Los sueños de Jordan Díaz se convirtieron en realidad en un Saint-Denis que contempló maravillado y exaltado uno de los grandes hitos del atletismo español. Cuya genética, estética y técnica provienen del otro lado del Atlántico. Jordan Alejandro Díaz Fortún saltó hasta los 17,86 y ascendió al cielo del triple salto español con un oro olímpico majestuoso.
Cuando se convirtió en campeón de Europa -hace dos meses- en su estreno con la selección española, el saltador transmitía su intención de convertirse en plusmarquista mundial y campeón olímpico. Sus argumentos no eran para vislumbrar otra aspiración. Lo segundo ya lo tiene, tras una prueba que lideró desde su primero hasta el último salto.
Jordan Díaz encaraba el carril del triple salto con una llovizna tenue, algo incómoda a la hora de apurar el salto. Índoles que condicionan el salto. Que le pregunten a Peleteiro. No obstante, lo que no se borraba era sonrisa del hispano-cubano, perteneciente a esa generación de campeones sonrientes en situaciones tensas.
El primer salto se antojaba vital, ya que la pista iría aumentando su humedad a lo largo de su desarrollo y las condiciones del carril irían empeorando. Una situación idéntica a la que pudo con Peleteiro. Por ello, la primera intentona podía ser definitiva. Y Jordan Díaz lo sabía.
Mientras todos los saltadores apuran la tabla, él, sentado, mantiene la tranquilidad. El discípulo de Iván Pedroso -cuánto le debe el atletismo español al técnico cubano- se ha impuesto, entre otro, al portugués Pedro Pichardo, campeón olímpico en Tokio 2020. Lo hizo a la primera, sin necesidad de tener que volar por encima de los 18 metros que superó en Roma.
Marcó un 17.86 inalcanzable para el resto de saltadores. Pichardo envidó con seguirle el ritmo marcando un salto únicamente dos centímetros inferior en su segundo intento. Pero no se movió nada. Jordan, además, estableció la segunda mejor marca y obligaba al portugués a superarle. De nada le valía el empate porque el habanero saldría victorioso.
Pichardo debía arriesgar. Estirar la zancada y apurar en la tabla, pero tuvo que claudicar. Jordan Díaz incluso renunció al sexto salto, la victoria ya estaba asegurada. Fue en ese momento cuando se acercó a la grada, se dio un abrazo con su entrenador y cogió una bandera de España antes de acercarse a la inmensa campana que solo tienen el privilegio de hacer sonar los campeones olímpicos.
"Estaba muy tenso. Hay muy buenos atletas, en cualquier momento se me podía escapar. Tengo un gran equipo. Ahora el collar que llevo con los aros olímpicos tiene más sentido", asegura el nuevo oro olímpico en triple salto. La campana suena en París y su estruendo trasciende a la historia del atletismo.