Existen numerosos rituales y supersticiones en el mundo del deporte. Desde santiguarse a pisar determinadas veces el terreno de juego con un mismo pie, pasando por las simples manías, como la limpieza compulsiva de cejas de la extenista Mary Pierce o el eterno pantalón que no termina de ajustarse al cuerpo de Rafa Nadal.
Sin embargo, pocos son tan extravagantes como el particular gesto de ánimo que le dedica el canadiense Santo Condorelli a su padre antes de cada zambullida en la piscina. El canadiense le enseña el dedo corazón a su padre, que siempre le devuelve el gesto desde la grada.
El problema es que normalmente el gesto se produce con adversarios y jueces cerca del nadador, que se ve obligado a disimular su simpático corte de mangas, que podría dar lugar a malos entendidos. Así, a veces lo camufla situando el dedo en su frente, como si se rascase.
El tic le viene de niño, cuando su padre le instó a realizarlo para mantener la concentración antes de las pruebas. Desde entonces, Condorelli y su padre se 'insultan' antes de cada carrera. E, incluso, alguna vez ha tenido que pedir disculpas al público, que ha malinterpretado el gesto.