"Una cosa es cierta: mi cliente y los otros nadadores estaban en otro país y les estaban gritando en portugués mientras les apuntaban con una pistola. Además, les pidieron dinero haciéndoles señales con las manos y eso parece un robo". Jeffrey M. Ostrow, abogado criminalista de Fort Lauderdale, consiguió que el exjugador de la NFL Jim Leyritz, acusado de saltarse un semáforo en rojo y provocar la muerte de una mujer cuando conducía bajo los efectos del alcohol (en realidad triplicaba la tasa permitida), saliese indemne del juicio y, con apenas una multa de 500 dólares, ya ha mostrado las líneas de la defensa de Ryan Lochte, aunque el nadador estadounidense está ahora mismo bastante más preocupado por la cuestión económica que la legal.
Seguramente los emolumentos del señor Ostrow, socio de KO Lawyers, no serán precisamente asequibles y se puede decir que Lochte no pasa por su mejor momento financiero. Tras el escándalo en Río de Janeiro, el segundo nadador más laureado de la historia olímpica, únicamente por detrás del omnipotente Michael Phelps en el medallero particular, ha perdido casi todos sus patrocinadores personales. Y la lista es larga y cuantiosa.
En 2006, Lochte firmó un jugoso contrato con Speedo. Un contrato de 10 años que la marca de ropa deportiva ya ha anunciado que no renovará. "Durante cerca de una década hemos mantenido una relación exitosa con Ryan y ha sido un miembro importante de la familia Speedo. Sin embargo, no podemos apoyar un comportamiento contrario a los valores de nuestra marca". Sin duda, un golpe duro para la economía del nadador, pero no el único.
Syneron-Candela, la propietaria de Gentle Hair Removal, una empresa dedicada a la depilación laser y de la que Lochte era imagen promocional, ha comunicado que en su empresa aspiran "a los estándares más altos y esperamos lo mismo de nuestros socios". Una forma elegante de indicarle al nadador que retirarán su patrocinio de la misma forma que también lo ha hecho Airweave, una empresa de colchones que tenía un acuerdo de colaboración con Lochte hasta los Juegos Olímpicos y que no renovará después de los mismos.
Sin embargo, quizás la situación más dolorosa para Lochte haya sido la decisión de la conocida marca de moda Ralph Lauren, que ha decidido seguir "patrocinando a los equipos olímpico y paralímpico estadounidenses y a los valores que representan". El acuerdo personal con el nadador "era únicamente para los Juegos Olímpicos de Río y la compañía no renovará su contrato".
Un goteo continuo que ha llegado hasta los conocidos grandes almacenes Macy's, que utilizaron la imagen de Ryan Lochte para promocionar sus productos 'olímpicos' y ahora mismo están retirando toda la cartelería con la imagen del nadador por todo Estados Unidos, aunque argumentan que se trata de "un cambio de marketing previsto". Algo que no entraba en los planes de AT&T o de la aseguradora Mutual of Omaha, patrocinadores de Lochte años atrás y que han tenido que salir al paso de quienes aún les relacionaban con él. O incluso la cadena hotelera Marriot, cuyo logo aparecía en la página personal del nadador y ha tenido que desmentir cualquier tipo de acuerdo personal entre ellos.
Un desastre millonario
Se desconoce con exactitud la cantidad de cada uno de los patrocinios de Ryan Lochte. Según publicaba la revista Fortune en 2012 con motivo de los Juegos Olímpicos de Londres, los ingresos del nadador, entonces en la cresta de la ola tanto por sus resultados deportivos (su palmarés llega a las 12 medallas olímpicas, seis de ellas de oro) como por un físico y un carácter que año tras año le incluían en la lista de los deportistas más guapos, ascendían a 2,3 millones de dólares al año, y eso sin contar los 30.000 dólares que USA Swimming, la federación estadounidense, le pagaba puntualmente como si de una beca ADO se tratase.
Los cálculos de diversas publicaciones estadounidenses, Forbes incluida, sitúan los ingresos de Lochte por patrocinios deportivos -ninguno de ellos superior a los 250.000 dólares anuales- en torno a los 15 millones de dólares a lo largo de toda su carrera. Ingresos que corren el riesgo de menguar considerablemente, ya no solamente por la retirada de los patrocinios, sino porque el nadador cuenta con 32 años, se encuentra en el tramo final de su carrera y más que probablemente no llegará a Tokio 2020 en condiciones de competir, lo que le convierte en una figura prescindible para las marcas.
Y todo lo anterior por una mentira, por querer evitar el escarnio, quizás el ridículo o la humillación, de hacer público que él mismo y otros tres nadadores del equipo estadounidense presentes en los Juegos de Río, Jimmy Feigen, Jack Conger y Gunnar Bentz, llegaron borrachos a una gasolinera, hicieron sus necesidades donde no debían y fueron obligados (a punta de pistola, eso sí) a pagar los desperfectos que ellos mismos habían provocado. En lugar de eso prefirieron inventar una historia, contar que habían sido atracados a punta de pistola y que habían tenido suerte de regresar a la Villa Olímpica.
Los vídeos de seguridad, tanto de la propia gasolinera como de la salida de la Casa de Perú, donde habían acudido a una fiesta de la que salieron ebrios, y de los accesos a la Villa Olímpica, donde se les observa atravesando los arcos de seguridad con todas sus pertenencias, móviles incluidos, desmontaron un cuento que a punto estuvo de provocar un incidente diplomático en una ciudad tomada por el ejército y la policía brasileña. Un incidente que no debería haber ido a mayores, pero que al menos a Ryan Lochte le va a costar la salud, la suya y la de su bolsillo.