Marc Márquez, el campeón insaciable: la ambición que puede costarle un Mundial
El de Honda consiguió una épica remontada que terminó en una caída que marcará sus opciones en el campeonato.
22 julio, 2020 00:44Noticias relacionadas
Marc Márquez es un piloto diferente, distinto a cualquier otro que pueda haber en la parrilla y casi a cualquier otro que haya participado en la historia del motociclismo. Para lo bueno y para lo malo, el de Honda hace de todo un espectáculo, algo único, porque eso se le considera particular y por eso tiene tanto éxito. Todas sus caídas y todos sus errores son siempre buscando más.
Algo así le sucedió en el debut del Mundial 2020 en el Gran Premio de España, en el circuito de Jerez, donde tuvo una carrera en la que le pasó absolutamente de todo. Fue superado por sus rivales en la clasificación, consiguió pasarles a todos en carrera, cometió errores y después de haber vuelto a lo más alto, un nuevo traspiés dio al traste con todas sus opciones. Márquez no conoce la palabra inconformismo y por eso solo sabe vivir y pilotar al límite.
Esta forma de pilotar, agresiva, buscando el límite y peleando hasta por la última décima es marca registrada de Marc Márquez, un piloto que por mucho que pasan los años y por muchos mundiales que gana no cambia su formar de canalizar su pasión por las motos y por la competición.
Solo sabe ganar y todo lo que no sea un triunfo no le vale, por eso, se exprime al máximo hasta, en ocasiones, superar su propio límite y tirar todo por la borda. Un estilo único que le lleva a arriesgarlo todo en cada curva, pero que con él va camino de convertirse en el más grande.
Una montaña rusa
El Gran Premio de España corrido en el circuito Ángel Nieto de Jerez supuso un auténtico torbellino de emociones para Marc Márquez. En general, lo fue para todos los pilotos, mecánicos y personas que forman el Mundial, e incluso para todos los aficionados al motociclismo porque se trataba de la primera carrera de la temporada, de una temporada diferente en todos los sentidos.
Y nadie mejor que Marc supo como representar todas y cada una de esas emociones sobre su Honda, porque pasó por todos los estados posibles e imaginables. Vivió una auténtica montaña rusa, una carrera de contrastes, un huracán de emociones y sensaciones, una verdadera locura que dejó atónitos a todos los espectadores que desde casa seguían la carrera. Toda la prueba de MotoGP giró en torno a lo que Marc era capaz de hacer con su montura anaranjada. Para lo bueno y para lo malo no tuvo rival, aunque el desenlace puede haberle costado caro.
La carrera comenzó de manera increíble para el de Cervera que, tras salir tercero, consiguió remontar posiciones e ir adelantando a los que presumiblemente van a ser sus mayores rivales por el título. Marc consiguió ganarle la posición a Fabio Quartararo y a Maverick Viñales para ponerse a liderar la prueba.
A partir de ese momento, quiso darlo todo al máximo para poder escaparse en cabeza y abrir huecos con sus perseguidores y tener de esa manera un gran premio de casa tranquilo. Sin embargo, todo fue un espejismo cuando, en una curva a izquierdas, la moto de Marc hace un extraño y amenaza con tirarlo al suelo.
El piloto aguanta el primer trallazo y con una salvada marca de la casa consigue mantenerse erguido, aunque tiene que utilizar la escapatoria exterior y salir a la grava. Tras una sesión de motocross, vuelta a la pista y a remontar.
En apenas unos segundos había pasado de liderar la carrera a salvar una caída de forma inverosímil para terminar saliéndose de pista y volver a entrar en el puesto 18, lugar desde el cual comenzaría su remontada. Marc decidió ponerse el mono de depredador para ir devorando rivales y lanzar un aviso a sus máximos oponentes por el Mundial. En la lista de víctimas de Marc fueron cayendo nombres de la importancia de Álex Márquez, Zarco, Petrucci, Rossi, Morbidelli, Espargaró o Dovizioso. Y por delante, el ‘Diablo’ Quartararo se escaba con Viñales en segunda posición.
Hasta ahí llegó Márquez con una remontada antológica en la que adelantó 15 puestos para situarse de nuevo junto a los dos más rápidos. Cualquier mortal podría pensar que eso ya era una heroicidad, que después de haber ido primero, haber tenido una salida de pista, haber conseguido volver y estar tercero de nuevo ya era una proeza, pero por eso Marc no es cualquiera y seguramente no sea un mortal como el resto.
Si antes había activado el modo depredador para ir devorando rivales, ahora había puesto el modo sombra, para ir detrás de la estela de los dos primeros clasificados en carrera para intentar darles caza y ganar la prueba. Sin embargo, Marc sobrepasó el límite físico y mental en su propia proeza y mientras intentaba arrancarle las pegatinas a Maverick Viñales, tensó demasiado la cuerda en una curva y se fue al suelo de forma violenta con tan mala suerte que la moto se vino hacia él y terminó golpeándole el brazo y causándole una fractura de húmero. Adiós a la carrera, a la victoria, a la remontada y a unos valiosísimos puntos después de haber remontado 15 puestos.
Un estilo diferente
A pesar de que es inevitable pensar que lo de Marc fue mala suerte, que después de haber conseguido remontar tanto como había remontado y de verse de nuevo en cabeza tras una primera salida, a nadie o casi nadie le sorprende el desenlace de la carrera del de Honda. Es marca registrada del piloto de Cervera jugársela hasta el final, sea después de liderar la carrera en solitario y persiguiendo la vuelta rápida o sea después de haber remontado 15 posiciones, porque siempre quiere más.
El estilo de Marc Márquez, agresivo, competitivo, batallador, ganador y campeón tiene infinidad de cosas buenas, pero también sus puntos negros, sus asperezas, incluso a veces sus irracionalidades. Resulta imposible determinar a veces si es grandeza jugarte toda una carrera por querer escalar una posición más o si es una irresponsabilidad tremenda, una falta de madurez que no permite ver un campeonato a largo plazo y solo obcecarse en el rendimiento inmediato de una carrera. Marc afronta sus temporadas día a día, circuito a circuito, tramo a tramo, intentando sacar hasta el más mínimo rédito de todo lo que está a su alcance.
Con 26 años y seis mundiales de MotoGP en su palmarés, el de Cervera sigue afrontando prácticamente igual cada fin de semana. Se deja llevar por la adrenalina, por la velocidad, por su talento y por la enorme confianza que tiene en su poder y en su conducción, y por eso nunca se rinde y, sobre todo, nunca se conforma.
Muchas voces son críticas con Márquez en ese sentido, le piden responsabilidad, madurez, tener un perfil más frío y calculador que le permita reservar en los momentos difíciles, esos en los que lo importante es terminar, estar ahí, sumar puntos y pensar en la próxima carrera.
El domingo, Marc volvió a dar una lección de pilotaje, de adelantamiento y de ritmo en carrera que dejó a todos con la boca abierta hasta que tuvieron que taparse los ojos para no verle volando mientras salía despedido de su moto.
Una entrega más de ese Marc irreverente, insaciable, que siempre quiere y necesita más, que nunca se conforma, que algunos tildan de cierta inmadurez para leer las carreras y que otros simplemente lo guardan dentro del amplio abanico de registros que conforman su estilo. Lo que nadie puede dudar es que Marc, para lo bueno y para lo malo, siempre es auténtico porque siempre va al límite.
Una caída que marca un Mundial
Sin embargo, detrás de la poesía y de la épica, de la parafernalia y de detrás del recital de adelantamientos, se encuentran los números. Cifras frías que no sonríen ni se inmutan pero que arrojan verdad y que no mienten, y lo que hoy por hoy le dicen a Marc es que su estratosférica remontada en Jerez le han supuesto un cero en el casillero de su marcador. Y no solo eso, si no que además le van a suponer otro cero en la segunda prueba del Mundial y llegar muy mermado a Brno, si consigue llegar.
Tres carreras en las que Marc va a obtener una cantidad de puntos ínfima, muy por debajo del rendimiento esperado y que pueden traerle de cabeza en un campeonato que solo va a constar de trece carreras. La desventaja con rivales como Dovizioso, Viñales o Quartararo puede ser muy importante, incluso superior a los 50 puntos, lo que provocarían que el Mundial se pusiese realmente complicado.
Llegado a este punto, es cuando el paso de los años puede hacer a Marc pensar si su estilo, repleto de emoción y espectáculo, debe incluir también esa dosis de frialdad que le haga bajar revoluciones e intentar atacar sus objetivos con más cabeza y menos corazón. Conformarse con una tercera plaza en la primera carrera le hubiera permitido volver a atacar la victoria de nuevo en Jerez y posteriormente en Brno, algo que ahora tendrá muy complicado.
Es difícil pedirle a Marc que cambie algo de su estilo, de su forma de pilotar, esa que le ha dado ya ocho campeonatos del mundo desde que debutó en el motociclismo y que le impulsa a ser uno de los mejores de la historia, si no el mejor. Pero, quizás para ser el mejor, también sea necesario que aporte ese grado de frialdad a veces en la pista, y no dejarse llevar por ese lado pasional que a veces desborda, y pinta de talento, cada trazada que dibuja sobre los circuitos.
Como decía Shakespeare, ser o no ser, esa es la cuestión, o incluso ser y no ser, porque ser valiente no está reñido con ser consecuente, y pensar, aunque sea de vez en cuando, que un Mundial es una carrera de fondo que no se gana el primer día, pero que quizás sí se pueda perder a las primeras de cambio.
Aviso a navegantes embravecidos
Marc pagó muy caros los platos rotos del ímpetu y de las ganas por demostrar y por crecerse, por seguir haciendo historia. Cierto es que, con seis mundiales en el bolsillo, el cuerpo puede pedir seguir inventando y seguir creando sobre la Honda, aunque sea sacrificando gran parte de la temporada. Quienes no tienen seis mundiales y no pueden permitirse perder oportunidades son sus rivales.
Con esta dura caída de Márquez que le ha provocado una fractura en el húmero y que esté, como poco, dos carreras sin puntuar, los aspirantes a quitarle el trono mundial habrán comprobado en primera fila como un error puede dar al traste con una temporada, especialmente si es tan corta como esta. Una simple caída por no conformarse con una tercera o una posible segunda plaza puede acarrear que el resto de rivales sumen con facilidad cerca de cuarenta puntos más a las primeras de cambio.
Una caída grave, que implique alguna lesión, puede traer consigo una baja de varios grandes premios además de un cero en el actual y dar al traste con un campeonato que no va a permitir mucho margen de error.
Por ello, la labor de la calculadora y de la paciencia, esa que permite ir sumando puntito a puntito, puede terminar siendo clave si este inicio de curso deja mermado a un intratable Márquez que va a tener más complicado que nunca llevarse un Mundial que parecía suyo. Un liderato, una remontada, una caída y la lesión. Un aviso a navegantes para el título más heroico de un Marc diezmado.
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