"Las 22 medallas de Barcelona 92 pueden caer en París". Fue el mantra trasladado por el Comité Olímpico Español, con Alejandro Blanco a la cabeza, desde antes del encendido de la llama olímpica en los Jardines de las Tullerías. 13 oros, 7 platas y 2 bronces, esa era la cifra a batir por la delegación nacional en la capital francesa.
El objetivo no cambia pasados los 32 años, ahí sigue el deporte olímpico español, algo estancado consigo mismo. París presentaba su candidatura para relevar a Barcelona como ciudad más laureada para España y apagó la llama olímpica como quinta urbe en la que la delegación española ha conseguido más medallas, por debajo de Barcelona 92; Atenas 2004; Pekín 2008 y Londres 2012.
El contador de medallas que presidía el edificio de los deportistas españoles en la Villa Olímpica detuvo su conteo en 18. Y en ese número, las proyecciones del Comité Olímpico Español se dieron de bruces con la realidad. "Tal vez hicieron previsiones muy optimistas, quizás la realidad del país no era para tanto. Esto nos enseña que se debe replantear la manera de preparar unos Juegos".
La reflexión es discurrida por Franco Pinotti, coach FIBA, exresponsable de scouting y director técnico de arbitraje en la Liga Endesa y entrenador del programa deportivo de ITW Sport. El italiano elucubra durante su conversación con EL ESPAÑOL sobre el modelo olímpico español. En 1988 se crearon las llamadas becas ADO. Un programa con inversión pública y privada que fue destinado a los deportistas con el objetivo de mejorar su rendimiento para Barcelona 92.
En aquel ciclo olímpico, cada empresa que entraba a patrocinar el programa ADO asumía el apoyo de una disciplina deportiva. Cada corporación invertía entre 30 y 150 millones de pesetas (entre 180.0000 y 900.000 euros). Participaron estaban Coca-Cola en atletismo, Leche Pascual en natación, Seat en ciclismo, Bimbo en tenis y Renfe en piragüismo.
Cénit inversor en Barcelona 92
Ese primer ciclo fue un gran éxito para el deporte español, con el plan ADO alcanzando una financiación récord de 79 millones de euros, la más alta en su historia. No obstante, la inversión privada ha ido disminuyendo cada año y el CSD se ha visto obigado a incrementar su contribución. De ser un 56% en 2019 al 79% en 2021 e incluso llegando a financiar de manera íntegra en 2022 y 2023.
Para París 2024, el CSD asume el 75% de la financiación de estas becas, que se apoyan en cuatro entidades patrocinadoras: Loterías y Apuestas del Estado, Colacao, Renfe y El Corte Inglés. La novedas más significativa para 2024 ha sido la puesta en marchadel programa CSD Team España que complementa las becas ADO.
La dotación presupuestaria durante el último trienio alcanza los 50 millones de euros. De él se benefician deportistas, entrenadores y personal de apoyo. Este programa ha permitido una preparación más individualizada y reforzar las estructuras técnicas al facilitar el acceso a más herramientas de trabajo como servicio médico, psicológico, mayor número de analistas, mayor número de concentraciones...
"España debe cambiar su manera de preparar unos Juegos. Los grandes países invierten millonadas. Por potencial, España debería aspirar a más. Otras naciones como la italiana, que están económica y políticamente por detrás de la española, les mejora en el medallero porque el se involucra. Pero lo hace como Estado, sin depender de la ideología de un partido político", explica Pinotti a este periódico.
Cuestión de Estado
El modelo olímpico español no ha superado los exámenes desde Barcelona 92. Se ha quedado anclado en aquellos Juegos, algo obsoleto. "Hay que cambiar la importancia que se le da al deporte en la sociedad. Se suele pensar que el deporte es diversión y sí, lo es, pero también va más allá. La educación deportiva en los colegios de este país es un puñetero desastre. Dan una o dos horas a la semana y ya está. Es un problema educativo y a largo plazo hay menos gente especializada en un deporte en concreto. El Estado debe intervenir", reflexiona Pinotti.
Desde 2022, el mínimo de horas lectivas de Educación Física es de 50 horas por curso escolar. Esto quiere decir que el Estado sigue considerando menos de hora y media semanal como el mínimo de tiempo efectivo de la materia de Educación Física. No alcanza ni la mitad de lo recomendado por Unesco, Consejo de Europa y las diferentes evidencias científicas.
"Una hora de educación física no sirve para nada. El deporte forma parte de la educación, que es algo que en España no se ha entendido muy bien. El Estado debe aumentar las horas y que las impartan profesores especialistas, no tutores de otras materias. Francia, que ha arrasado en estos Juegos, tiene una estructura que invierte en deporte de alto nivel y en el escolar. Y así van creando un pozo de deportistas que en algún ciclo olímpico termina por rebosar".
Mayor y mejor inversión trae consigo éxitos superiores. España ha invertido 50 millones de euros, mientras que países como Gran Bretaña 400. La inversión del COE se encuentra a la altura de Finlandia, sin medallas en París 2024. El modelo español se encuentra desfasado. Se premia con becas a los que más campeonatos ganan y se deja en un segundo plano a deportistas que buscan impulsarse desde abajo. El relevo generacional debe realizarse.
Una cantera olímpica
En un momento en el que aumentar la inversión es una empresa complicada, el modelo italiano emerge como opción a implantar. Desde la década de 1950 (antes de los JJOO de Roma 1960), el Comité Olímpico Nacional Italiano (CONI) estableció acuerdos con diferentes cuerpos militares del país para crear grupos deportivos vinculados a cada uno de ellos. Con el tiempo, el apoyo financiero del estado permitió que se convirtieran en un refugio para los deportistas, ofreciéndoles la oportunidad de desarrollarse como atletas mientras garantizaban su futuro laboral.
Cerca del 70% de los atletas de la delegación italiana pertenecen a alguno de los ocho grupos deportivos militares. Estos incluyen cuatro de las Fuerzas Armadas (Ejército, Marina, Fuerza Aérea y Carabinieri) y tres de la Policía ('Fiamme Oro', 'Fiamme Azzurre' y 'Fiamme Gialle'), además del cuerpo de bomberos ('Fiamme Rosse'). Este sistema ha alcanzado su cénit en París con 40 medallas, doce de ellas de oro.
"Italia no es un país de fenómenos, pero el estado fomenta una cantera olímpica. Ofrecen trabajo y pagan un sueldo, pero te pasas la vida entrenando. Y en caso de no llegar a ser un gran campeón, no abandona al atleta, le permite trabajar en el servicio público. Este fuerte apoyo hay que darlo de manera continuada. Hay que analizar la idiosincracia de la sociedad española para encontrar la fórmula", finaliza Pinotti.
El modelo olímpico español continúa suspendiendo exámenes. El último, en París 2024, significó el descalabro de una delegación cuyas predicciones rozaban las 30 preseas. El próximo llegará en Los Ángeles 2028. Cuatro años para estudiar.