Charlotte Reinagle Cooper Sterry, conocida como Charlotte Cooper (22 de septiembre de 1870, Ealing - Londres (Reino Unido) es reconocida como una de las figuras más influyentes en la historia del tenis y del deporte femenino en general.

Desde joven, mostró una aptitud excepcional para el tenis, un deporte que comenzaba a ganar popularidad a finales del siglo XIX. Su carrera en el tenis no solo la llevó a conquistar múltiples títulos en Wimbledon, sino que también la hizo ingresar en los anales de la historia como la primera mujer en ganar una medalla olímpica.

Cooper creció en un ambiente que fomentaba el deporte. Sus padres la apoyaron en su pasión por el tenis, y ella comenzó a entrenar en el Ealing Lawn Tennis Club, uno de los clubes más prestigiosos de la época.

Charlotte Cooper, jugando al tenis

Bajo la guía de entrenadores como H. Lawrence y Charles Martin, Charlotte perfeccionó su juego y desarrolló un estilo agresivo y estratégico que la distinguiría en la pista de cualquier otra jugadora a la que se enfrentaba.

A los 14 años, Charlotte ganó su primer campeonato en su club local, mostrando su potencial desde temprana edad. En 1893, debutó en Wimbledon y rápidamente se estableció como una competidora formidable al alcanzar las semifinales en su primera participación. Este sería solo el comienzo de una carrera impresionante en el All England Club.

En 1895, Charlotte Cooper ganó su primer título individual en Wimbledon a los 25 años, iniciando una era de dominación en el césped londinense. Entre 1895 y 1908, ganó cinco títulos de Wimbledon, participando en 11 finales, ocho de ellas consecutivas entre 1895 y 1902.

Su habilidad para adaptarse a los desafíos y su inquebrantable espíritu competitivo la convirtieron en una de las jugadoras más destacadas de su tiempo. En 1908, con 37 años y 282 días, Cooper ganó su quinto título de Wimbledon, estableciendo el récord como la persona más veterana en ganar el torneo, un logro que sigue siendo insuperable hasta el día de hoy.

Charlotte Cooper, jugando al tenis

Pionera olímpica

Además de su dominio en Wimbledon, Cooper hizo historia en los Juegos Olímpicos de París 1900. En estos juegos, se convirtió en la primera mujer en ganar una medalla de oro en una prueba individual al derrotar a la tenista francesa Hélène Prévost en la final.

Su victoria en París fue significativa no solo por el hecho de ganar, sino porque estos fueron los primeros Juegos Olímpicos modernos en los que se permitió la participación femenina. Charlotte también ganó la medalla de oro en dobles mixtos junto a Reginald Doherty, consolidando su posición como una de las mejores tenistas de su época.

Charlotte Cooper no solo destacó en competencias individuales, sino que también brilló en dobles. Ganó el All England mixed doubles con H.S. Mahony durante cinco años consecutivos desde 1894 a 1898, y posteriormente con H.L. Doherty en 1900 y X.E. Casdagli en 1908. Su capacidad para adaptarse a diferentes formatos de juego y su éxito continuo en ambas categorías demuestran su versatilidad y talento innato.

La carrera de Cooper se extendió más allá de sus años dorados en Wimbledon. Continuó compitiendo en el tenis hasta pasados los 50 años. En 1912, a los 41 años, alcanzó la final de Wimbledon, un testimonio de su longevidad y consistencia en el deporte.

Este logro es aún más impresionante considerando que Charlotte perdió la audición a los 26 años, lo que no le impidió seguir compitiendo y destacándose en el tenis. Su determinación y habilidad para superar las adversidades la convirtieron en una inspiración para muchos.

En 1901, Charlotte se casó con Alfred Sterry, un abogado, y juntos tuvieron dos hijos, Rex y Gwynneth. A lo largo de su vida, Cooper se mantuvo activa y comprometida con el deporte, y su legado en el tenis femenino es innegable.

Su influencia se extiende más allá de sus logros deportivos, ya que jugó un papel crucial en la promoción de la igualdad de género en el deporte. Su éxito demostró que las mujeres podían competir al más alto nivel, abriendo el camino para futuras generaciones de deportistas femeninas.

El impacto de Charlotte Cooper en el deporte femenino no puede subestimarse. En una época en la que las mujeres luchaban por el reconocimiento y la igualdad en muchos ámbitos, Cooper se destacó y demostró que las mujeres podían ser tan competitivas y exitosas como los hombres.

Su legado sigue vivo hoy en día, inspirando a mujeres en el deporte y en todos los ámbitos de la vida a perseguir sus sueños con determinación y coraje.

Charlotte Cooper falleció el 10 de octubre de 1966 en Helensburgh (Escocia), dejando un legado imborrable en la historia del deporte femenino. Su vida y carrera continúan siendo una fuente de inspiración, destacando no solo por sus logros en la cancha, sino también por su papel en la promoción de la igualdad de género en el deporte.

El nombre de Charlotte Cooper permanecerá para siempre asociado con el progreso y la excelencia en el deporte femenino, y su historia seguirá inspirando a futuras generaciones de atletas y defensores de la igualdad.