Lewis Hamilton sigue jugando al gato y al ratón con su futuro. El piloto inglés va camino de convertirse en un problema demasiado grande de lidiar para Mercedes y para la misma Fórmula 1, ya que el ego que lleva dentro, abrazado al personaje que se ha creado de sí mismo, amenaza peligrosamente con devorarle. El británico está en punto de casi no retorno, de no volver a ser nunca más el gran piloto que demuestra en la pista, y de que sean sus excéntricas ideas las que tomen el control de la nave.
El asunto que tiene 'casi paralizada' a la Fórmula 1 sigue sin resolverse a pesar de que pasan los días. En lugar de trabajar a favor de la unión y de la concordia, Hamilton prefiere seguir enfrascado en sus propias batallas personales, luchando por mantener un estatus que nadie le cuestiona, pero que él ve amenazado en su condición de líder y macho alfa de la parrilla. Se ha propuesto ser una figura recordada para siempre en el 'Gran Circo', pero en lugar de darse cuenta de que ya lo ha conseguido a base de triunfos, se empeña en construir un legado de dudosa reputación fuera de los circuitos.
Ego de campeón
Si de algo está pecando Lewis Hamilton en las últimas semanas, y casi meses, es de estar sacando a relucir un ego monstruoso del cual ya había dejado ver algunas muestras. El británico se niega a dar su brazo a torcer con su renovación y lejos de buscar una solución viable en los tiempos que corren para dar continuidad a su acuerdo, sigue participando de un circo en el que tiene a todos por títeres. Un circo, por cierto, equiparable al de Leo Messi, ya que las pretensiones del británico también rondan los 70 millones por curso.
Hamilton ha vuelto a la carga con la intención de presionar un poco más a Mercedes, pero también a la Fórmula 1, y no se le ha ocurrido otra manera de hacerlo que mentando a Ayrton Senna, un nombre sagrado para el 'Gran Circo' y para todos los amantes del motor. El brasileño es, fue y será, para siempre, y casi sin discusión, uno de los más grandes, permitiendo el debate en si fue realmente el mayor talento que se subió a un Fórmula 1 jamás.
Mientras reafirma su deseo de seguir en la Fórmula 1 y de optar a su octavo título, algo que no se atreve ni a decir por la grandeza del registro, utiliza la figura del malogrado Ayrton Senna para explicar su papel en el deporte actual. Senna fue, como para otros muchos como Fernando Alonso, el gran ídolo de Hamilton, el piloto con el que el británico se identificaba y quien le hizo tener el sueño de corredor y de ganar carreras y campeonatos.
Senna no solo será recordado por sus hazañas en la pista y por su terrible final, sino que lo será para siempre por su propia guerra contra la FIA, ya que siempre se consideró perjudicado ante Alain Prost, con quien mantuvo una de las mayores luchas que se recuerdan en la historia. El de Stevenage considera que a él también le han perjudicado en su vida por su color de piel y que ha sido una víctima más de una lacra social tan repugnante como lo es el racismo. Sin embargo, también considera que aún sufre los efectos de querer liderar esa lucha en el 'Gran Circo', algo en lo que se considera prácticamente solo.
En lo que no ha reparado Hamilton es que ha tomado por costumbre llevar todas sus luchas hasta el sectarismo. Algo así está haciendo con su renovación por Mercedes y algo así ha hecho este año con algo en lo que todos están de acuerdo: nadie debe sufrir discriminaciones ni por su color de piel ni por cualquier otro asunto. Sin embargo, o te unes a su patrón de lucha, o estás contra él. Y eso es algo que muchos en la parrilla actual, y en la Fórmula 1 en general, no han comprado. Por ello, Hamilton siempre se sentirá como el 'nuevo Ayrton Senna', incomprendido y campeón.
Una cuestión ética
Hamilton no solo habla del 2021 para referirse a su sueño de ganar su octavo título mundial, algo que logrará casi con total probabilidad, sino que también lo hace para referirse a quienes ya considera como sus grandes rivales. Por lo tanto, si tiene en mente una lista de sus adversarios por el título es porque tiene intención de renovar. Y en esa lista tienen un puesto preferencial los nuevos Red Bull, que llegan con un motor Honda mejorado, con el hambre de Verstappen y la ilusión de 'Checo' Pérez.
Si Hamilton quiere renovar y Mercedes suspira porque el británico continúe, ¿por qué no ha firmado aún? La respuesta a esa cuestión abre un debate moral y ético que confronta directamente con la situación en la que se encuentra actualmente el mundo. Muchos empiezan a criticar el hecho de que Hamilton siga pidiendo más y más dinero cuando nadie en estos momentos puede pagar lo que se venía pagando.
La renovación de Lewis Hamilton, se firme cuando se firme y sea como sea, se convertirá en uno de los grandes contratos en la historia de la Fórmula 1. Lo que no parece es que se vaya a firmar por cantidades menores a los 40 o 45 millones por temporada, eso si es a la baja. En Inglaterra, donde siempre se maneja muy buena información de la Fórmula 1 y en especial del entorno de Mercedes y de Hamilton, se ha llegado a hablar de hasta 70 millones por curso, especialmente si el acuerdo no supera los dos años.
Por ello, en tiempos en los que no hay ingresos, en los que una figura, por muy mastodóntica que sea, ya no genera de forma infinita como podía suceder antes, cuando la pandemia del coronavirus ha traído una crisis mundial y cuando además la FIA persigue a los equipos para que tengan un techo de gasto cada vez más reducido y para que el sueldo de los pilotos no sea desorbitada, es impensable que Hamilton siga sin apearse de estas cantidades.
Máxime, cuando quiere formar parte de Mercedes en el futuro a nivel empresarial y cuando quiere tomar decisiones referentes al equipo que competen a Toto Wolff y al resto de a jefatura de la escudería. Por todos estos motivos, y por alguno más, se considera que la actuación de Hamilton, el líder de las causas pérdidas y el suplantador de la rebeldía de Ayrton Senna, está actuando de espaldas a la ética.
Mercedes, desbordado
Mientras tanto, al otro lado de ring, aguantando el tipo como puede en esta batalla sin cuartel donde le caen golpes por todos lados, no solo de Hamilton, sino también de quienes opinan y malmeten en el conflicto, se encuentra Mercedes. La escudería de las 'flechas plateadas' sigue capeando como puede el temporal mientras en el equipo sigue creciendo el enfado y el malestar.
Un enfado por no tener cerrada su pareja de pilotos, un enfado por sentirse en boca de todo el mundo y un enfado por sentirse parte de un circo en el que se hablan de cantidades desorbitadas en tiempos en los que los despidos han castigado, y mucho, al gigante alemán.
En Mercedes, aunque siguen teniendo claro que Hamilton terminará aceptando las mejores condiciones que puedan ofrecerle, empiezan a estar hartos de toda esta película y empiezan a sentirse superados por un conflicto que lleva meses sin resolverse, en el que se han dado pasos hacia delante y hacia detrás, y en el que es muy complicado mantener la calma.
En estos momentos, además del conflicto con las cantidades que se barajan como salario del piloto británico, llegue mediante la vía que llegue, lo que más preocupa es el tema de la duración del contrato. Hamilton no parece dispuesto a renovar por solo una temporada y en el equipo alemán no se ven capaces de ofrecerle nada más porque necesitan saber qué va a ser del futuro para poder pensar a largo plazo.
El tira y afloja se ha instaurado entre los tres años que pide Hamilton y la solitaria temporada que ofrece Mercedes. Y a pesar de que parezca lo más lógico cerrarlo en dos, todo hace indicar que una de las dos partes tendrá que ceder a las pretensiones de la otra. Aunque la realidad es que Mercedes lo tiene muy complicado incluso para llegar a esos hipotéticos dos años, cuanto menos a tres.
Las palabras de Toto Wolff de hace unos días en las que aseguraba que la renovación de Hamilton se haría, tarde o temprano, sirvieron para calmar un poco las aguas de cara al exterior, pero el propio jefe de Mercedes sabe que las posturas siguen estando alejadas porque ni Hamilton está dispuesto a bajar ni los alemanes tienen posibilidades de subir.
El peaje del circo
Lo más repetido en este caso es también lo más evidente. La lógica invita y empuja a pensar que Hamilton terminará sellando su pacto con Mercedes en un acuerdo que hará sudar sangre a los germanos, los cuales han quedado un tanto en evidencia ante los delirios de su campeón. Sin embargo, y aún con su contrato firmado y bajo el brazo, todo este circo podría tener un peaje para Hamilton.
Los aficionados y la gente que pertenece al mundo del motor no es tonta, y saben que el británico está jugando en exceso con la escudería que le ha dado la oportunidad de convertirse en el piloto más grande de todos los tiempos, al menos, en cuanto a números. Lejos de mostrarse como un corredor agradecido, está cayendo en una defensa esperpéntica de sus intereses, sobre todo económicos, que puede costarle también algún disgusto.
La imagen de Hamilton ya ha quedado seriamente tocada este año con su particular forma de reivindicar las causas sociales que le han venido en gana, pero esta especie de chantaje a Mercedes tampoco está haciendo que gane muchos adeptos en cuanto a su forma de ser, que nada tiene que ver con su destreza como piloto. Además, la imagen que está haciendo dar a la marca alemana, que parece suplicar por su firma casi a cualquier precio, podría hacer que se replantearan si de verdad le quieren en un futuro dentro de Mercedes a nivel empresarial, ya que uno de los sueños de Hamilton es seguir trabajando con ellos, implementando su proyecto de coches eléctricos y evolucionando la gama más deportiva de uno de los mayores gigantes del motor.
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