Marcus Cooper Walz se define a sí mismo como habitualmente bueno en las salidas y en las llegadas, pero "dormido" en la parte media de las pruebas. Así fue su oro en la prueba de K1 1.000 metros de Río, exactamente así. Una definición tan exacta como inesperado fue su resultado. Nadie pensaba en verle con un metal colgando del cuello, menos el oro. Ni siquiera él mismo. Y sus razones tenía, aunque este español nacido en Oxford, residente en Mallorca y con entrenamientos en Centro de Alto Rendimiento de Madrid tendrá que aprender a convivir desde ya con la etiqueta (y también el peso y la responsabilidad) de ser el nuevo David Cal.
Nada tiene que ver el C1 donde el gallego consiguió cinco medallas olímpicas con el K1 en el que Cooper Walz ha conseguido el cuarto oro de España en estos Juegos Olímpicos. Menos aún la forma de conseguirlo, pues si David Cal siempre fue favorito, el 'mallorquín' llegó a Río de casualidad. Por pura y absoluta casualidad.
De padre inglés y madre alemana, fue en Portopreto donde todo comenzó. Allí fue donde se apuntó, con 12 años, a un cursillo de verano que le ha catapultado a la gloria. ¡Y en menos de 10 años! Un efecto mariposa que encontró su última causa-consecuencia en la retirada voluntaria de un palista húngaro para la prueba del K1 1.000 metros porque había conseguido plaza en el K2. La última casualidad para situarle en el canal de remo de Lagoa. Aunque ahí, en el mismo momento de la salida, Cooper Walz seguía sin pensar en las medallas.
"Sabía que podía hacer algo grande, mi objetivo siempre fue un oro olímpico, pero a partir de Tokio", declaró aún sin aliento nada verse en el marcador con un '1' junto a su nombre. De hecho, recordó que consiguió su billete a Río "por los pelos" en el preolímpico y que en la semifinal quedó "muy tocado" y "casi" no consigue meterse en la final. Un cúmulo de circunstancias que, sumadas a un buen puñado de años de sufrir entrenándose en Mallorca, en Madrid o -como en las tres últimas semanas de la preparación olímpica- en Laias (Orense), le han llevado al oro con sólo 21 años, lo que, además, le convierte en una de las grandes bazas del equipo español para Tokyo 2020 y para donde quiera que sean los Juegos Olímpicos de 2024.
Por delante del checo Josef Dostal, plata con 3:32.145, y del ruso Roman Anoshkin, bronce con 3:33.363, Cooper Walz, que pese a vivir en España desde los tres meses de edad sólo obtuvo la nacionalidad española hace un año para poder competir en Río, hizo las delicias de todo el país, pero especialmente del Naútico de Portopreto, que colocó una pantalla gigante para seguirle y se encontró con un oro. Y eso que su especialidad es el K1 500 metros...