Mientras toda España estaba pendiente de la actuación de Mireia Belmonte en la prueba de los 400 estilos de natación, había una competidora estadounidense que se mantenía en un segundo plano, rezagada, rehuyendo los focos, sin querer llamar la atención. Sabía que ese papel le corresponde a nadadoras con más cartel internacional, con más nombres y con mayor repercusión mediática.
Sin embargo, tenía claro su objetivo. Soñar, porque para ella estar ahí ya era más que un premio. Se trata de Hali Flickinger, integrante del equipo estadounidense del equipo de natación y que consiguió colgarse el bronce en su prueba quedando por delante de nuestra Mireia. No obstante, su historia personal bien merece un éxito de este calibre, aunque con su sola presencia y con su ejemplo, ya ha iluminado los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Los inicios de Hali
Hali Flickinger nació en el condado de York, en Pensilvania, Estados Unidos, en el año 1994. A sus 27 años, ha conseguido el gran éxito de su carrera. Sin embargo, todo comenzó mucho antes, ya que su afición y su pasión por el deporte y por la natación se fraguaron hace mucho, mucho tiempo. De hecho, con 7 años tomó la decisión de formar parte de su primer club deportivo.
Inscrita en el Spring Grove Swim Club, un centro deportivo de Pensilvania, descubrió su amor y su gusto por la natación cuando todavía era muy pequeña. No obstante, pronto se dio cuenta de hacia donde quería encaminar sus pasos. Sin duda alguna, una elección acertada como ha terminado demostrando en estos Juegos Olímpicos.
Dentro de su progresión, Hali Flickinger siempre ha sentido una importante admiración por una de sus rivales, la nadadora Cammiles Adams, a quien consideraba como su ejemplo a seguir a pesar de ser tan solo unos años más joven que ella. Su talento y sus capacidades para la natación se fueron abriendo paso rápidamente y con tan solo 17 años dio el salto al profesionalismo, entrando incluso en las listas del equipo nacional de Estados Unidos de natación para diferentes competiciones, una explosión bastante temprana.
Estudio y natación
A pesar de su dedicación al deporte y a la natación, se podría decir que Hali nunca descuidó sus estudios, intentando llevar de la mano su pasión y su formación. Por ello, siendo todavía una joven con mucha progresión por delante y con un futuro esperanzador, cambió su club de infancia, el Spring Grove Swim de Pensilvania por la Universidad de Georgia, donde continuó con su aprendizaje.
Allí se enroló en las filas del Athens Bulldog Swim Club, pasando a ser una de sus mayores referencias en muy poco tiempo. Mientras continuaba con su carrera profesional, Hali cursaba estudios financieros en Georgia para poder labrarse en futuro académico en paralelo al deportivo. Además, pronto se interesó también por la gestión deportiva.
No obstante, los estudios no le quitaron tiempo para seguir entrenando y progresando hasta convertirse en una gran promesa de la natación. De hecho, en el año 2015, Hali recibió el premio de atleta universitaria de la temporada por su desempeño en la piscina. Un reconocimiento muy importante que seguía completando unos años muy positivos para ella.
Durante este periodo de tiempo, esta nadadora estadounidense conoció a una persona que se convertiría en pieza clave de su futuro. Se trataba del también nadador Martin Grodzki, de origen alemán, y que años más tarde se convertiría en su pareja. Además, actualmente le ayuda a llevar y gestionar su carrera deportiva.
Un camino de obstáculos
Sin embargo, en la vida y en la trayectoria de Hali no todo han sido buenas noticias, sino que en los últimos tiempos ha atravesado momentos que han sido profundamente delicados y que han estado relacionados con temas que para la sociedad suelen ser tabú. Esta nadadora estadounidense siempre se ha visto y se ha definido como una deportista obsesiva, insegura e inconformista que se ha presionado en exceso por buscar siempre mejorar para evitar quedarse atrás en la selección natural que se realiza siempre en cualquier deporte.
Por ello, en un momento de su carrera deportiva donde no consiguió alcanzar ese progreso deseado, comenzaron a rodearle todos sus fantasmas internos que amenazaban con llevarle al lado más oscuro de su personalidad. Los miedos y las inseguridades se apoderaron de sus actos y de sus mentes y empezó a coquetear de manera muy seria con los problemas mentales, algo que ella mismo reconoció años después.
Para solucionarlo, decidió dar un cambio drástico en su vida. Abandonó Georgia y se trasladó a la Universidad Estatal de Arizona para ponerse a las órdenes de una eminencia de la natación como Bob Bowman, quien intentaría sacar de nuevo lo mejor de ella para reconstruir una confianza y una autoestima rotas. Junto a él, consiguió a partir del año 2019 reconducir su carrera y, sobre todo, recuperar la confianza en sí misma, reestructurando así su fortaleza y su estabilidad mental.
Después de superar sus momentos más duros, Hali Flickinger decidió hacer pública su historia y su drama, reconociendo haber tenido que luchar contra problemas mentales durante casi toda su carrera. Una losa y una barrera que parecía haber superado. Su falta de confianza, sus miedos y sus fantasmas hicieron que fuera necesaria ayuda y tratamiento psicológico para poder recuperar su vida. Además, una mononucleosis que le ha afectado durante 3 años también mermó su rendimiento e hizo que toda su pesadilla fuera todavía más grande.
La luz de Tokio
Durante toda su carrera deportiva, Hali ha tenido buenos resultados, aunque sin llegar a ser una nadadora de súper élite. A pesar de su talento, esos problemas mentales le han impedido brillar a un nivel que, sin duda, debería haber sido mayor. Aún así, en su palmarés colecciones medallas en Campeonatos del Mundo donde tiene un oro y una plata, en Champions Swim Series, en la Copa del Mundo de natación y en los Campeonatos del Pacífico.
En total, ocho grandes títulos en la élite y en el máximo nivel internacional a los que ahora ha añadido la joya de su corona, su bronce en los 400 estilos de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Hali ya participó en Río de Janeiro en 2016 donde consiguió terminar 7ª en la prueba de los 200 mariposa.
Sin embargo, este ha sido el gran triunfo de toda su carrera, la prueba que le ha hecho recuperar la ilusión, las ganas y la confianza, así como ver recompensado tanto esfuerzo durante tantos años de malos momentos. Su gran mérito, además de ese valioso bronce que ya llevará su nombre para siempre y no el de Mireia Belmonte, ha sido haber salido de sus episodios más oscuros para iluminar con su ejemplo los Juegos Olímpicos de Tokio demostrando que de los problemas psicológicos también se puede salir con ayuda y tiempo.
[Más información: Hugo Gónzalez, sexto en los 100 espalda de Tokio con un gran tiempo en una final muy rápida]
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