Carlos Sainz: entre el gafe eterno y su segundo Dakar
Líder con 56 minutos sobre Al-Attiyah y hora y tres con Peterhansel (sanción mediante), al español nunca ha dejado de perseguirle la mala suerte.
16 enero, 2018 01:29Noticias relacionadas
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“Yo no toqué a nadie. Vi el quad de Koolen, le marqué el aviso de adelantamiento y se salió un momento de la pista al querer dejarme paso. Luego regresó a pista y lo esquivé de milagro. Si lo hubiera tocado, le hubiera hecho mucho daño. Perdió él solo el control al marcarle el aviso de adelantamiento. No temo ninguna sanción. Si alega que no paré a socorrerle es porque yo no tengo espejos ni nada parecido. Yo no le toqué y él seguía en ruta”.
A veces, parece que mala suerte y Carlos Sainz son sinónimos. El piloto madrileño no se libra del gran hándicap que ha marcado su carrera ni en sus mejores momentos. Da igual que empiece a ver cercano su segundo triunfo final en el Dakar (líder en coches con 56 minutos de ventaja sobre Nasser Al-Attiyah; una hora y tres minutos con respecto a su compañero de equipo en Peugeot y máximo rival, Stéphane Peterhansel): los sustos vinculados con el infortunio no se los quita nadie.
En plena jornada 'de descanso' (la novena etapa del rally se suspendió debido a las inclemencias meteorológicas), una amenaza de sanción apareció en el camino de Sainz. Esta se acabó cumpliendo, aunque las consecuencias fueron leves: sólo 10 minutos perdidos. Todo por la queja de uno de los fundadores de Booking, el holandés Kees Koolen. Este compite en quads y alegó no haber sido socorrido por Sainz (quien le golpeó según Koolen) tras un accidente que sufrió en la séptima etapa.
Aunque, como el líder del Dakar vaticinó en las declaraciones para Marca con las que arranca este texto, todo, aun con penalización, quedó en un mal sueño. Ya hubo demasiadas pesadillas que se hicieron realidad a lo largo de su trayectoria. Con grandes gestas (dos Mundiales de Rallyes, una Copa del Mundo de Rallyes Cross Country en 2007, el Dakar de 2010 y hasta un Campeonato de España de squash), pero también sinsabores demasiado amargos. Ya lo deja claro su palmarés, en el que, por increíble que parezca, hay más abandonos (45) que victorias (26).
La primera victoria en el Mundial… que nunca llegó
Sainz y su por entonces inseparable copiloto Luis Moya estaban a punto de ganar una prueba del campeonato por primera vez en 1989. Habían sido líderes provisionales del Rally de Gran Bretaña tras su primer tramo y también iban en cabeza a falta del último. Sin embargo, el diferencial central de su Toyota Celica se rompió: tuvieron que conformarse con el segundo puesto.
Adiós a los dos títulos consecutivos
Otra vez en el Rally británico, pero de 1991, la desgracia se cebó con Sainz. Podía haber ganado su segundo título mundial tras el conquistado en 1990, pero acabó tercero la prueba decisiva. El coche le había fallado a la hora de la verdad, como en la anterior carrera: un Rally de Cataluña en el que abandonó porque su Toyota se detuvo en plena segunda etapa. Allí perdió el liderato del Mundial, que ya nunca recuperaría.
Y, de repente, aparecieron unos troncos
Tras ganar otro Mundial (1992) y tener unos años más tranquilos en lo que a problemas se refiere, el mal fario volvió a perseguir a Sainz. De nuevo, cómo no, en Gran Bretaña. Sus opciones para ganar el título en la última cita del campeonato de 1994 (que las había) se esfumaron en cuanto unos troncos aparecieron en mitad del trazado. Salida de pista, abandono y un “La cagamos, Luis” para la historia.
McRae sí escapa de la mala suerte
Otro subcampeonato del mundo para Sainz en 1995, aderezado con los consiguientes caprichos amargos del destino. Y en Gran Bretaña, claro. Empatado a puntos con el legendario Colin McRae antes de cerrar el Mundial, los pinchazos de Makinen y Erikson dejaron al escocés y Sainz como únicos contendientes por el título.
Mcrae también pinchó, pero acabó recuperando el minuto que le sacó el español por el percance y le adelantó. Lo peor es que ambos pilotos eran compañeros de equipo y hubo suspicacias sobre si el Subaru Impreza de uno era más rápido que el del otro.
“¡Trata de arrancarlo, Carlos!”
Tras dos terceros puestos consecutivos en el Mundial (a pesar de la oveja que se cruzó en su camino en 1997, obligándole a retirarse de una prueba), Sainz vivió el momento más dramático de su carrera en 1998.
A 500 metros del final del último tramo del Rally de Gran Bretaña, cuando estaba a punto de ser campeón del mundo por tercera vez, su Toyota Corolla se rompió. La desesperación de Luis Moya y del propio Sainz no sirvió para nada: no se podía empujar el coche hasta el último enlace, a 70 kilómetros de donde estaban, en 20 minutos, el tiempo del que se disponía.
Rey de las desgracias en el Dakar
Tras retirarse del Mundial de Rallyes en 2004 (volvió a ser el tercer mejor piloto del campeonato en 2000, 2002 y 2003), Sainz siguió en primera línea gracias a sus incursiones en esta carrera. Y a la mala suerte que siguió acompañándole en ella, salvo en 2010.
En 2009, una caída por un barranco de unos cuatro metros a tres etapas del final puso fin a su liderato (con casi 28 minutos de renta) y a su concurso. Además, su copiloto se lesionó debido al accidente.
En 2011, perdió todas sus opciones de triunfo al caer en un socavón en la undécima etapa: se le rompió la suspensión delantera del Volkswagen Touareg y cayó de la segunda a la tercera plaza de la general. La cosa fue peor con el Buggy en 2013: un fallo en un GPS que perjudicó a sus tiempos, problemas electrónicos, pérdida de combustible (le tuvieron que remolcar hasta meta cuando le pasó esto) y una avería que provocó, finalmente, su adiós al Dakar en la sexta etapa.
Aún hay más tragedias en su historial. En 2014, su coche quedó destrozado en el noveno día de competición tras un accidente en el que dio dos vueltas de campana. En jornadas anteriores, pinchó, se perdió, tuvo problemas eléctricos, se saltó un punto de control y sufrió una rotura de suspensión que le tuvo parado más de una hora.
Y, hasta la fecha, Sainz nunca ha terminado el Dakar con Peugeot: se chocó contra una piedra de gran tamaño y volcó en 2015, sufrió una avería en la caja de cambios en 2016 y volvió a caer por un barranco, dar varias vueltas de campana y destrozar el coche en 2017. ¿A la cuarta irá la vencida contra el gafe?