Una de las grandes novedades que ha traído consigo los Juegos Olimpicos de Tokio 2020 es la irrupción en el programa de deportes como el surf o el skate. Para la historia quedarán estos primeros campeones de disciplinas como estas. Y si en el skate se hicieron virales las jovencísimas campeonas de 13 años Momiji Nishiya y Rayssa Leal, en el surf el gran nombre propio es el de Italo Ferreira.
La historia de Rayssa Leal no tardó en dar la vuelta al mundo. Una niña de 13 años que a punto estuvo de convertirse en la campeona olímpica más joven de todos los tiempos. Al final se quedó con la plata, pero su carisma conquistó a todos en Tokio 2020 y a se rescató un vídeo en el que se veía a la pequeña skater haciendo lo que mejor se le da con un disfraz de hada.
Del skate al surf. De un fenómeno viral a otro. Y todo ello sin 'salir' de Brasil. Porque el gran vencedor en el estreno del surf en unos Juegos Olímpicos también nació en el país de la samba. Italo Ferreira se proclamó como primer campeón olímpico de su disciplina después de sumar 15,14 puntos en la final, frente a los 6,60 del japonés Kanoa Igarashi. Completó el podio el australiano Owen Wright.
El surf prometía espectáculo y así ha sido. En especial, gracias a la figura del brasileño, que dominó con maestrías las olas de más de 2 metros con ráfagas de viento de hasta 30 kilómetros por hora. Y eso que tuvo un percance con su tabla. Se le rompió al coger la primera ola, pero tuvo tiempo de volver a tierra para coger otra tabla y regresar rápidamente al agua para continuar con la prueba.
Finalmente, Italo Ferreira acabó convirtiéndose en el primer campeón olímpico de surf en toda la historia. "Solo quiero decir que el surf puede cambiar tu vida", dijo el brasileño con la medalla de oro colgada al cuello. Antes había señalado al cielo y había salido a hombros del mar. Y todo esto después de una gran aventura para llegar hasta los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Orígenes humildes
Para el amante del surf, el nombre de Italo Ferreira y su historia son conocidos, pero para los que le han descubierto en la cita olímpica no saben lo que hay detrás del campeón. Cuando era tan solo un niño, se enamoró de las olas ya que su madre trabajaba y era su padre el que le llevaba hasta la playa para poder pescar mientras.
En una entrevista, el surfista presumió de orígenes porque sin estos nunca hubiese llegado tan lejos: "Estoy muy orgulloso de haber crecido en un lugar en el que tuve grandes personas detrás, toda la gente me dio mucho apoyo para estar aquí, creyó en mí, y eso me ha ayudado y motivado mucho".
Sus primeras tablas se las hizo él mismo pegando poliestireno expandido y la primera que pudo pagarse de su bolsillo fue gracias a vender pescado. Nadie le ha regalado nada al brasileño, quien incluso tuvo que superar varios contratiempos para conseguir la clasificación para estar en Tokio.
Un robo y unos vaqueros
De un pueblo de 10 mil habitantes a la gloria olímpica. De surfear encima de la tapa de un refrigerador a conseguir su billete para el World Championship Tour por primera vez en el año 2014, con tan solo 20 años. Todo un largo y duro recorrido que pudo quedarse sin el premio gordo si los hechos durante el Mundial de 2019 se hubiesen producido de manera diferente.
En septiembre del citado año, Italo Ferreira se encontraba preparándose para la cita mundialista en Estados Unidos. Mientras entrenaba, un sujeto rompió el cristal de su coche, que se encontraba a pie de playa, y robó todas sus pertenencias, entre ellas la documentación necesaria para entrar en Japón, tanto el pasaporte como el visado.
El Mundial, al igual que los JJOO, se celebraba en territorio nipón y sin su documentación, el brasileño no podía entrar en Japón. Sin participar en el torneo, no había billete posible para los Juegos Olímpicos. Y fue así como si de una contrarreloj se tratase, el surfista consiguió gestionar todo el papeleo necesario para obtener un pasaporte y un visado que le permitiese salir de EEUU para llegar a la cita mundialista.
Este solo sería el primero de sus problemas. Con el tiempo justo para llegar a Japón por estos trámites luego de sufrir el robo de su documentación, llegó al aeropuerto. Dos días quedaban para jugarse el todo o nada y una vez más, la mala suerte se cebó con él. Un tifón provocó que el vuelo que le iba a llevar hasta suelo japonés se retrasara durante 18 horas.
Como si de una maldición se tratase, Italo Ferreira continuó peleando y llegó a Japón cuando la competición ya había comenzado. Pero aún así no bajó los brazos. Sin mirar atrás. Sin coger su equipaje. Sin nada en sus manos, salió del aeropuerto para llegar a la playa donde se estaba celebrando la prueba que podría llevarle hasta los Juegos Olímpicos.
Sin equipaje no había ni bañador ni tabla para él. Pero eso no era impedimento después de todo lo superado para llegar hasta ahí. Su compañero de profesión y compatriota Filipe Toledo le dejó una de sus tablas para que pudiese competir. Con 9 minutos por delante para conseguir las puntuaciones necesarias para clasificarse para los Juegos, Italo Ferreira no se lo pensó dos veces y se metió al agua en vaqueros.
Con esa ropa con la que había tenido que esperar esas 18 horas de retraso en el vuelo. Con esa ropa con la que voló hasta Japón. Con esa ropa con la que llegó a territorio nipón y salió del aeropuerto corriendo para llegar a tiempo a la playa. Con esa misma ropa logró surfear las dos olas necesarias para conseguir la puntuación suficiente para no faltar a la cita olímpica. El resto es historia.
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