Las jugadores de las selección española de fútbol femenino se lamentan por un gol encajado.

Las jugadores de las selección española de fútbol femenino se lamentan por un gol encajado. REUTERS.

Juegos Olímpicos

Una España agotada claudica ante Brasil y queda relegada a la pelea por el bronce en los Juegos Olímpicos de París

La continua serie de errores defensivos condena a las de Montse Tomé (4-1) que no conectaron con el partido en ningún momento ante Brasil. Lucharán por el bronce ante Alemania. 

6 agosto, 2024 23:08

Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. España caminaba por tercera vez a ciegas y sorda de un pie por el precipicio de los Juegos. Se libró de su obituario olímpico ante Colombia, pero lo redactó una Brasil clara de ideas que estampó el matasellos y precintó el certificado de defunción española. El gol en propia puerta de Irene Paredes provocó una herida que Gabi Portilho, Adriana y Kerolin agrandaron y desembocó en la ausencia española de la lucha por el oro olímpico. [Así hemos vivido la derrota de España].

Brasil terminó el trabajo que Japón y Colombia dejaron a medias. Las tres selecciones se pusieron en ventaja, pero únicamente la Canarinha logró culminar su obra. Las prisas nunca son buena compañera de viaje y España las tuvo de copiloto durante todo el trayecto. Inició y acabó desesperada, cometió errores como pocas veces se le había visto antes y la celeridad pudo con ellas. 

"Balón, balón. Pasadme un balón", reclamaba Olga Carmona después de que la pelota golpeara en una jugadora brasileña y fuese posesión para España. Si uno escucha la protesta sin mirar el marcador creerá que el partido enfila el tramo final y las de Montse Tomé tienen prisa por anotar un gol. Habrán errado el primer intangible, pero acertado el segundo porque España tuvo urgencias prácticamente desde el pitido inicial. 

Mariona Caldentey se lamenta ante la celebración de las jugadoras de Brasil.

Mariona Caldentey se lamenta ante la celebración de las jugadoras de Brasil. EFE

Los gritos de Olga, todavía con el marcador sin estrenar, dibujaban un escenario de urgencias en el que el agotamiento y las desconexiones tuvieron un papel protagonista. Cata Coll se enredó contemplando la cubierta del Stade Vélodrome y cuando quiso reaccionar lo hizo tarde y mal.

Se quitó el balón de encima ante la presión de Gabi Portilho, pero la casualidad o el destino juntaron en el mismo lugar la trayectoria del esférico con el cuerpo de Irene Paredes que se metió en propia puerta. El gol dio carta blanca a Brasil que se vio con licencias suficientes como para hacer estragos con cada contragolpe en una defensa española desgobernada, que se pegaba un tiro en el pie constantemente. 

Tardó la campeona del mundo en despertar de su letargo y cuando lo hizo, de manera intermitente, se encontró con el muro levantado por Lorena. Gran portera, mejor actriz dramática. Al igual que en el último partido de la fase de grupos que enfrentó a España y Brasil, la guardameta puso sobre el terreno de juego su reparto de dotes interpretativas para ganarle tiempo al reloj. 

En cualquier caso, el plan de Ribas Elias estaba siendo ejecutado con una precisión milimétrica. El seleccionador estableció en la pizarra marcas individuales para agotar la creatividad de Aitana Bonmatí y fijó una línea de presión alta que, como experimentó Cata Coll en primera persona, les daba redito. España fue débil en la retaguardia e inoperante en ataque, estuvo a merced de algo tan volátil como cara o cruz.

Ludmila fallaba una ocasión clamorosa, de esas que se escucha la celebración de la grada antes de que la jugadora defina. Priscila mandaba fuera un mano a mano. España se estaba salvando hasta que Gabi Portilho asestó una cornada de dos trayectorias con su gol. Más tierra de por medio en el marcador y sobre la bocina, un golpe a la mentalidad de las de Tomé. 

La seleccionadora española agitó la coctelera, pero el resultado fue el mismo. Se mantenía la versión cansada de una España que no ha soportado el ritmo del torneo. Había que acudir a la hoja de alineaciones para comprobar que sí, que las jugadoras que portaban la zamarra española eran las mismas que lograron el Mundial y habían gobernado durante los últimos meses. Figuraban sus nombres, pero no su fútbol.

Salma Paralluelo, con el balón ante la presión de Brasil.

Salma Paralluelo, con el balón ante la presión de Brasil. REUTERS.

El naufragio fue mayor cuando Adriana embocó el tercer tanto a falta de poco menos de quince minutos para el final. Ahí sí, Montse Tomé estimó oportuno contar con las prestaciones de Alexia Putellas y le dio entrada al partido para lanzarse a lo imposible. Salma cazó un balón llovido del cielo para recortar distancias y Alexia, en pleno arrebato de coraje, se topó con el larguero. 

No así Kerolin, que no desaprovechó un nuevo regalo de la defensa española. Era la sentencia, por más que Paralluelo maquillara en el descuento. Adiós a la triple corona Mundial-Nations League-Oro olímpico. Deberán conformarse con el bronce, por el que pelearán ante Alemania. La selección española femenina se desplomó en Marsella. Buscarán emerger en Lyon