España ha vivido unos últimos días totalmente pendiente de su deporte. Dos Campeonatos de Europa han centrado la atención de todos los aficionados de manera simultánea. En Múnich han tenido lugar las pruebas más importantes de atletismo del Viejo Continente. Mientras tanto, en Roma, los nadadores nacionales intentaban dejar lo más alto posible el nombre del país.
Sin embargo, los resultados, y sobre todo las sensaciones, han sido totalmente encontradas. Mientras los corredores nacionales cosechaban buenos registros y medallas de prestigio, los nadadores han pasado auténticas penalidades y han tenido que conformarse con meterse en alguna final, pero siempre lejos de la lucha real por los metales.
Las pruebas de piscina, waterpolo y sincronizada aparte, han sido un auténtico calvario para una España que atraviesa una fase de verdadera crisis de resultados y de estrellas. La natación nacional navega en un limbo del que parece complicado escapar cuando los Juegos Olímpicos de París 2024 acechan en el horizonte.
Mientras en el atletismo surgen nuevos nombres como los de Asier Martínez o Mohamed Katir, que ya dan éxitos importantes en el presente, y que prometen mayores victorias en el futuro, la natación se encuentra en punto muerto.
Es cierto que por detrás aparecen algunos brotes verdes de esperanza como los de Carlos Garach o Paula Otero. Sin embargo, esos nuevos talentos se encuentran todavía muy lejos de las garantías que ofrecían en el pasado estrellas como Mireia Belmonte. El caso de la laureada nadadora española es uno de los más llamativos y que ejemplifica a la perfección el declive de este deporte.
Los jóvenes...
La selección está completando un gran Europeo de Múnich 2022 de atletismo con siete medallas hasta el momento. Asier Martínez (23), Mohamed Katir (24) y Mario García Romo (22) lideran la nueva generación que crece a pasos agigantados. Oro en el 110 metros vallas, plata en el 5.000 metros y bronce en el 1.500 metros, ilusionan con su presente y dejan un buen regusto para pensar que su futuro puede no tener ningún tipo de techo. Cada diamante se pulió de una manera distinta.
Martínez no salió de su Navarra natal más que para estudiar. François Beoringyan marcó los pasos que debía ir dando este miope que no necesita ver las vallas para saltarlas mejor que nadie y salir más rápido que todos los demás. Tras demostrar su clase como Sub23, dejó su huella en Tokio 2020 con su sexto puesto. Pero Asier aprende en cada prueba lo que otros tardan meses. Así es como se entiende el bronce en el Mundial de Eugene 2022 y ahora este oro por una milésima que nunca olvidará. Tras lograr su mejor marca, sabe que todavía puede llegar más lejos.
Katir siguió el camino de su padre, que llegó en patera a España para ser albañil, con la tenacidad de su abuelo. Se alejó del fútbol para correr largas distancias. Poco a poco fue encontrando las suyas, siendo el fondo la ideal para el de Mula. No tuvo unos buenos Juegos Olímpicos, pero volvió más fuerte. En Eugene fue a por el 1.500 y consiguió un valioso bronce. En Múnich apostó por el 5.000 y fue plata. Su edad hace pensar que puede dar con la tecla para alcanzar el oro en el camino a París 2024.
En el último Mundial, detrás de Katir entró García Romo en su primera gran prueba como profesional. La medalla de su compatriota era importante, pero que el siguiente fuera él era la primera piedra para construir un futuro en el fondo español. El salmantino dejaba este año la universidad de Ole Miss lanzado hacia el éxito como está demostrando. Este biomédico está destinado a dar grandes alegrías al país y el sueño se puede completar en Saint Dennis en dos años.
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El 800 metros puede aumentar este nivel de ilusión este domingo con la final. Mariano García (24), campeón del mundo en pista cubierta, y Adrián Ben (24) quieren estar ahí y buscarán la clasificación. El murciano y el gallego siguen progresando, sobre todo con el primero reconfortado tras su éxito en Belgrado. El medio fondo goza de esa misma buena salud, aunque la igualdad que existe en la prueba hace que un mal día se pague caro.
Y qué decir del pundonor de una Sub23 como Lucía Pinacchio. Pase o no se meta a la final, a sus 19 años, ya está dejando un gran sabor de boca en esa misma distancia. La atleta mallorquina nacida en Argentina es la joya que sale de este Europeo y que dará que hablar en el futuro. Lo mismo sucede con Sara Gallego (21) que tendrá este viernes una opción de dar la sorpresa. La catalana está creciendo a pasos agigantados en el 400 vallas.
Pero hay más jóvenes que vienen pegando fuerte y que no están en Múnich. La nacionalización de Jordan Díaz (21) lleva su tiempo, pero lo que se ha visto de él en este 2022 batiendo el récord de triple salto nacional prueba tras prueba es más que ilusionante. El cubano está destinado a ser la próxima estrella de esta prueba, como lo es Pedro Pablo Pichardo, otro hombre que desertó de la isla caribeña hacia Portugal, en la actualidad.
Lo mismo sucede con una Ana Peleteiro a la que a sus 26 años no se la puede dejar de considerar joven. La única medalla del atletismo español en Tokio 2020 decidió ser madre, pero prometió que su "próxima versión será mil veces mejor". Alcanzar a Yulimar Rojas, la reina del triple salto y con la que comparte entrenamientos, parece imposible. Pero la gallega llegará a París 2024 en un estado de madurez ideal como para pensar que será candidata otra vez a morder un metal.
... y los veteranos
Pero en Múnich 2022 no todas las medallas las están dando los más jóvenes. La vieja guardia no se queda atrás con el equipo de maratón femenino que consiguió la medalla de plata por equipos y el masculino que se colgó el bronce. La marcha española llegará en forma a París 2024 con el oro de Miguel Ángel López y la plata de Raquel González en el 35 kilómetros. Además, tanto en el 20 kilómetros masculino como en el femenino hay opciones de medalla este sábado.
López resurgió en Múnich después de que una serie de mala suerte y problemas físicos le alejaran de los puestos de privilegio que ocupó en 2014 y 2015. Tras el batacazo de Rio 2016, en el que llegaba como el mejor del mundo doblando los 20 y los 50 kilómetros, tiene la espina de no haber logrado medalla en unos Juegos Olímpicos. A París 2024 llegará con 36 años, pero el impulso que le da su hijo Daniel será determinante para mantener la forma que mostró en Múnich.
Aunque Raquel González haya alcanzado el cielo con su plata, ya está pensando en el futuro, que son Budapest 2023 y Paris 2024. Tendrá 33 y 34 años en esas citas, pero se ha quitado la espina que le presionaba. Tras ser quinta en el Campeonato del Mundo en la nueva distancia de la marcha que son estos 35 kilómetros, está claro que tiene una motivación extra para afrontar este camino a los próximos Juegos Olímpicos. La catalana también ilusiona a España.
Diego García Carrera (26) Álvaro Martín (29) y Alberto Amezcua (30), así como María Pérez (26), también tienen mucho que decir en los 20 kilómetros marcha. Esta mezcla de savia joven con la más experimentada tratará de dar una nueva alegría al equipo nacional el sábado. Todos ellos llegarán en un momento a tener muy en cuenta y cualquier éxito que consigan será un impulso en una disciplina en la que tradicionalmente es sinónimo de buenas noticias. Además, el relevo tanto de la larga distancia como de la corta parece asegurado con Marc Tur y Manuel Bermúdez.
Crisis en la natación
Si el atletismo ha sido la cara del deporte español, la cruz ha sido la natación. Los Europeos que se han celebrado estos últimos días en la capital itálica han finalizado con un resultado que ha sido realmente decepcionante para España. La delegación nacional ha regresado de Roma sin medallas, una situación que llevaba 16 años sin producirse.
Concretamente desde que se celebraron los Europeos de Budapest del año 2006. Un registro que muestra a las claras el alarmante bajón de nivel y de rendimiento que denota la natación nacional. Mientras las grandes estrellas de los últimos años encaran ya su recta final, como son los casos de Mireia Belmonte y de Jessica Vall, los nuevos talentos todavía por hacer tienen un largo camino por delante hasta intentar colarse en los puestos cabeceros de los mejores nadadores del Viejo Continente.
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A eso se han unido también las tiranteces que siempre existen entre la Real Federación Española de Natación y los nadadores que se forman en el deporte universitario estadounidense. Este es el caso de Hugo González, que siempre ha tenido una relación difícil con las autoridades deportivas nacionales. Sin embargo, en esta ocasión, su ausencia parece haber llegado de mutuo acuerdo entre las partes implicadas.
La situación que se ha vivido en el actual Europeo es muy similar a la que ya se vivió en los últimos Mundiales donde la delegación nacional se marchó sin ninguna medalla. Algo que no sucedía desde los campeonatos celebrados en Perth, Australia, en el año 1998. Una crisis de resultados que amenaza con llegar hasta París 2024, cuando la delegación nacional sueña con intentar reconducir los malos resultados cosechados en Tokio 2020.
Allí, el equipo español de natación se marchó también sin medallas. Únicamente se consiguió un cuarto puesto de Mireia Belmonte y dos diplomas olímpicos más, los cosechados por Hugo González y Nico García. Pero ahora mismo, la previsión marca que en París lloverá todavía más que en la cita de Japón.
Mientras otras selecciones como Italia cosechaban los mejores resultados de su historia con 35 medallas, España ha vivido un declive constante en unos Europeos que han sido para olvidar y para reflexionar. Algunas pruebas, como las de los especialistas de la velocidad, sí han dejado brotes verdes. Sin embargo, el balance general es pésimo. De ahí que ese zurrón vacío de metales que no se había producido en tres lustros haya dejado una situación tan desoladora.
Un Europeo para reflexionar
La última actuación individual de España fue la de Carles Coll en la final de los 200 estilos. Su sexta posición pone fin a un Europeo prometedor para él, pero insuficiente para el global de resultados del país. El nadador nacional tuvo que macharse rápidamente de la prueba porque tenía que participar junto a sus compañeros Nico García, Mario Molla y Sergio de Celis en el relevo del 4x100 estilos. Una disciplina en la que todos pagaron el cansancio y en la que no pudieron pasar del octavo puesto.
Estos resultados han sido una buena muestra de lo que España ha podido ofrecer en este Europeo. Buenas intenciones, pero sin llegar a concretar en éxitos verdaderamente tangibles. Históricamente, España no ha sido un país centrado en su natación y con una tradición poderosa. Siempre ha vivido del rendimiento individual de sus estrellas. Esas que ahora mismo no tienen poder para alzar el vuelo y brillar con luz propia.
Ni siquiera la ausencia de los nadadores rusos por motivos políticos y de algunos de los mejores nadadores del Reino Unido han propiciado que los atletas españoles pudieran morder algún metal. O al menos, estar de verdad en la pelea por los mismos. Lo vivido en los Mundiales celebrados hace algunas semanas hacía presagiar que los Europeos también serían duros. Sin embargo, la lógica pérdida de nivel de la competición abría alguna mínima esperanza a una resurrección parcial que no ha llegado. Y lo más duro es que tampoco se espera que esta llegue a corto plazo.
Resultados como el de Arbidel González, que fue noveno en los 200 mariposa, el de África Zamorano, sexta en los 200 espalda, el de Alba Vázquez, quinta en los 400 estilos o el de Jessica Vall, octava en los 200 braza, marcan el verdadero estatus de la natación española. Y no parece ser que se vaya a poder llegar más lejos en un futuro inmediato. Al menos, la nadadora de Barcelona consiguió meterse en su quinta final continental de manera.
El mal rendimiento de España en el Europeo de natación contrasta con el de otras naciones como Italia, cuya dedicación a este deporte ha crecido exponencialmente en las últimas décadas. Desde el país transalpino hace muchos años que todos los nadadores en progresión trabajan con sus propios preparadores físicos y con planes especializados. Y los resultados están empezando a notarse como ha demostrado la cita de Roma.
Además, en Italia se ha instaurado un sistema de trabajo desde hace muchos años basado en las sesiones de grupo de manera que todos los nadadores consiguen progresar y no solo las grandes estrellas. Desde allí consideran que esa es la mejor manera de subir el nivel medio de todos los nadadores. Tocando además todos los estilos.
También destaca el apoyo integral que reciben los nadadores, y otros muchos atletas, que solo tienen que preocuparse realmente de su preparación deportiva y no de su integración en el mundo laboral. Formando parte de cuerpos como el ejército, la marina o los forestales, no tienen una exigencia real por pensar en su futuro una vez cumplen los 18 años. Y cuando terminan sus carreras, pueden continuar sus vidas a través de los estudios que han llevado a cabo o seguir en las profesiones que han desempeñado gracias al apoyo del gobierno y de las instituciones deportivas.
Algunos de los motivos por los que el nivel de la natación en España está en decadencia son precisamente por todas estas circunstancias que no ponen facilidades a los nadadores para avanzar con su progresión. Eso, unido a las características físicas y antropométricas de la sociedad, hace que cada vez sea más difícil conseguir éxitos en el universo de la piscina.
La llegada de brotes verdes
A pesar de las malas noticias que han dejado estos Europeos, cierto es que ha habido algunos brotes verdes que invitan a afrontar con algo de ilusión el futuro de la natación española. Nuevos nombres que escalan en las listas de los mejores nadadores del Viejo Continente y que prometen dar mucha guerra en el futuro.
Las mejores sensaciones han llegado por parte de los especialistas de la velocidad. Nombres como Sergio de Celis y Luis Domínguez han conseguido brillar aunque no hayan podido pelear por medallas. Sin embargo, han conseguido hacer historia al ser los primeros de en la historia de la natación española en bajar de los 49 segundos en la prueba del hectómetro. Actuaciones que han permitido pulverizar el récord de España en varias ocasiones. Ambos fueron claves también en los mejores momentos de las pruebas de relevos.
Mientras los velocistas dejaron algunos destellos que ilusionan, los nuevos fondistas también han puesto su nombre en el mapa con la esperanza de poder ser piezas claves del éxito español en el futuro. Nombres como Carlos Garach, Paula Otero o Ángela Martínez están llamados a ser las nuevas ilusiones de la natación patria. Esos llamados brotes verdes entre tanta oscuridad. Los tres, con 18 años, tienen todo el futuro por delante para intentar cambiar el rumbo que lleva un deporte con tintes bastante preocupantes.
Sus actuaciones, y sobre todo algunas sensaciones dejadas por estos nuevos talentos, contrastan con la imagen que han dejado leyendas como Mireia Belmonte o con ausencias como la de Hugo González. La propia RFEN califa los resultados obtenidos de muy pobres, pero sostiene que el camino puede ser positivo para afrontar los retos del futuro. Quizás, la clave esté en mirarse en otras disciplinas que están auge como el atletismo como ha demostrado la cita de Múnich.