David Casinos ha ganado cuatro oros consecutivos (las tres primeras veces en peso y la cuarta en disco) en los Juegos Paralímpicos de Sídney, Atenas, Pekín y Londres. Y también fue bronce en Río 2016. Es decir, hasta el momento, a pesar de su ceguera, ha conseguido todo lo que se ha propuesto, excepto una cosa: que lo dejen subir en algunos taxis junto a su perro guía. Este mismo martes, dos le negaron la entrada porque su animal “soltaba pelo”. ¿Y qué hizo él? Quejarse a través de las redes sociales. “Ya me pasó en Madrid. Entonces le cogí la matrícula y lo denuncié. Y también me pasó en Valencia otra vez e hice lo mismo. Intento que esto se sepa”, reconoce en conversación con EL ESPAÑOL.
Este martes le ocurrió por última vez. David Casinos intentó coger un taxi en la parada de Nuevo Centro de Valencia. Lo ocurrido, lo cuenta el propio deportista paralímpico: “Muchos son profesionales, cobran, limpian y ya está. Pero esta vez yo tenía que ir a una entrevista a la televisión y llegué a una parada de taxis y pregunté. Nadie dijo nada y, cuando hay silencio, malo. Les dije que estaba buscando taxi y me preguntaron: ‘¿El perro suelta pelo?’. Y yo, como es normal, les dije que ‘sí’”.
A continuación, los taxistas le dijeron que “no podía subir, que les daba igual que tuviese un perro guía”. Entonces, David Casinos les pidió su licencia. “Así lo arreglamos enseguida, y se lo explicas a quien tengas que explicárselo”, les espetó. Entonces, los dos conductores reaccionaron: “¡No me hagas esto!, que tengo familia”. Y él decidió no denunciarlo porque ya lo había hecho con otros. “No quiero ir poniendo denuncias por ahí”, sentenció.
Sin embargo, el incidente se ha propagado por las redes sociales. “Quiero que haya un clamor en el mundo del taxi. Que se tenga en cuenta que hay personas como yo que tenemos perros guías que están entrenados y que necesitamos coger un taxi. A mí me gustaría llevar un coche, pero no puedo. Sin él no puedo hacer nada. Esta gente no tiene escrúpulos. No entienden que necesitas un perro”, concluye.
David, a pesar del incidente, no guarda rencor a los taxistas. Sin embargo, quiere que se conozca la realidad en la que viven. Denuncia el “desconocimiento que hay sobre la normativa” respecto a los perros guía y también exige que se forme a los taxistas para que “sepan que hay clientes que van a ir con perros y en sillas de ruedas”. En realidad, no pide nada fuera de lo normal: “Sólo les digo que antes de ser buenos profesionales sean buenas personas”.
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