Salta la sorpresa con el final de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos. Rafa Nadal, que no ha participado en el desfile de la delegación española y no ha estado presente a lo largo del acto, se ha convertido en uno de los últimos relevos antes de encender el pebetero.
El rey de Roland Garros ha recibido el testigo de las manos de Zinedine Zidane, leyenda del fútbol francés, en la plaza del Trocadero de París. Tras ello y con un espectáculo de luces de fondo, el manacorí realizó un paseo en lancha por el río Sena junto a Serena Williams, Nadia Comaneci y Carl Lewis.
Una vez superada la travesía bajo la intensa lluvia, Rafa le entregó en la plaza de las Tullerías el relevo de la llama olímpica a la extenista Amélie Maures, medallista olímpica y doble ganadora de un Grand Slam, que se lo trasladó al exjugador de baloncesto Tony Parker.
La organización ha llevado en secreto quiénes serán los últimos portadores de la llama olímpica, uno de los actos más emotivos de una ceremonia que tiene su cénit en el encendido del pebetero.
Otras figuras del deporte de Francia y de todo el mundo han portado la antorcha a lo largo del recorrido. Entre ellos figuran leyendas como Michael Phelps, o los franceses Zidane, Tony Parker, Amélie Mauresmo, Marie José Pérec, Renaud Lavillenie o Florent Manadou.
La antorcha pasó de las manos de Tony Parker a las de tres atletas paralímpicos que se la dieron a Allison Pineau, la jugadora de balonmano. Tras ella, un goteo incesante de exdeportistas y atletas actuales franceses se fueron dando el relevo hasta llegar a Teddy Riner y Marie-José Perec que encendieron el pebetero de manera conjunta.