Tras diez años en América Latina, donde el rally Dakar encontró un terreno diferente al tradicional de África, la carrera presentó este miércoles su recorrido para 2020, por vez primera en Arabia Saudí, donde las dunas y el desierto devolverán a los participantes a sus años originales.
El director de la carrera, David Castera, afirmó a EFE que la edición del año próximo, que comenzará el 5 de enero en Yeda, en la costa del mar Rojo, integrará todos los ingredientes clásicos de la carrera y que su ganador "tendrá que ser un auténtico dakariano".
"Hemos descubierto muchas sorpresas en el desierto saudí, porque es grande, hemos tenido mucho donde elegir", agregó el expiloto, que divide el recorrido de 2020 en dos partes: una primera marcada por las pistas de tierra, los barrancos y los desfiladeros; y la recta final, donde la arena y las dunas serán omnipresentes.
El ecuador se vivirá en la jornada de reposo, el 11 de enero en Riad, momento en el que la carrera pondrá rumbo al sur, a la zona más desierta e inhabitada del país.
El rally se lanzará con rumbo al norte, con destino a Al Wajh, bordeando la costa del mar Rojo, con "un compendio de todas las dificultades que les esperan", según Castera.
Al día siguiente llegarán al extremo norte, frente a la península del Sinaí, en Neom, donde la conducción marcará la clave.
En torno a esa ciudad discurrirá la tercera etapa, entre caminos de piedra y cañones, con el punto culminante de la edición a 1.400 metros, antes de poner al día siguiente rumbo al sur, camino a Al Ula, la ciudad de piedra que los saudíes comparan con la Petra jordana.
Será un primer contacto con las dunas, que cobrarán todo su esplendor al día siguiente en ruta hacia Ha'il y, sobre todo, el 10 de enero camino de la capital saudí.
Allí se marcará la jornada de descanso que dará lugar a una segunda parte que se desarrollará enteramente en escenarios arenosos.
La más larga etapa del rally llevará a la caravana de coches, motos, camiones y otros vehículos hasta Wadi Al-Dawasir, tras atravesar cordones de dunas encadenadas que se combinan con caminos pedregosos, lo que obligará a los participantes a combinar navegación y conducción.
Un bucle en esa ciudad constituirá la octava jornada, marcada por el regreso de los desfiladeros, pero también por una larga línea recta de 40 kilómetros en el medio del desierto donde los pilotos podrán dar gas a sus máquinas.
Será el punto más meridional antes de dirigirse al este, en Haradh, la región gasista y ganadera del país, destino de la novena etapa marcada por las pistas duras, donde los vehículos sufrirán.
Desde esa localidad se lanzará la etapa siguiente, la primera de las dos jornadas "maratón", en la que los participantes no podrán reparar sus vehículos tras la carrera.