarde. El sueño se había esfumado. Lo que siempre se dice del tren que se escapa, aunque Samuel es un recién llegado a la estación.
Este diploma, no deja de ser un logro para el boxeo español. Pero también, conviene destacarlo, para el club Formento, en el que se inició Samuel, y para el PeraBoxing de Yeray García, en la que 'El Patriarca' prosiguió su aprendizaje, y que hoy representan a todos esos clubes de boxeo que por toda España, escasos de medios pero sobrados de ilusión, trabajan a diario de forma anónima en la formación de deportistas y personas.
La derrota no debe desmoralizar al canario, todo lo contrario. Su entrenador, Rafa Lozano, tuvo también que conformarse con un diploma en su primera participación olímpica. Fue la semilla. Luego, ya sabemos, un bronce y una plata. Por edad y bagaje, este no era el ciclo olímpico de Carmona y aun así ha demostrado nivel para competir con los mejores. Si sigue dedicándose con la misma ilusión a este deporte para el que tiene un don especial, llegarán los grandes triunfos.