Este iba a ser un verano de recapacitación, meditación y puesta a punto para Ricky Rubio. Pero la realidad es que a 26 de julio lo que estaba haciendo era debutar con España en los Juegos Olímpicos de Tokio en Saitama, el lugar donde esta selección tocó el cielo hace quince años. Como lo tocó Ricky este lunes con sus 20 puntos y nueve asistencias para empezar el torneo ganando 88 a 77 a la anfitriona Japón.
Ricky Rubio viene de su peor temporada en la NBA, la misma en la que regresó a los Minnesota Timberwolves. De ahí que tuviera decidido no acudir a los Juegos Olímpicos, para descansar tanto física como mentalmente. A última hora tuvo el gusanillo de ir, sintiéndose arropado por sus compañeros y tranquilo "a la hora de oler ese clima en el que él siempre ha estado tan cómodo".
Sergio Scariolo le esperó hasta el último momento. Y sonó el teléfono: "Me llamó y me dijo: '¿Estoy todavía a tiempo de entrar en la lista?'. Y yo pensé, ¿pero qué me estás contando?". Fue el propio seleccionador el que, el día en el que dio la lista para Tokio 2020, explicó así el motivo de que Ricky estuviera pese a que hasta el día anterior se daba por descartada su presencia.
Y menos mal que Ricky descolgó el teléfono. Esa mezcla de madurez (no hay que olvidar que el 'niño' ya tiene 30 años) y su magia de siempre aparecieron en Saitama, donde se vistió de líder en un partido que, quizás, costó más de la cuenta al combinado español. Pero el base de El Masnou ya venía avisando durante toda la preparación para los Juegos, en la que fue el mejor de la Selección.
"Los brazos nunca estuvieron cerrados del todo con él, pero enseguida los hemos vuelto a abrir con mucha ilusión", decía también Scariolo aquel día que celebraba el arrepentimiento 'in extremis' de Ricky Rubio. Este martes fue el jugador el que le devolvió la confianza, aunque el base está fuera de duda solo con recordar su papel en el Mundial de 2019.
Fue el mejor contra Japón, pero no quiso echarse galones encima: "Siempre un primer partido es difícil jugarlo, pero creo que hicimos un buen trabajo por la mayor parte del partido. Tenemos que estar felices por la victoria, por las cosas que hicimos bien, pero tenemos que mejorar".
Ahuyentando fantasmas
Poco a poco, Ricky se ha ido olvidando del dolor de cabeza que ha sido toda la temporada de la NBA. Los Phoenix Suns, que le daban todo lo que él pedía -y él les había dado su mejor año en la liga (media de 13 puntos, 8,8 asistencias, 4,7 rebotes y 1,4 robos)-, le traicionaron y, de un día para otro, le mandaron para Oklahoma City Thunder. A los dos días regresó a casa, a Minnesota.
Pero en los Wolves le ha tocado sufrir, siendo estos uno de los peores equipos de la temporada, frustrándose cada vez más con el avance del curso. Quería un respiro, también hacía solo unos meses que era padre, pero por delante venía una cita muy especial. Bendita hora en la que se decidió a unirse a Pau, Marc, Rudy y compañía. Hoy España sueña gracias a él.
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