La Fórmula 1 está viviendo un importante fenómeno de cambio tras la entrada en vigor de la nueva normativa que pretende convertir en el 'Gran Circo' en un espectáculo todavía mayor. De momento, lo está consiguiendo, ya que se han reducido las diferencias entre todos los equipos y ha provocado grandes cambios como la caída de las marcas que montan motor Mercedes y el auge de aquellas que llevan unidades de potencia Ferrari.
Sin embargo, estos cambios también traído algunas consecuencias negativas. Una de ellas, seguramente la más llamativa y una de las más importantes, es el llamado efecto rebote o porpoising. El hecho de la reforma que se ha llevado a cabo en el fondo plano de todos los monoplazas hace que vayan más pegados al asfalto generando fuertes efectos de succión.
A altas velocidades, eso provoca un continuo subir y bajar que se traduce en un rebote constante para la cabeza y el cuello de los pilotos. Ni la FIA ni los equipos se dieron cuenta de esto en un primer momento ya que es un fenómeno que se produce cuando se superan los 300 kilómetros por hora, y las pruebas en el túnel del viento suelen estar limitadas a los 250 kilómetros. Por ello, ha sido al llegar a los circuitos cuando han tenido que lidiar de verdad con esto.
Pilotos como Carlos Sainz, Fernando Alonso o Esteban Ocon han sido quienes más se han quejado de ello. Pero por encima de todos Lewis Hamilton y Mercedes, la escudería que peor está sabiendo gestionar esta novedad y que más está afectando a su rendimiento. Lo cierto es que las sensaciones que perciben los pilotos, obligados a ir a fondo, son realmente peligrosas.
Así lo ha analizado 'Checo' Pérez, uno de los más explícitos: "Llegas a 300 km/h, que es cuando sale el tema y con estos problemas puedes llegar hasta a perder la visión en la frenada o no poder ubicar bien el coche. Es un tema complicado sobre todo en las carreras, si vas sin DRS que es cuando más se nota en el coche, hay momentos que se hace inconducible".
Una situación preocupante
Por su parte, el experto neurocirujano Pablo Clavel ha detallado en Europa Press cómo sufren los pilotos y cuáles son los efectos que podrían tener en su físico, especialmente en la columna vertebral y en la cabeza. Más de uno ya ha reportado sentir jaquecas, mareos y una cierta indisposición: "Lo que es seguro es que los pilotos tendrán que seguir entrenando con intensidad su musculatura cervical".
"Por este tipo de movimientos de la cabeza rebotando de manera repetitiva podrían dar lugar a lesiones ligamentosas o discales cervicales con el tiempo". Los equipos esperan poder poner fin a estos problemas en unas cuantas carreras, ya que muchos de los trabajos que están realizando se centran en esa reducción del porpoising que, además, también va a permitir poner al límite durante más tiempo tanto a los pilotos como a los monoplazas. Eso provocará una pequeña ganancia en su rendimiento. Pero lo cierto es que por ahora, la F1 sigue muy preocupada con esta circunstancia.
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