El judo español amagaba con seguir generando alegrías a la delegación española en París. Después de que Fran Garrigós estrenara el medallero con su bronce del pasado sábado, Ai Tsunoda tenía la oportunidad de prolongar el estado de gracia del judo nacional con otra presea de bronce.
Para ello debía superar a Michaela Polleres, algo que finalmente no sucedió. La austriaca, vigente subcampeona olímpica, se impuso por Ippon y precintó el bronce ante una Tsunoda que arrancó eléctrica, pero fue de más a menos a lo largo del combate.
Tsunoda llevaba la iniciativa del combate ante Polleres hasta que un error de concentración le costó el bronce. Creyó tener a su adversaria derrotada, con su espalda cerca del suelo, pero la austriaca se giró rápidamente y mandó a la española a la lona. Ippon y final del combate.
La ilerdense, que entrena en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, ha ido dejando destellos de su determinación a medida que avanzaba la competición. Tras vencer a la polaca Pogacnik en octavos -triunfo que le aseguó la repesca- cayó en cuartos contra la croata Barbara Matic, doble campeona del mundo.
Para pelear por el bronce, Tsunoda tuvo que ganar un combate de repesca ante la japonesa Saki Niizie, campeona del mundo en 2023. Ai es doble campeona y europea junior, además de haber subido al tercer escalón del podio en el Europeo absoluto. La ilerdense, de padre japonés y madre francesa, ha tenido una vida marcada por el judo.
Su abuelo, Makoto fue judoca y profesor de Go Tsunoda, padre de Ai, que dirigió al equipo británico en los Juegos de Londres, además de a Portugal y a judocas rusos. Su madre, Céline Roustant fue campeona de España en 2011. Ai, criada en el 'dojo' que sus padres abrieron en Lérida.
Las desgracias nunca vienen solas. El judo español mantenía otra opción de medalla con el hispano-georgiano Tristani Mosakhlishvili, pero también se esfumó. El griego consiguió un waza-ari antes del ecuador de la pelea que le sirvió para hacerse con el metal.