Estados Unidos es inevitable. El 'Dream Team' es inevitable. Capaces de borrar en diez minutos el guion escrito meticulosamente durante más de media hora por sus rivales. Un Curry de leyenda opacó (95-91) un partido coral majestuoso de Serbia. Los de Pesic borraron de la pintura al Team USA durante tres cuartos. Le había empujado contra el precipicio a base de triples, y solo retrocedieron ante la reacción imponente de los de Kerr.
Con el pitio final Joel Embiid danzaba sobre la pista interpretando el Freed from Desire, Curry y LeBron James se fundían en un colosal abrazo, Durant saltaba junto a Davis y Booker festejaba con Holiday el billete a la final olímpica. Golpes en el pecho, gritos, choques de manos... el Dream Team hacía como si no hubieran tenido que salir del infierno para ganarse la presencia en la batalla final contra Francia, la anfitriona.
A LeBron James le vino un déjà vu griego a medida que avanzaba el encuentro. Él, que estuvo presente en la debacle de Atenas 2004 contra Argentina -también en semifinales- estuvo cerca de repetir sensaciones dos décadas después y precintar su aventura olímpica como inició: con una dura decepción.
Estados Unidos llegó sufrir una desventaja de 17 puntos, inició el último cuarto 13 abajo tras una exhibición de Bogdanovic desde el triple y se vio obligado a sacar la versión NBA que, hasta el momento, estaba opacada por el modo All-Star con el que se presentaron sobre la pista. Sin idea clara de juego, sin solidez defensiva y con una Serbia que fue la casa desde abajo, desde el trabajo en la retaguardia.
En ataque mucho juego exterior, con el mencionado Bogdanovic cimentado a base de precisión y únicamente Jokic chocando en el interior con Embiid primero y David después. Mal asunto lo de subestimar a la subcampeona del mundo. Kerr mandó a los suyos a defender, aunque algo tarde porque el combinado balcánico ya se había subido a las barbas.
Los de Pesic abrazaron el descanso con un gran acierto en triples, superiores en el rebote y encontrando superioridades tanto por fuera como por dentro. El 'Dream Team' se sostenía por la clase individual de sus jugadores. Cada uno realizaba el monólogo por su lado. Primero James, después Durante y finalmente Curry, que sacó del embrollo un partido que se fue al último cuarto con 13 de desventaja.
Tocaba remontaba épica. Puerta grande o enfermería. Y se impuso lo primero. Los dioses se convirtieron en terrenales, bajaron al parquet para enderezar el rumbo. Serbia, que había sido letal, dejó de anotar triples y vio como en ausencia de ese acierto se desvanecía toda la ventaja y Curry precintó el partido.
Fue entonces cuando Embiid danzaba, LeBron se daba golpes en el pecho y Durant saltaba. Como si no hubiera pasado nada, pero el susto había sido serio. La final soñada ya está aquí. Francia y Estados Unidos. La anfitriona ante las estrellas. París dictaminará qué brillo es más intenso.