París ruge al ritmo que marca Léon Marchand, el nuevo rey del agua que le ha arrebatado una arista de su corona a Michael Phelps. La correspondiente a los 400 metros estilos. El nadador francés la retorció hasta situarla prácticamente un segundo por debajo. Una presentación estruendosa para un deporte, la natación, que cabalga en un contexto de fiebre por los récords. 

Bastante amplio es el abanico de registros históricos a romper, tanto femeninos como masculinos. Aunque un intangible emerge por encima del resto como obstrucción a ello: la piscina. "No es profunda", observó el propio Marchand antes de tirarse a ella y colgarse su primer oro. Según la prensa francesa, el vaso de la piscina no supera los 2,15 metros.

Profundidad corta para la tónica habitual de las citas olímpicas en las que, desde Pekín 2008, todas rozan o superan los tres metros. Sin embargo, la Federación Internacional recoge desde el pasado 1 de julio que el mínimo son dos metros y medio. El hondo de una piscina influye significativamente en el rendimiento. A mayor profundidad, menor es el freno al deslizamiento del cuerpo y menor oleaje genera.

De ahí que los nadadores han mostrado su malestar. "Sabemos que a día de hoy no cumple las reglas de World Aquatics", lanzó directamente Hugo González. Y abundó. "Cuando la construyeron sí las cumplía, pero ahora la profundidad son dos metros y medio y está mide entre 2,10 y 2,20. Parece que se nota, aunque si es más lenta, es más lenta para todos, estamos en igualdad de condiciones", recalcó Hugo.

La instalación, La Défense Arena, sufrió grandes modificaciones para albergar dos piscinas de 50 metros y dar cabida a un buen tiro de cámara. La empresa encargada de readaptar la piscina fue Myrtha Pools, los encargados de fabricar piscinas olímpicas en los últimos seis Juegos. 

Hugo González durante su prueba de 100 metros espalda. REUTERS.

Para París han creado 24, divididas en las de calentamiento, centros de entrenamiento y las de competición. Siendo estas últimas el objeto de polémica al contar con una profundidad 80 centímetros menor que las de Tokio 2020. "En el momento de la candidatura, se había previsto construir una piscina con cubierta regularizada en Seine-Saint-Denis", explicaba Navizet, director del evento. 

"Hubo varias razones para este cambio de dirección. En el pasado, las piscinas olímpicas con capacidad para 15.000 personas eran demasiado grandes. Pensamos en construir una piscina con una parte desmontable, pero el precio era muy elevado. La Arena de La Défense se convirtió en la opción más razonable y eficaz", añade.

En total, se han utilizado siete toneladas de componentes de acero inoxidable y 16.700 pernos. Se han instalado 450 metros de tuberías microperforadas, conocidas como sistema Myrtha Breathe, que sirven para mantener la calidad del aire y del agua.

La piscina, situada en un pabellón cubierto, es desde su inauguración en 2017 la sede del equipo parisino de rugby Racing 92. Además, es recinto habitual para conciertos. El último, el de Taylor Swift el pasado mes de mayo. 

Sea como fuera, el vaso de la piscina no ha impedido que no se batan algunos récords. Igualmente que Marchand en los 400 metros estilos, el 100 mariposa y el relevo femenino han pulverizado sus anteriores registros olímpicos, aunque todavía no se ha mejorado ninguna plusmarca mundial. La profundidad juega en contra para los nadadores.