Ni la resignación por no saltar una distancia que ya figuraba en sus piernas -su salto en el Europeo de Roma hace dos meses le hubiera valido el bronce-; tampoco la frustración por no competir bajo unas condiciones adecuadas -la lluvia impregnó el carril de salto-; ni siquiera la impotencia de ver reducida a un salto -el resto perdieron calidad por el agua- la final para la que llevaba años preparándose, pudo con Peleteiro que muestra temple para sacar su caracter rebelde. "Todavía hay Ana para rato".
Orgullosa de sí misma, lo asegura con una sonrisa que ha recogido el testigo de los sollozos dejados sobre la arena del Stade de France. El podio le esperaba, llevaba su nombre, el de la Ana Peleteiro mayúscula, la Ana Peleteiro que reta a Ana Peleteiro en cada salto, la que se siente como Taylor Swift cuando avanza por el carril de salto, pero bajo el agua de París, Ana Peleteiro no fue Ana Peleteiro.
"Dependo mucho de mi velocidad, el plan es llegar lo más rápido posible a la tabla". Esa era la hoja de ruta de Ana Peleteiro para conseguir una presea la final de triple salto. La misma que en Tokio 2020 le llevó hasta el bronce. No obstante, en París el desenlace fue diferente pese a mentener el mismo nudo.
Ana enfilaba el carril del triple salto con una llovizna tenue, pero ciertamente incómoda a la hora de apurar el salto. Centraba su mirada mientras agitaba la mano para fijar el objetivo. Visualizaba los nueve centrímetros que debía mejorar su mejor salto en toda la tarde, pero ni siquiera se acercó. Se esmufamaba así el sueño de una noche de verano.
"No hemos tenido las mejores condiciones para saltar, llovía mucho. No me he encontrado como me pensaba que iba a encontrar después del calentamiento. Me duele que se me escape el bronce porque ese salto lo tengo en las piernas. Me deja un sabor agridulce porque no encontrarme para hacer una marca que he hecho varias veces esta temporada. Pero estoy orgullosa, no puedo ser injusta conmigo misma después de este año, que ha sido durísimo", explica Ana.
A París llegaba con el oro europeo y el bronce mundial en el bolsillo y también después de ser madre y haber demostrado una recuperación titánica para gritar que puede con todo. Había conseguido saltar de nuevo en el mismo tramo que en 2021, cuando se colgó el bronce olímpico y su mente parecía preparada para volver a hacerlo, pero sus piernas no pensaron igual.
No obstante, París no borra Glasgow -donde logró el bronce Mundial-; tampoco Roma -donde se colgó el oro Europeo-. Peleteiro ha recuperado este año los metales y las sensaciones. Ya no tiene miedo, ni dudas. Tampoco ganas de abandonar por la frustración de no recuperar la forma física, algo que sí barruntaba a lo largo del 2023.
Un año cargado de medallas y aprendizajes
El 2024 ha sido el de su redención, en el que ha gritado que sí es capaz de afrontar lo que le venga. "No pienso en la gente que me haya criticado o dudado de mí sino en aquellos que sí creyeron y apostaron por mí. Ese es mi motor. En ningún momento hay odio dentro de mí. Ni odio ni rabia ni malas energías", reconocía antes de los Juegos en una conversación con EL ESPAÑOL.
"A veces se gana y a veces se aprende", reconoce. En París tocó lo segundo, pero ya sueña con que en Los Ángeles 2028 se imponga lo primero. "En tres días estamos ya en otros Juegos". La atleta de los imposibles seguirá saltando. "Hay Ana para rato", recuerden.