Un nuevo nombre presentaba candidatura para figurar en los libros históricos del deporte olímpico español. El de Jon Rahm. Amagaba con hacerlo mediante letras doradas, como el metal que tuvo en la mano durante tres días y medio y dejó escapar llegado el hoyo 13 de la última jornada.
Rahm había recuperado sensaciones después de llevarse el pasado domingo su primera victoria en LIV Golf, la Liga saudí por la que fichó a finales del año pasado al quebrar su relación con el circuito tradicional. El campeón de dos grandes -US Open 2021 y Masters 2023- no festejaba triunfo alguno precisamente desde aquella victoria en Augusta. "Ganar aumenta la confianza en uno mismo", aseguraba tras arribar en París.
Acabado el hoyo 13, Jon Rahm y Tommy Fletwood se mantenían en cabeza del torneo con -18. A un golpe estaban McIlroy y Matsuyama y a dos el francés Víctor Pérez y el estadounidense Scheffler. El guion se presentaba sinuoso para la pelea por oro, aunque algo más recto para acabar con un metal bajo el cuello. Hasta que llegó el hoyo 14.
El de Barrika cedió el liderato tras una mala gestión de un par 5 asequible, el séptimo birdie de Scheffler le asomó a la cabeza y Rahm entró en una zozobra de la que no logró escapar. Con el oro y la plata encargados para Scheffler y Fleetwood respectivamente, el bronce era lo máximo aspirable.
Jon Rahm necesitaba un birdie para igualar a Matsuyama en la tercera plaza, pero se le fue por muy poco. Le quedaban tres hoyos al de Barrika para revertir un guion que parecía programado, aunque en el 16, logró con un putt de diez metros el birdie que anelaba un hoyo antes y volvía a meterse en la pelea por las medallas.
Cometió un bogey en el 17 que le obligaba en el 18 a realizar un birdie si quería igualar a Matsuyama para jugar un desempate por el bronce. Su bola quedó en el green, pero la opción de birdie tan lejana como la medalla, que se alejó todavía más en su último hoyo y finalizó en quinto puesto.
La mirada de Rahm se volvió cada vez más confusa y se encontró desorientado. Sus enormes brazos ya no hacían llegar las bolas a las calles, sino donde la maleza sepulta e inquieta. Donde la nada te engulle. El golf español se queda sin la que hubiera sido su primera medalla olímpica.