Los Juegos Olímpicos encaran sus últimas semanas antes de la ceremonia de presentación. La cita por excelencia en el mundo del deporte se celebrará, pese a los problemas surgidos, tras ser aplazada el año pasado. Sin embargo, lo hará bajo estrictas medidas de seguridad sanitaria por la Covid-19, sin público en las gradas por petición del gobierno local y con cierto malestar entre la ciudadanía nipona.
Por todo ello, esta edición de los Juegos Olímpicos en Tokio será completamente diferente a los anteriores. La Covid-19 logró suspender el evento el curso pasado. Una decisión histórica que obligó a más de un deportista, especialmente a los de las disciplinas menos populares y económicamente rentables, a reorganizar su calendario de preparación olímpica. Además, se llegaron a generar situaciones de cierta ansiedad por esa suspensión entre los protagonistas. Pero en 2021, tras numerosas dudas y críticas, se llevará a cabo la cita.
Lo hará, eso sí, bajo un estado de emergencia que viene siendo habitual en Tokio en los últimos meses. El gobierno japonés lo ha confirmado a dos semanas del inicio de los Juegos y mantendrá dicha condición hasta el 22 de agosto. Una orden que refleja la situación sanitaria que se vive en el territorio asiático y que ha influido en la negativa de la población a la celebración de los Juegos. A su vez, esta normativa ha ido ligada de la prohibición de acceso de público a las diferentes competiciones.
Una decisión que choca con los 10.000 espectadores que se barajaban hace apenas unas semanas y que se suma a la confirmada hace meses por la que, en caso de haber público, solo habría aficionados locales. Los ingresos, por lo tanto, serán nulos por esta vía, generando así una complicación más que deja debilitadas las cuentas de la organización. En su día se estimó un gasto de unos 13.000 millones de euros, pero los últimos cambios y la inversión en más medidas sanitarias puede aumentar notablemente esa cifra.
Gran rechazo local
Uno de los principales problemas de estos Juegos Olímpicos es que no han terminado de generar ánimo entre la población japonesa, que verá cómo mientras las restricciones aumentan entre la ciudadanía, se desarrollarán unos Juegos Olímpicos con una gran inversión y un control absoluto. Ya hace meses las primeras encuestas de medios nipones situaban en el 80% la población que no veía factible organizar los Juegos este verano de 2021. Y los datos no han mejorado con el tiempo.
En mayo, Asahi Shimbun publicó un sondeo tras la ampliación del estado de emergencia que mantenía datos similares. Del 80% que rechazaba la celebración, la mitad optaba por una suspensión definitiva y la otra prefería un aplazamiento. Esta segunda opción, sin embargo, fue rechazada por la organización desde un primer momento ante el gasto que podía generar un nuevo cambio de fecha. Y como la población, también expertos sanitarios han rechazado la celebración. Concretamente un Shigeru Omi, asesor del Gobierno, que ha mostrado su falta de confianza en que deban celebrarse los Juegos.
Con ello, y con la retirada de miles de voluntarios que se han dado de baja, se tendrán que celebrar estos Juegos Olímpicos. La única parte positiva de la ausencia de público, al menos para los que llevan las riendas de la cita olímpica, es que se evitará cualquier posible protesta en las gradas del torneo.
Temor a los contagios
Pese a que en Europa se han podido observar estadios con gran aforo en torneos como la Eurocopa, la situación lejos del continente es muy diferente. La Copa América, por ejemplo, ha tenido que lidiar con diversos cambios de sede y con una disputa a puerta cerrada de todo el campeonato. Y en los Juegos Olímpicos, después de apurar al máximo, la situación será idéntica. El temor a los contagios, tanto entre deportistas como entre la población, ha obligado a tomar una decisión que influirá en el ambiente de la cita olímpica: cerrar los estadios y pabellones al público.
El miedo a la Covid-19 no es para menos. Y eso que habrá un amplio porcentaje de deportistas que acudirán vacunados a los Juegos Olímpicos gracias al acuerdo que impulsó el Comité Olímpico Internacional con Pfizer. Sin embargo, ni esa barrera de la vacuna dará total tranquilidad. La labor de la prensa cambiará a la hora de 'abordar' a los deportistas, así como la relación entre compañeros de expedición o rivales de disciplina. Todo para reducir al máximo el contacto entre los allí presentes.
Por el momento, y con los Juegos Olímpicos con varias semanas por delante, ya se han podido comprobar algunos errores en el protocolo sanitario. La guía publicada, y que aún no es definitiva, obligaba a acudir a Tokio con una prueba negativa de coronavirus. Algo que no ha evitado que ya hayan entrado al país contagiados con destino a la Villa Olímpica. Hace unas semanas, dos miembros de Uganda dieron positivo. Y esta misma semana, un deportista serbio también dio positivo al aterrizar en Tokio. Con numerosos países en la cola de llegada a territorio nipón, la organización está a alerta para que su 'burbuja', que puede ser histórica por sus dimensiones, sea efectiva y no aumente la tensión con la ciudadanía.
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