Adiós al maleficio. Por fin, la selección española de waterpolo femenino está en lo más alto del podio y puede presumir de ser campeona olímpica. El oro ya está al cuello de todas las heroínas que por primera vez en la historia han conseguido derribar la barrera de la plata para ser las mejores del planeta.

A España no le pudo la presión ni el escenario. Tampoco el peso histórico. Australia se presentaba como el último obstáculo hacia el metal más preciado del mundo, pero tampoco fue rival suficiente para las españolas. 

La exhibición de la final fue el último paso de un torneo prácticamente perfecto. A medida que avanzaron estos Juegos Olímpicos, el combinado nacional fue dejando síntomas de mayor consistencia, y una vez superado el momento crítico de las semifinales con los penaltis ante Países Bajos el desenlace no podía ser otro que el primer oro de la historia. 

Australia arrancó por encima en el marcador, una buena muestra de que la final no iba a ser ni mucho menos coser y cantar. Sin embargo, este equipo tiene una fe ciega en su trabajo, cree a pies juntillas en lo que hace, y eso se vio reflejado en el agua. 

Pronto el luminoso estaba volteado y reflejaba un 2-1 favorable a España. Los goles de Paula Leiton y Elena Barril le dieron la vuelta al partido, pero cuando parecía que el primer parcial iba a ser favorable a las españolas, Australia empató en el último segundo.

El guion de partido era muy diferente a lo vivido en las semifinales y en los cuartos de final. España había demostrado una facilidad anotadora increíble, pero este encuentro iba a ser mucho más cerrado. No por la defensa férrea de ninguno de los dos equipos, fue más bien porque llegaron muchos errores no forzados y casi nadie supo sacar provecho de sus superioridades numéricas.

La selección femenina española realiza un ataque. REUTERS

El segundo cuarto comenzó con dos paradas gigantescas de Martina Terré. La guardameta española desbarató dos ataques consecutivos de Australia, y eso lo secundó el resto del equipo porque Maica volvió a poner por delante a España. El único gol de ese parcial, una buena muestra de lo fallones que estuvieron los ataques de unas y de otras.

España se estiró de manera esperanzadora nada más arrancar el tercer cuarto. Dos goles consecutivos de Bea Ortiz pusieron el 2-5 en el marcador para mandar a las españolas tres arriba, una renta que amenazaba con romper el partido. Aunque Australia quiso resistirse, un tercer tanto de Bea Ortiz frenó las aspiraciones de las oceánicas, y las de Miki Oca entraron al último cuarto con todo a favor, así que sólo tenían que ratificarlo. 

Lejos de asustarse, lejos de arrugarse, el último cuarto se convirtió en una fiesta para España. Hubo un momento de duda cuando Australia se colocó a un único tanto de distancia, pero a partir de ahí las españolas se forzaron de una manera impresionante que desembocó en el oro. 

Bea Ortiz, Maica García y Anni Espar llevaron el marcador hasta un 7-11 definitivo al que era ya materialmente imposible darle la vuelta pese a que restaran todavía casi 3 minutos delante. Australia tuvo un último arranque de orgullo para maquillar el resultado, pero España ya estaba de celebración.

Con el final del partido, la fiesta se desató en el agua irremediablemente. No era para menos. Era la primera vez que la selección femenina se colgaba el oro y por fin conseguía derribar la barrera de la plata. El camino ya está abierto para los siguientes Juegos.