Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 van camino de convertirse en un auténtico calvario para la natación española. Un deporte en el que el equipo nacional no ha sumado muchos metales a lo largo de la historia en este tipo de citas, pero que en esta de Japón está dejando además un reguero incesante de malas noticias.
A falta de medallas, los resultados más positivos han sido los diplomas olímpicos conseguidos por la legendaria Mireia Belmonte, el joven talento Nico García y el mediático Hugo González. Precisamente el nadador mallorquín ha sido quien ha dejado la página más oscura de la natación española en Tokio, ya que avivó su guerra con la Federación y con el sistema de becas para deportistas de alto rendimiento poniendo en duda su futuro como deportista.
Hugo no consiguió el pase a la final de los 200 estilos, prueba en la que es el actual campeón de Europa, y con ello ha perdido un importante apoyo de las becas ADO. Este revés le ha llevado incluso a plantearse si puede continuar su carrera profesional y si estos de Tokio han sido sus últimos Juegos, dejando muy en el aire su presencia en la cita de París en 2024.
Sin embargo, Hugo podría no ser la única víctima de la natación española, que podría registrar una nueva pérdida, esta por decisión propia. Se trata de Jessica Vall, especialista en las pruebas de velocidad y que tras quedar desencantada con su rendimiento en la cita nipona, pondrá un punto a su trayectoria como nadadora profesional. Todavía no está claro si será un punto y final, lo que sí parece claro es que Jessica se bajará del ciclo olímpico y no competirá nunca más bajos los míticos aros.
El adiós de Jessica
Jessica Vall (Barcelona, 1988) ha tomado una importante decisión para su futuro más próximo. Tal y como adelantaba La Vanguardia, la nadadora catalana ha decidido parar y salirse de la piscina durante un tiempo en lo que es una elección que ha dejado en shock a todo el panorama nacional. A sus 32 años y tras participar en los Juegos Olímpicos de Tokio, la barcelonesa ha dicho basta con la intención de dar un giro brusco a su vida, acercándose a su lado más personal y apartándose de la competición.
Esta complicada decisión llega tras la tremenda desilusión que se ha llevado Jessica en Tokio. La española esperaba poder estar en la primera final olímpica de su carrera, pero su actuación en la prueba de los 200 metros braza no fue suficiente para conseguir ese ansiado billete, lo que significó un palo bastante duro para la nadadora que estaba en sus segundos Juegos Olímpicos.
Tras esta caída en semifinales en una carrera de muchísimo nivel, Jessica va a hacer un alto en su trayectoria como profesional, el cual no se sabe todavía si será definitivo o si será una cuestión temporal. Lo que está claro es que esta cita de Tokio no ha supuesto el colofón que esperaba Jessica después de una currículum como nadadora que ha rozado la excelencia más absoluta.
Casualidades de campeona
Jessica Vall lleva toda una vida dedicada a la natación desde que en un verano de su más tierna infancia, el gustillo por el agua y la piscina le picaran en lo más hondo de su ser. Todo arrancó cuando la barcelonesa tenía solo 6 años y su madre decidió apuntarle a un curso de natación extraescolar para dar el paso al Club de Natación de Cataluña. Fueron aquellas vacaciones las que empezaron a cambiar su vida por completo y a definir un futuro para el que estaba marcada.
Jessica se enamoró del deporte que años después se convirtió en su vida. El mismo que le ha permitido sacar todo el talento que lleva dentro hasta convertirla en una leyenda de la natación nacional y en una deportista de récord, tal y como demuestran los impresionantes registros que conforman su extenso palmarés y que nadie podrá borrar a pesar de que la nadadora decida dejarlo.
Para Vall, todo arrancó en el Club de Natación de Cataluña, donde empezó a forjar una leyenda que pasó por el Club de Natación de Hospitalet y por el Club de Natación Sant Andreu hasta llegar a estos Juegos Olímpicos de Tokio, pertenecientes al año 2020, pero que se han terminado celebrando en el 2021. Queda ahora por resolver si esta traumática cita en la piscina nipona ha supuesto el último capítulo de una brillante historia que comenzó profesionalmente en el año 2013 en los Juegos del Mediterráneo y en el campeonato del mundo de Barcelona.
Una mujer de récord
Desde aquel curso de verano donde a Jessica le picó el gusanillo de la natación, la nadadora española ha demostrado su talento y sus capacidades para colarse entre los nombres más reconocibles de nuestro país. Su especialidad siempre ha estado en la velocidad y en las pruebas de braza, donde ha sido un auténtico filón. De hecho, se consagró como una atleta casi imbatible en pruebas como los 100 y los 200.
Además de sus éxitos y triunfos, Jessica puede afirmar ser una mujer de récord ya que obstenta varias mejores marcas nacionales. Las más destacadas son sus plusmarcas en las pruebas de braza de piscina corta, de los 50, los 100 y los 200 metros. Esas marcas, escritas en el libro dorado de la natación española y todavía vigentes, son solo una pequeña muestra de su gran talento.
Y es que su palmarés está repleto de grandes éxitos. A la de Sant Andreu no se le resiste casi ninguna competición sin éxito. La pena ha sido no poder saborear una final olímpica ni en Río de Janeiro ni en Tokio. Aún así, para siempre tendrá guardados su oro y sus dos platas de los Juegos del Mediterráneo de 2013, su oro y su bronce en los Campeonatos de Europa de piscina corta de Copenhague de 2017, sus dos platas y su bronce conseguidos en los Campeonatos de Europa de Glasgow 2018, Londres 2016 y Berlín 2014, y, sobre todo, su bronce en el campeonato del mundo de Kazan en 2015. Casi todos ellos ganados en las pruebas de 100 y 200 braza.
Un nuevo camino
Ahora, tras dejar los Juegos Olímpicos de Tokio con sabor un tanto amargo, planea dar un viraje completo a su carrera y, sobre todo, a su vida. El ciclo olímpico podría estar terminado para ella de manera definitiva, ya que su mente está puesta en otras prioridades como en la de centrarse en su vida más personal y en cumplir su deseo de ser madre, algo casi imposible de compaginar con una carrera de élite.
Jessica siempre ha sido consideraba como una referencia de la natación y del deporte femenino tanto en Cataluña como en toda España. Ahora, involuntariamente, volverá a ser ejemplo por la decisión que está a punto de tomar, la de decir adiós a la posibilidad de participar en la dureza de una olimpiada para centrarse en otros grandes retos que van más allá de París 2024.
Uno de sus nuevos objetivos será centrarse en su trabajo en el Parque de Investigación de investigación de Barcelona, ya que Jessica, además de nadadora de éxito, es licenciada en biomedicina por la Universidad Pompeu Fabra y Máster en bioética por la UCAM. Por si esto fuera poco, la campeona española quiere aprovechar este parón en su carrera y en su actividad deportiva para ser madre y formar así una familia, pudiéndose dedicar más directa y activamente al cuidado y a la educación de su futura descendencia. Planes e ideas que demuestran que en la historia de Jessica Vall hay vida más allá de la natación, pero que no dejan de suponer lo que puede ser otra gran víctima y otra gran pérdida para el deporte español tras las pruebas de piscina de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.