La crisis de Ferrari, un arma de doble filo para Carlos Sainz: ¿fue un error fichar tan pronto?
La escudería italiana debe decidir si intentar revertir la situación para luchar por el Mundial o pensar en el próximo año y apostar por Carlos y el futuro.
14 julio, 2020 23:50Noticias relacionadas
El drama se ha apoderado de la escudería Ferrari. Un gigante de la Fórmula 1 como el equipo italiano se encuentra en sus horas más bajas, en el momento más crítico de sus últimos años. Hasta ahora, una situación de crisis para los de Maranello parecía ser estar lejos del equipo de cabeza sin opciones de pelear por las victorias. Sin embargo, en este arranque de temporada 2020 han tocado fondo.
Ferrari está ofreciendo una imagen oscura y gris, sin ideas, alejada del éxito y el glamour que dan color a su historia. Con dos pilotos de enorme talento desesperados hasta echarse el uno al otro de la pista, Ferrari es hoy en día un equipo a la deriva, una sombra de sí mismo que se encuentra a la cola en prestaciones y mejoras respecto a un coche que llevaba varios años fracasando, pero que al menos permitía luchar por subcampeonatos.
Su única luz en los últimos meses fue la mejora en su unidad de potencia que le permitió anotarse tres triunfos consecutivos pero que han traído consigo la más absoluta de las miserias tras un pacto secreto con la FIA en el que ocultaron a toda la parrilla la ilegalidad de los italianos.
Una ilegalidad que no se pudo demostrar por falta de medios, pero que fue tan flagrante que aun hoy se encuentran pagando las consecuencias. Aquel avance supuso la primera palada que empezó a cavar la tumba de un equipo que debe mirar hacia un futuro en el que aparece la figura de Carlos Sainz, especialmente preocupado por el rumbo que tome el equipo en lo que resta de campeonato.
El principio del fin
Todo comenzó en septiembre del año 2019. Ferrari estaba haciendo un más que decepcionante año, muy por debajo de lo esperado teniendo en cuenta la grandeza histórica de una escudería considerada la mejor de siempre. Todos los pilotos sueñan con subirse algún día a un Ferrari y emular a los Schumacher, Alonso, Fangio o Lauda, sin embargo, el año de la escudería italiana estaba siendo una calamidad.
El equipo formado por un tetracampeón del mundo como Sebastian Vettel y un enorme talento emergente como Charles Leclerc solo había cosechado 11 podios en 12 carreras y ninguna victoria, lo que les hacía situarles fuera del podio del mundial de pilotos, comandado por Hamilton, Bottas y Verstappen.
Sus rivales de las flechas plateadas ya habían conseguido un total de 19 podios, mientras que la joya de Red Bull, con un coche en teoría más lento, ya había sumado dos triunfos en el campeonato. Esta situación provocó que Ferrari tuviera que acudir a la desesperada a por una mejora que les hiciese dar un lavado de imagen profundo a la temporada.
El momento elegido fue el circuito de Spa-Francorchamps, en el Gran Premio de Bélgica, cuando llegó el primer triunfo del año de la mano de un jovencísimo Leclerc. Acto seguido, y como por arte de magia, llegaron otra del piloto monegasco en casa, en el circuito de Monza, y un doblete en Marina Bay, Singapur.
Tras una temporada nefasta, las mejoras introducidas por Ferrari les llevaron a alzar los brazos y subirse a lo más alto del podio en tres carreras de forma consecutiva, incluyendo ese mágico doblete, algo que el resto de escuderías no dieron por bueno. Todos los equipos de la parrilla, salvo los que montaban motores Ferrari, decidieron quejarse por esta inusual resurrección que respondía al uso de una unidad de potencia que tenía toda la pinta de incumplir las normas del reglamento.
Tras esta queja generalizada que obligó a la FIA a realizar una investigación volvió a llegar una caída en el rendimiento del Ferrari, que había vuelto a ser ese coche lento y previsible que había sido durante toda la temporada. Ninguna victoria más y solo cuatro podios en las seis últimas carreras para dar por concluida una temporada decepcionante donde terminaron a casi 200 puntos del campeón Lewis Hamilton y a casi 200 puntos también del equipo Mercedes.
Sin embargo, lo peor estaba por venir. La investigación de la FIA terminó con un resultado sin precedentes. Un pacto secreto con la propia escudería Ferrari del cual no han trascendido los puntos de acuerdo, pero del que sí se han visto las consecuencias. Nunca se decidió si aquellas mejoras fueron ilegales ni se le retiraron las victorias ni los puntos a la escudería, pero tampoco se volvió a ver aquel ritmo imponente de los monoplazas italianos que les había devuelto a la batalla.
Aquel pacto, donde todo hacía indicar que alguien había revelado a la FIA una irregularidad que ellos mismos no podían demostrar a cambio de inmunidad y oscuridad, terminó con el crecimiento de una escudería y empezó con la crisis de una leyenda.
En caída libre
Aquella polémica pasó sin que la FIA resolviese abiertamente el suceso, lo que provocó un escándalo mayúsculo en la parrilla. Fue como admitir secretos y pactos entre un equipo y el estamento que debe regir y arbitrar una competición. Sin embargo, aquel "perdón" ha terminado por significar una sentencia de muerte.
El resultado hoy en día de una unidad de potencia poco evolucionada y de un coche peor que el del año pasado es que los Ferrari, en el mismo circuito y en las mismas condiciones, se encuentran un segundo por vuelta más lentos que el año pasado. En tan solo dos carreras se ha hecho visible que Ferrari este año no podrá luchar por el Mundial y que, además, lo tendrán difícil para luchar por los podios.
En los dos primeros fines de semana del campeonato han demostrado ser el segundo coche más lento de la parrilla, con una conducción que requiere un esfuerzo titánico y que solo la suerte y el enorme talento de sus pilotos les puede hacer rascar algo positivo.
En lo que va de temporada, las sensaciones ya han sido dramáticas y pintan de negro el futuro de la escudería. Con solo dos coches de cuatro clasificados para la Q3, un podio y dos abandonos, el equipo se encuentra quinto en el Mundial de constructores con 19 puntos, de los cuales 18 son de Leclerc y tan solo uno es de Vettel.
La crisis es inminente y Ferrari tiene muy complicado escapar de ella tal y como se presenta el campeonato. El hecho de realizar tan malas clasificaciones provoca que sus coches salgan desde muy atrás, viéndose envueltos en situaciones de tráfico constantemente. Debido a esta frustración llegó la catarsis del segundo Gran Premio de Austria en el que los dos Ferrari se encontraron en la misma curva sin espacio ni tiempo para reaccionar. Leclerc embistió a Vettel arruinando la carrera de ambos y transformando en críticas las alabanzas recibidas el primer día tras el estoico segundo puesto del debut.
La primera carrera demostró que ‘Seb’ está perdido para la causa tras un gran premio desastroso en el que terminó penúltimo tras haber provocado un toque con Carlos Sainz. Sin embargo, el segundo evidenció que la mala situación con el equipo por la falta de rendimiento y las tiranteces con el piloto alemán en su último año también pueden acabar con el talento de Leclerc.
Dos carreras, muchos fracasos, pocos puntos y ninguna esperanza por el futuro. Esa es la radiografía actual de una escudería abocada al fracaso este año, salvo un inesperado giro de 180 grados que hoy parece impensable. Y en esa encrucijada se encuentra la solución, pensar en el futuro o intentar revertir la situación.
El momento de decidir
Debe ser muy triste para un equipo y unos pilotos que aspiran a todo encontrarse en una situación como la que se encuentra hoy Ferrari. Pero, también debe ser muy triste observar desde la distancia como el que va a ser tu futuro equipo, se hunde. En esta situación se encuentra Carlos Sainz, que mira desde fuera como Ferrari se encuentra ante la situación más difícil de su historia reciente.
Los del cavallino rampante llevan varios años intentando crear un coche que resulte competitivo para luchar por el Mundial y romper así una sequía que dura 13 años en el caso del campeonato de pilotos y 12 en el de constructores. Sin embargo, salvo milagro que no parece que vaya a suceder, este año sumará un nuevo cero al casillero italiano. Por ello, Ferrari debe ser inteligente y mirar al futuro sin cerrarse ninguna puerta. La situación es tan dramática que pensar en el próximo año podría ser la solución al problema actual.
El espíritu combativo y el orgullo de una casa legendaria les obliga a intentar seguir peleando por un Mundial del que solo se han corrido dos carreras, pero la inteligencia también tiene que hacer frente para poder mirar las cosas con cierta perspectiva.
Ferrari cerrará una etapa de su historia esta temporada, la de Sebastian Vettel, y abrirá una nueva repleta de juventud y talento con Charles Leclerc y, sobre todo, Carlos Sainz. Si la escudería italiana se empeña en intentar remontar una batalla perdida en la que gastar tiempo y recursos, podría llegar nuevamente diezmado al campeonato del próximo año, lo que daría al traste con las opciones de un Carlos que sueña con levantar el título vestido de rojo.
En esa tesitura se encuentra ahora mismo la casa de Maranello, que ya prometió mejoras para este segundo gran premio y que se tradujeron en un nuevo fracaso tanto en seco como en mojado. La receta parece que se repetirá en Hungría, donde el paquete conseguido será superior, aunque quizás no lo suficiente como para escalar los puestos que son necesarios para pelear con Mercedes y Red Bull. Hamilton y Bottas están en otro mundo y solo el talento de Verstappen parece hacerles frente en determinadas ocasiones.
Pero, no es Ferrari quien va a alcanzar ese puesto de aspirante que buscan las balas plateadas, teñidas de negro reivindicativo este año, si no que es la escudería italiana quien, con la vista puesta en 2021, el cambio de reglamentación y la limitación del presupuesto a 145 millones, deben optimizar sus recursos para pelear por un Mundial lo antes posible, puerta que parece cerrada este año pero que podría abrirse el próximo, el de la llegada de Carlos.
Carlos Sainz, a la expectativa
Carlos Sainz sí ha confirmado las buenas sensaciones dejadas el año pasado. Tras su podio en la penúltima carrera de la temporada pasada que le dieron ese aplomo y esa madurez para sentirse importante, ha cuajado dos buenas actuaciones en las dos pruebas que se han disputado en el circuito de Austria. Sin embargo, es inevitable que el madrileño tenga un ojo puesto en lo que sucede en Ferrari.
No es la mejor noticia para él lo que está pasando en la escudería italiana, que vaga muy lejos del nivel esperado y que podría seguir cavando su propia tumba si no actúa con rapidez e inteligencia. Su intento por darle la vuelta a una situación apocalíptica puede mermar el rendimiento del próximo año y poner piedras en el camino que Sainz debe empezar a construir en 2021.
Carlos está acostumbrado a recoger coches con rendimientos muy bajos y hacerles rodar a un nivel superior del esperado, sin embargo, su fichaje por Ferrari no responde a ese perfil. El actual corredor de McLaren que ha hecho crecer al equipo inglés, a Renault y a Toro Rosso no se muda a la escudería más laureada del mundo para seguir evolucionando un coche de medio pelo, si no para aterrizar en una estructura que le permita pelear por todo. Y, hoy en día, Ferrari no es ese equipo.
Nadie puede criticar el paso lógico que ha dado Carlos, pero lo cierto es que se producirá en un momento impensable hace tan solo unos meses, en el punto de mayor crecimiento para los de Woking, capaces de pelear por el podio en estas dos carreras, y en el punto más deprimente de Ferrari, coleccionado abandonos y decepciones. Además, este crecimiento del equipo McLaren vendrá unido al cambio de motor del próximo año, ya que la escudería inglesa pasará a llevar motores Mercedes.
Además, el mal rumbo de la escudería italiana podría provocar la caída de una figura clave en el futuro de Carlos, la de Mattia Binotto, director de equipo de Ferrari y principal valedor de la llegada del piloto español. La catarsis que está provocando la terrible situación del equipo podría costarle el puesto a la persona que ha apostado por Carlos y la que sería la encargada de reclamar el protagonismo del español para evitar ser absorbido por la figura de Leclerc, piloto de la casa y con años de experiencia a los mandos del Ferrari.
Ferrari se encuentra en una encrucijada difícil en la que debe decidir si realmente merece la pena perder esfuerzo, tiempo y dinero en luchar por un mundial perdido solo por salvar el orgullo, o si el camino correcto es mirar hacia el futuro y preparar el resurgir de la Scuderia para entregarle a Leclerc y Sainz un coche competitivo de verdad en el año marcado en rojo por todos los equipos, el de la reducción de los presupuestos, la igualdad de los constructores y la optimización de los recursos.
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