Michael Schumacher se encontró muchas dificultades económicas cuando intentaba abrirse paso en el automovilismo. Mientras su vida sigue en un estado desconocido, hay un lugar que siempre estará en su corazón que ha sobrevivido a una desaparición que parecía irremediable. La pista de karts donde comenzó su carrera, en Kerpen-Manheim se ha salvado de ser vendida para convertirse en una mina de explotación y extracción de lignito y se renovará con el objetivo de que vuelva al Mundial de karting.
La historia de Schumacher es una historia de éxito, de victorias, de triunfos. Es el mayor legado de la Fórmula 1, el campeonato de automovilismo más prestigioso, más inalcanzable y más glamuroso. Fue capaz de marcar una era, de crear una marca, de que todos asociaran todo un deporte con un solo nombre. Pero desde la trágica mañana del 29 de diciembre de 2013, Michael trata de mantener su historia viva tras el accidente que sufrió en la estación de esquí de Méribel.
Este pasado mes de enero cumplió 53 años y los detalles de su estado no han terminado de aclararse en ningún momento. Su nombre ha dejado de ser tabú en el paddock por el salto de su hijo Mick Schumacher a la F1 y por la publicación en Netflix del documental sobre su vida en la que su familia y allegados hablaban por primera vez en público del accidente. Ellos prefieren resaltar los grandes recuerdos que forjaron su leyenda y alrededor de esta pista de karting hay muchos de ellos.
Es precisamente en ese documental donde se queda clara la importancia de este paraje en la vida de Michael. Su padre, albañil de profesión, era aficionado al motor y le construyó un pequeño kart cuando este tenía cuatro años con piezas de una vieja motocicleta. Viendo la pasión por el motor de aquel niño, la familia se trasladó a vivir cerca del circuito, donde Rolf encontró un segundo trabajo alquilando vehículos. Ahí comenzaría un negocio que acabó forjando una fortuna de 840 millones de euros.
Gerhard Noack
Rolf, que también se convirtió en vigilante del circuito, construyó un bar del que se encargaría Elisabeth, su esposa. Allí creció un Michael Schumacher que, con cinco años, ganó su primera carrera y un año después, su primer campeonato. Los periódicos locales se hicieron eco de esta estrella en ciernes y en 1973 ya le consideraban el piloto más joven de Alemania y le señalaban como el futuro del automovilismo patrio.
Estos tiempos fueron clave para que Michael obtuviera la visibilidad necesaria ante potenciales apoyos, sin los que no podría haber escalado en el automovilismo. La familia Schumacher no podía gastar lo que costaba una temporada nacional de karting, ni siquiera lo necesario para que tuviera un buen material en las carreras en el circuito de Kerpen, donde corría con piezas prestadas o neumáticos que otros pilotos habían desechado.
Ahí apareció la figura de Gerhard Noack, un empresario que solía acudir a la pista de Kerpen a correr con karts de alquiler. Este le vio correr con uno usado y, tras ver sus habilidades, le consiguió uno nuevo. A posteriori, este personaje se convertiría en el vendedor de karts más importante de Alemania y también es considerado como el descubridor de Sebastian Vettel. También fue importante la labor de Jurgen Dulk, padre de uno de los niños a los que Michael ganó, consiguiendo patrocinadores.
Corriendo por Luxemburgo
En Alemania no se puede tener licencia para competir a nivel nacional hasta los 14 años, por lo que la familia de Schumacher se las ingenió para que consiguiera competir con 12. Siguiendo el consejo de algunos patrocinadores, su familia consiguió que Michael lograse una pase de piloto por Luxemburgo. En 1982, con 13 años, ganó el campeonato alemán júnior. Sus fantásticos registros le permitieron convertirse en piloto de Eurokart, ganando el campeonato alemán en 1985 y el europeo en 1987.
Pronto su carrera comenzaría a alcanzar cotas más altas en el automovilismo mundial, pero en 2001 volvería a esta pista de Kerpen. Era la última cita del campeonato del mundo y se corría en su casa. No pudo resistirse a correr las dos rondas, aunque no ganó ninguna de ellas: en la primera tuvo un problema y no pudo pasar de la posición 15 y en la segunda remontó hasta ser segundo. Ese día corrieron unos jóvenes que serían campeones del mundo de F1: Lewis Hamilton y Nico Rosberg.
Desde entonces, no se corren pruebas del campeonato del mundo en este circuito. 'The Erftlandring', como se conoce la pista, albergó muchas dudas después de que la empresa energética RWE se hiciera con una parte del bosque de Hambach, que rodea a este paraje. La intención era hacer excavaciones mineras. Pero las protestas de grupos a favor del medioambiente y la ley local que obligaba a preservar dicho lugar impidieron que también se incluyera dentro del paraje excavado.
Ahora, el club de karts de la zona del que precisamente es presidente Gerhard Noack ha llegado a un acuerdo con RWE para sellar un alquiler por diez años, con opción a cinco más, y ha conseguido financiación para hacer la renovación que necesita el circuito. De esta manera, la intención es que vuelva a albergar pruebas mundiales la pista en la que dio sus primeros pasos Michael Schumacher.
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