"Nervios, siento que no pasan las horas", esas son las palabras de los abanderados cuando están a punto de llevar en volandas la bandera de España en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Será la primera vez que lo haga una pareja, en una circunstancia que quiere impulsar el COI con el objetivo de que en París 2024 haya el mismo número de hombres que de mujeres compitiendo. "El corazón de España", el lema que está utilizando el COE en esta cita, lo portarán Saúl Craviotto y Mireia Belmonte este viernes en el Estadio Nacional.
No son dos desconocidos, eran los que más medallas acreditaban entre los deportistas en activo y, además de los méritos deportivos, son dos referentes fuera del agua, su hábitat natural. Mireia es todo una referencia a la hora de hablar de valores y de ejemplo de esfuerzo y entrega. Saúl no se queda atrás con su labor como policía, una pasión que ha sabido compaginar también para crear una maravillosa familia.
La suma de estos factores ha llevado al COE a determinar que la mejor elección para ser abanderado en esta cita tan señalada fuera que ambos compartieran este honor. Lo volverá a hacer una mujer después de que en 2004 lo hiciera Isabel Fernández y en 1988 la infanta Cristina. Lo hará un piragüista, como lo fue David Cal en 2008, el hombre al que ambos quieren superar en medallas en la historia de unos Juegos Olímpicos para España.
Craviotto está a una medalla de igualarle. Su trayectoria comenzó en Pekín donde el K2 que compartía con Carlos Pérez en la distancia de 500 metros. En Londres repetiría en el kayak individual recorriendo los 200 metros del canal cruzando la meta en segundo lugar, ganando la medalla de plata. Completaría su leyenda en los JJOO en Río en el K2-200 metros junto a Cristian Toro, donde sumó un nuevo oro, y con el bronce en el K1 en la misma distancia.
Por su parte, Belmonte está a la misma distancia que el piragüista de alcanzar a Cal. Las dos medallas de plata que consiguió en Londres, una en los 200 metros mariposa y otra en los 800 metros libre, elevaron su carrera a un nuevo nivel. Llegó más lejos en Río, donde se impuso en su prueba fetiche, los 200 metros mariposa, para conseguir su primer oro. Además, sumaría un bronce en los 400 metros estilos. Aunque no es solo su papel en los JJOO lo que la ha convertido en la nadadora más completa de la historia del país.
Versatilidad
Son 44 medallas las que suma entre Juegos, Mundiales y Europeos. Las cuatro de las citas olímpicas se completan con otras seis en Campeonatos del Mundo, que incluyen una plata en 1.500 libres y un bronce en 200 estilos, diez en Mundiales en piscina corta, que incluyen oros en 800 y 400 libres, 13 en Campeonatos de Europa, con la plata en el relevo del 4x200 libres y el bronce en la prueba de aguas abiertas de cinco kilómetros, y 11 en Europeos en piscina corta. Aún así, el oro de Río es el más importante al convertirla en la única española con una medalla de este tipo en natación.
Afronta la cita de Tokio después de sufrir problemas físicos. Todo comenzó en 2015 con su maldito hombro, aunque consiguió reponerse para brillar en Río. Esa tendinitis que le hace acumular líquido en esta articulación le ha dado la lata en los últimos años de su carrera. Desde el Mundial de 2017, los famosos mareos de 2018 le apartaron de la competición y en 2019 no tuvo el papel que acostumbraba. Eso llenó de dudas su carrera en la que en 2020, además del coronavirus, añadió unas molestias en la ingle. En 2021 ha preferido entrenar por su cuenta, renunciar a su prueba fetiche, el 200 mariposa, y centrar su preparación para el 1.500 y el 800 libre.
En cualquier caso, Mireia no quiere que estos Juegos sean solo los de su nombramiento como abanderada. Su carácter le lleva a querer rendir en cada metro que recorra en la piscina. Fue en diciembre cuando logró sus mínimas, aunque pudo entrar también al 400 estilos con el tiempo que marcó en Italia en junio. La lesión crónica le afectó lo suficiente como para no poder rendir en el 200 mariposa, pero plantará guerra y buscará unas mañanas épicas en Japón.
La edad no importa
"No te voy a negar que la luz del túnel se va viendo más clara", decía Craviotto en una entrevista en EL ESPAÑOL en el mes de mayo. 36 años y camino de los 37, no pierde el fuelle. Llega a Tokio con más opciones de medalla que Mireia, sobre todo con la actuación del K4-200 metros en el último mundial. Aunque poco a poco quiera disfrutar un poco más de los suyos, reconoce también que se ve intentando completar su palmarés hasta "los 40 años si no tienes ninguna lesión".
El mismo que lo componen 21 medallas que, además de las cuatro olímpicas, se reparten entre seis en Campeonatos de Europa y 11 en Campeonatos del Mundo. El catalán ha hecho su carrera entre dos distancias: el 200 y el 500 metros. Ya fuera solo, en pareja o en cuarteto, ha ido acumulando medallas de oro en esas distancias. En los últimos 13 años, ha mantenido un nivel constante en su carrera y solo se ha quedado sin ganar en 2015, 2017 y 2020, este último por la pandemia que lo canceló todo.
Para portar la bandera española, Saúl se meterá en un bus a las ocho de la mañana y recorrerá casi 900 kilómetros. Ese mismo esfuerzo es el que le ha caracterizado durante toda su carrera. Craviotto representa la ilusión después de haberlo ganado todo, conjugado con una filosofía de trabajo y, sobre todo, un carácter en el que el respeto y el compañerismo brillan con luz propia. España verá este viernes a dos personas con las que se podrá sentir bien representada.
[Más información: Saúl Craviotto y Mireia Belmonte, abanderados de España en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020]