"Mua, mua". Maialen Chourraut envía besos a su entrenador y marido, Xabi Etxaniz, y a su hija. Una tradición ya de los Juegos, pero en esta ocasión no son de celebración, sino de reconocimiento. Porque en su descenso se saltó una puerta y recibió una penalización de 50 segundos que le privaron de la medalla, la que hubiera sido su cuarta.
Lanzó besos en Londres 2012, cuando se colgó el bronce, con especial emoción tras el oro de Río 2016 y también después de conseguir la plata en Tokio 2020. Los de París tienen un sabor diferente. Saben a quien lo ha conseguido todo y disfruta dentro de la piragua.
A sus 41 años, si ella no dice lo contrario, estos habrán sido sus quintos y últimos Juegos Olímpicos. Se acaba una relación olímpica con el K1 slalom de 16 años de duración. De Pekín 2008 a París 2024. Final agridulce que, en cualquier caso, no amarga una trayectoria deportiva única.
Aunque parece poco si se compara con sus anteriores resultados olímpicos, estar en pie hasta la pelea final -su cuarta- es una recompensa y un reconocimiento para quien ya ha superado la barrera de los 40 años. Logró la clasificación a semifinales sin brillo y se benefició de errores de terceras para arribar en la final en la que salió segunda como herencia de su resultado en semis.
El podio parecía díficil, más todavía tras descender pronto y marcar ella la referencia. Descenció a ciegas, le tocaría esperar los resultados de sus rivales, pero una vez se saltó la segunda puerta, sus pequeñas opciones de medalla se desvanecieron. Completó el recorrido y lo terminó fiel a su esencia, lanzando besos a la grada, donde se encontraban su marido y entrenador y su hija.
En cualquier caso, no es el fin del trayecto olímpico para Maialen Chourraut. Todavía le resta el kayak croos, la nueva prueba que combina todas las modalidades de aguas bravas. Aunque su relación con el K1 individual en los Juegos ha finalizado. El paso del tiempo es un juez inmisericorde.