A Haile Gebrselassie no le quedó otra opción que correr para poder llegar a su escuela, ubicada a unos 10 kilómetros de su casa. Tenía apenas cuatro años cuando sufrió la sinuosa transición política en su país, Etiopía, luego de la muerte del emperador Haile Selassie. Así se creó una leyenda que acabó con dos medallas de oro en los Juegos Olímpicos y cuatro Mundiales en la distancia de 10.000 metros. Su país ahora vive la guerra con los rebeldes de Tigray y piensa unirse a la batalla.
Abiy Ahmed Alí, primer ministro etíope, recibía en 2019 el Premio Nobel de la Paz por su contribución al fin del conflicto territorial entre su país y el estado vecino de Eritrea. Poco menos de un año después de recibir el galardón, dirigía un país que volvía a estar en guerra… contra sí mismo. El conflicto es una guerra civil contra la región del norte del país donde los rebeldes del FLPT han visto crecer su poder en medio de violaciones constantes de los derechos humanos.
A comienzos del mes de noviembre de 2021, los milicianos del Tigray se han hecho con dos ciudades a poco más de doscientos kilómetros del palacio presidencial, tras lo cual a Ahmed no le ha quedado más remedio que declarar el estado de emergencia en todo el país. En el discurso que hizo el primer ministro pidió sacrificio a toda su población para "defender la dignidad y la bandera de Etiopía". A este llamamiento ha atendido Haile Gebrselassie.
El premio príncipe de Asturias de los deportes de 2011 anunció que se alistará en el ejército etíope para luchar contra la insurgencia. A sus 48 años defenderá a su país con un arma tanto como ha trabajado por el progreso del mismo durante su carrera como atleta. Gebrselassie ha intentado brindar a los 112 millones de compatriotas las mismas oportunidades que él tuvo y no quiere que un movimiento radical vuelva a sumar en caos su país.
Implicación de Haile
"Estoy listo para hacer lo que sea necesario por mi parte, incluso ir a la primera línea", fueron las palabras que esbozó Gebrselassie a los medios locales. El papel del exatleta en el país es muy importante ya que acumula media docena de hoteles y complejos turísticos, un negocio inmobiliario, una plantación de café y una participación en una planta de ensamblaje de automóviles Hyundai, una colección de empresas que emplean a más de 3.000 personas.
De hecho, durante unos disturbios del año pasado, algunos de sus hoteles sufrieron muchos daños. Por esto 400 personas se quedaron sin trabajo. Estos negocios también le llevaron a tener problemas con Mo Farah. El cuatro veces campeón olímpico fue asaltado en la Gebrselassie's Yaya Africa Athletics Village y le reclamaba a Haile un reloj y dos teléfonos móviles, así como casi 3.000 euros en cuatro monedas diferentes.
Gebrselassie decidió hacer cosas por su país que muchas personas, incluidos miembros de su familia, pensaban que era una locura. Por ejemplo, en 2004 decidió abrir el primer cine de propiedad privada de la ciudad. Hasta hace relativamente poco tiempo, Etiopía se consideraba un caso perdido económico, pero ha experimentado altos niveles de crecimiento en la década previa a la pandemia mundial. Los niveles de pobreza se han reducido y los consumidores han descubierto que tenían tiempo y dinero para gastar.
El conflicto con el Tigray está volviendo a sumar en oscuridad al país. Gebrselassie es miembro del grupo llamado "los ancianos" que intentó negociar una solución pacífica al conflicto el año pasado. Pidió a la comunidad internacional que no presione demasiado a Etiopía, pero no ha podido gestionar el problema a nivel interno. "Creo que hay mucha presión en este país y en occidente hay que tener cuidado, cuidado... si sigues empujando de esta manera, el resultado será muy malo", explicaba este mismo verano a Sky Sports. Ese mal presagio se ha cumplido.
No estará solo
El medallista olímpico en Río de Janeiro 2016, Feyisa Lilesa, también ha anunciado que está dispuesto a luchar en primera línea. Ganó la plata en la prueba de maratón por detrás de Eliud Kipchoge y en ese momento hizo un gesto que le podía costar la libertad e incluso la vida si regresaba a su país: una 'x' con sus brazos. El gesto representa a la represión contra el grupo étnico Oromo, compuesto por más de 35 millones de personas en Etiopía.
Las autoridades etíopes, sin embargo, negaron las acusaciones y afirmaron que Lilesa sería recibido como un héroe de regresar al país. Cuando se reunió con su familia, su esposa e hijos de seis y tres años, se refugió en Florida. Pese a las seguridades que le dio el gobierno, se negó a volver a su país y permaneció tres meses en Brasil antes de desplazarse a Estados Unidos, donde pudo acceder con un visado por "habilidades especiales". Tras dos años de exilio, pudo volver a su país con el cambio de gobierno.
Fueron precisamente las protestas de los Oromo las que terminaron por hacer caer al anterior primer ministro, Hailemariam Desalegn, en cuyo mandato se persiguió y encarceló a muchos ciudadanos de esta etnia. Para buscar de nuevo la paz en su país, Feyisa Lilesa esta vez no se enfundará sus zapatillas si no que se alistará al ejército para combatir a los rebeldes. Haile Gebrselassie y este otro medallista olímpico buscarán acabar con el conflicto que tiene en jaque a Etiopía.
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