Los planes y el juego fallaron y nos toca lo que nunca quisimos: jugar contra nuestra bestia negra. Aún con ser mala la cruz de la derrota, peor fue la cara que mostró la selección, dubitativa, errática. Un mal augurio para un partido decisivo contra el equipo que representa al mejor baloncesto del planeta. Una gran ocasión para mostrar al mundo que nuestro equipo nacional es extraordinario.
La lección de principios de Eslovenia frustró el camino más ligero hacia las medallas. El foco en la estrella Doncic se extendió demasiados minutos, obviando que el campeón de Europa es un equipo por el que fluye la bioquímica y el baloncesto yugoslavo de corte clásico. Buenos tiradores, buscan los espacios y ensanchan el campo defensivo con paciencia, entrando a canasta y dividiendo las filas rivales varias veces si fuera necesario.
El enfrentamiento nos dejó mal sabor de boca, no sólo por la derrota, sino porque reafirmó alguna de los interrogantes que emergieron en partidos previos y dictó alguno que podría ser decisivo contra los estadounidenses. Si los eslovenos corrieron como motos a la menor ocasión, los NBA serán aviones supersónicos. ¡No podemos dejarles correr!, lo que más les gusta, su principal fuente de anotación.
Necesitamos recupera la España de los grandes días
Para que no corran con comodidad deberemos controlar el ritmo del partido. Jugar contra Estados Unidos a su estilo es un suicidio premeditado: ya lo vimos en el amistoso de hace unas semanas. Por el contrario, necesitamos un juego estático elaborado, racional, paciente. Necesitamos que Ricky Rubio se equilibre entre el jugador que fue y el que es, evolucionado hacia el juego NBA, de tiros rápidos y posesiones cortas.
Porque siempre, sea como sea el equipo norteamericano, en el juego rápido no tienen rival. Su físico es poderoso, dominante, perfecto para jugar a este deporte. Equilibrarlo requiere mucho control y sabiduría.
Por suerte, no tienen un gran juego interior. En vista de su última participación en el Mundial han optado por un equipo "pequeño" y con tiradores. Este factor fue clave en su derrota contra Francia y la intentan explotar sus rivales con jugadores grandes, el último, Chequia.
Sin embargo, a pesar de nuestra gran estatura media, nos cuesta controlar el rebote. Nuestra defensa presiona mucho y desde muy arriba, de forma que, en ocasiones cedemos demasiado terreno cerca de la cancha. Esta batalla también será determinante, para no concederles demasiados contraataques fáciles ni segundas opciones.
En definitiva, necesitamos recupera la España de los grandes días. La campeona del mundo y de Europa, la que tuteó a equipos USA mejore que éste. Queremos cerrar una historia feliz con un final a su altura. No queremos un drama, y menos en unos JJOO.
Creo que la presión jugará en nuestro favor. Estados Unidos lleva una marcha irregular en el medallero -que está generando un debate- con la pérdida de algunas muy sonadas y que se contaban: las de Biles, la de 100 metros lisos, la primera vez que el relevo de 4x200 libres se queda fuera del podio, etc. Quiero ver de nuevo esas caritas estadounidenses de desasosiego que vi en Pekín y en Londres, de no entender qué está ocurriendo, de sentir el fracaso de cerca.
Pero, sobre, todo quiero ver a los nuestros rememorar sus gloriosas actuaciones. Pau Gasol ha levantado los ánimos con sus declaraciones y nosotros no perdemos la fe. En el mejor Ricky, en Rudy, el hombre que nunca falla; en la pareja Sergio Rodríguez-Llull y en la defensiva Abalde-Claver. No perdemos la fe en nuestros hombres altos. Y, por supuesto, no la perdemos en Pau, el hombre que ha hecho lo imposible por estar aquí para escribir la última página de la historia de este equipo nacional inimitable.