Una nueva tragedia ha sacudido el mundo del motor. La piloto Jessi Combs murió intentando conseguir su sueño: convertirse en la mujer más rápida del mundo. Un accidente abordo de su coche de 52.000 CV le costó la vida. La estadounidense no logró conseguir el objetivo que perseguía desde el 2012 pero su valor quedará presente.
Las causas del fallecimiento aún no se han dado a conocer. No obstante, su familia ha querido manifestarse públicamente: "Su sueño era convertirse en la mujer más rápida de la tierra, un sueño que perseguía desde 2012. Era una soñadora con el valor para convertir en realidad esos sueños, ya que dejó la tierra pilotando más rápido que ninguna otra mujer en la historia".
El accidente tuvo lugar en un lago seco del desierto de Alvord, Oregón, mientras entrenaba. Su meta era superar a Kitty O'Neil con una velocidad de 824 km/h y conseguido en 1976.
El compañeros de la piloto, Terry Madden, quiso despedirla a través de Instagram con un emotivo mensaje: "Desafortundamente, la perdimos ayer en un terrible accidente. Yo estaba allí y creedme que hicimos todo lo humanamente posible por salvarla. Tenía un espíritu increíble".
"Los amo a todos y les agradezco a todos por ser tan buenos amigos con ella, ella dedicó su vida a ayudar a apoyar los sueños de otros y les prometo que seguiré haciéndolo", concluyó.
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