Es su estreno en los Juegos Olímpicos a sus 24 años, aunque es toda una veterana. Ha sufrido tanto, su vida ha dado tantos giros y no solo sobre el tapiz, que ahora que por fin el deporte le sonríe. Así se entiende lo que ha sucedido este domingo. A pesar de que el equipo de España de gimnasia femenino no se ha clasificado para la más que complicada final, sí que lo ha hecho Roxana Popa. La gimnasta española ha sumado un total de 54.099 puntos y el 29 de julio se medirá a las mejores gimnastas del mundo en la final de 'All-Around'.
Su mejor puntuación ha llegado en la rotación de barras asimétricas donde ha logrado 14.400 puntos. Con un ejercicio tremendo, ha demostrado su capacidad en esta modalidad artística donde no cometió prácticamente ni un solo error. Quizá no lo haga con movimientos de la dificultad más alta, pero su nivel ha sido excelente este domingo. Ha tirado del resto del equipo, aunque el objetivo de ser finalistas como grupo no ha podido completarse.
En salto de potro ha vuelto a superar los 14.000 puntos añadiendo 300 más, siendo esta también una de sus principales bazas para lograr una gran actuación en la final. Este trampolín ha servido para impulsarla en la clasificación y que sea una de las mejores para entrar en el concurso completo. El próximo jueves volverá a pasar por todos los elementos que se califican en esta modalidad para cerrar sus JJOO con un buen sabor de boca, aunque seguro que con este resultado ya lo tiene.
En la barra y en el suelo se quedó con 12.866 y 12.533, respectivamente, pero eso no empañó su gran jornada dominical. Lo que ha sucedido durante este día compensa con todo el duro trabajo que comenzó muy joven y que, precisamente, desde esa temprana edad, encontró muchas dificultades. Explica que con 11 años se rompió la cabeza del radio y el cartílago, cuestión por la que se tuvo que operar dos veces en la que califica como su peor lesión.
El calvario
Lo que comenzó con esa rotura seguiría más adelante con el paso de los años. Por ejemplo, con 19 se rompió la rodilla, un problema que se fue recrudeciendo con una recuperación incompleta. Tuvo que pasar dos veces más por el quirófano por esta articulación y en la última le hicieron una reconstrucción de su cruzado. A partir de entonces, ha tenido otro tipo de roturas en los isquios y hasta un arrancamiento leve en el hombro.
En 2016, después de quedarse a las puertas de Rio y tras la última operación, le dijeron que seguramente esa rodilla no le volvería a dar para competir en la élite. Y lo dejó. Estuvo dos años apartada del mundo del deporte, incluso odiándolo. Pero ese odio no era suficiente para querer apartarse. Hizo un curso de entrenadora para seguir ligada de alguna manera y su entrenadora fue encauzándola para que volviera a entrenar.
Pero la clave estaba en la exigencia. Antes, durante toda su carrera, le habían exigido resultados. Ahora podía subirse a la barra y que nadie estuviera detrás de ella apuntando algo. Volvería a competir en 2019 viendo que su rodilla seguía aguantando. En julio de ese año ya estaba en el campeonato de España. No hacía los cuatro aparatos desde 2015 y fue cuarta. Eso la impulsó para ir al Mundial, donde fue la sexta mejor del mundo. Ni la pandemia ya la frenó. Ahora buscará una gran actuación en su primera final olímpica.
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