Tokio 2020 también tenían que decidir quién era el sucesor de Usain Bolt en el 200 metros. El hombre que llevaba todo este tiempo intentando superar al jamaicano, André De Grasse y que ya había ganado el bronce en el 100, se ha proclamado nuevo rey del doble hectómetro tras superar a los estadounidenses Bednarek, plata, y Lyles, bronce. El joven de 17 años Erriyon Knighton fue cuarto. Con una marca de 19:62 ha batido su récord canadiense para colgarse por fin el oro.
Siempre acostumbraba a subir a los cajones, pero nunca al más alto. Le tocó vivir a la sombra de Bolt y cuando el jamaicano se retiró y parecía tener un hueco, no lo había podido aprovechar. A sus 27 años, había sido tercero en el Mundial de Pekín 2015, tercero y segundo en Río 2016, tercero y segundo en el Mundial de Doha 2019. En todas estas pruebas le había dado al palo, algo que parecía volver a acontecer para esta final del 200 metros.
Tenía motivos para pensarlo porque Noah Lyles no perdía una carrera de 200 desde junio de 2019, pero ninguno de los tres norteamericanos consiguió superarle. Cimentó De Grasse su victoria ya en la arrancada. 135 milésimas, un torpedo que incluso coquetea con la nula. Y así llegó el canadiense a la recta tercero, con el gran favorito un poco por delante. Lo que pasa es que André tiene siempre una marcha más. La saca en 100 metros, y en 200 se multiplica. Mientras la caída de la velocidad golpeaba a sus rivales, él cazaba por fin el oro.
Es el quinto podio olímpico para De Grasse, porque en Río 2016 fue bronce en 100 y 4x100 y segundo en 200. Por una videocámara sonreía a su numerosa familia. Allí estaba el canadiense, hablando con la vallista Nia Ali, su pareja, y sus hijos. Parecía que su calidad siempre se encontraba con otro atleta que le eclipsara y le apartara del título. Ha costado y por eso el velocista lo saboreó a conciencia al cruzar la meta.
El futuro
Más triste era el rostro de Erriyon Knighton, el niño de 17 años que rompe los récords sub18 y sub20 de Bolt. Fue cuarto, con 19.93, otro tiempazo para su edad. Pero Erriyon no llegaba a entender que todavía no había llegado su momento. No se subió al podio, pero cogió cita de cara al futuro. Este adolescente ni siquiera ha participado aún en carreras universitarias, pero en su semifinal entró con aires de grandeza. Una mala salida y una gestión de carrera regular le pasaron factura. Una experiencia para París 2024.
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