Carlos Sainz ha vuelto a hacer historia. El piloto español del equipo Audi ha ganado su cuarto Rally Dakar a sus 61 años tras dos semanas de espectáculo sin frenos. El corredor madrileño ha conseguido doblegar a todos sus rivales, especialmente a Sebastien Loeb, quien fue su mayor oponente hasta que en la penúltima etapa rompió la suspensión de su Hunter Prodrive y se quedó fuera de la batalla.
El triunfo de Sainz en este Rally Dakar ha tenido varias claves. Además de lo impresionante de su victoria superando ya la sesentena, Carlos hace historia al llevar al primer coche eléctrico de todos los tiempos hasta el primer puesto de la general. Audi conformó un equipo de leyenda y les dio tres años a tres genios del volante como Mattias Ekström, Stéphane Peterhansel y 'el matador'.
Después de dos años de sinsabores y de falta de fiabialidad, especialmente por los pinchazos y por los problemas con la suspensión, los alemanes han conseguido dar con la tecla. E incluso no han dudado a la hora de sacrificar dos balas para potenciar las opciones del español. La alianza de la factoría alemana, con Ekström y Peterhansel haciendo las veces de escuderos de Carlos, ha escrito una página legendaria en la historia de la carrera de la hermandad por antonomasia.
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Sin embargo, dentro del cuatro triunfo de Sainz ha habido otros grandes factores que ayudan a conformar la intrahistroria del póker dakariano de 'el matador'. Y el más importante ha sido que la alianza de Audi ha constratado con la división que ha habido en sus grandes rivales, Prodrive. Mientras Ekström y 'Peter' tuvieron claro desde el primer momento que debían ponerse al servicio del español, Nasser Al-Attiyah no dudó en abandonar la carrera tras los problemas registrados en su coche y tras las confrontaciones con su propio equipo.
El qatarí, considerado el rey de las dunas, no supo asimilar el tremendo golpe que se llevó en la doble etapa maratón de 48 horas. Cuando esperaba hacer su gran asalto en la general, sufrió una avería que le dejó fuera de combate. Un duro trance le minó su moral y que le hirió en su orgullo. Después de sobrepasar los límites de la fanfarronería en el inicio de la prueba, pegó la espantada y dejó a Loeb solo ante el peligro. Finalmente, una avería dejó al galo fuera de combate y sin nadie a quien reclamar su ayuda.
El valor del equipo Audi
Lo que ha pasado Audi, para Audi se queda. La marca alemana se propuso hace algo más de tres años iniciar un proyecto totalmente rompedor en la historia del Rally Dakar, la prueba de motor más dura del mundo. El sueño de la escudería germana era crear el primer coche de propulsión eléctrica capaz de competir entre las dunas y las piedras de la carrera más exigente del planeta.
Una apuesta que causó un millón de dudas en todos los aficionados al Rally Dakar, e incluso dentro de la marca, y es que pocos confiaban en que este proyecto fuera viable. Pero lo más impactante de todo fue que Audi quería realizar esta gesta en un tiempo récord. Solo tenían tres años, ya que su aventura en el Dakar tenía fecha de caducidad.
Para ello, seleccionaron a pilotos expertos como Ekström, pero sobre todo, a dos grandes desarrolladores de proyectos como Stéphane Peterhansel, inmerso en su última aventura en el Dakar, y a Carlos Sainz, en plena batalla con Nasser Al-Attiyah por ser el rey actual de la competición.
Pero el verdadero objetivo de Audi no era que un coche de propulsión eléctrica llegara al Dakar, si no que lo ganara. Y para eso, tenían una extenuante lucha contra el tiempo de tres cursos, las temporadas que estaría compitiendo en la prueba. Tras dos años de auténtico drama con averías y abandonos, aunque provocados por la parte eléctrica del vehículo, la cual siempre ha funcionado como un reloj suizo, ha llegado el 2024, el curso del cambio, la temporada que lo ha engrandecido todo.
El Dakar comenzó de la mejor forma posible para ellos con la victoria de Ekström en el prólogo. Después, en la segunda etapa, triunfo para Peterhansel y liderato de Carlos. Ahí comenzó la hegemonía de Audi, justo cuando Nasser Al-Attiyah había pronosticado que acabaría la participación de la escudería alemana en la prueba.
La disposición de la clasificación general con el madrileño al frente marcó en qué dirección debían ir las órdenes de equipo. El primero en quedarse descolgado en la batalla fue 'Monsieur Dakar', por lo que el francés tuvo que poner toda su experiencia al servicio de sus compañeros.
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Ekström aguantó el ritmo de Carlos mientras Nasser y Loeb se colocaban también en las primeras posiciones. Y así comenzó una batalla por parejas por hacerse con el anhelado Touareg. Pero llegó la temida etapa maratón de 48 horas y las consecuencias fueron devastadoras. Al-Attiyah primero y después Ekström se cayeron de la batalla. Aunque el resultado para ambas escuadras fue muy diferente.
Audi diseñó una estrategia perfecta que les ha servido para ganar el Dakar. El trabajo de equipo ha sido la clave que ha salvado a Sainz en sus momentos más complicados. Y es que tanto el sueco como el francés no han dudado en ayudar a Carlos en la última semana de la prueba, abriéndole pista cuando ha sido necesario para marcarle el rumbo, pero también guardándole las espaldas para protegerle ante posibles averías, las cuales han llegado.
Carlos no ha faltado casi en ninguna etapa a su cita con los pinchazos y es que el Audi se ha mostrado especialmente vulnerable con las piedras. Sin embargo, incluso cuando los reventones se acumulaban como en las últimas tres etapas, Mattias y 'Peter' han parado para ayudarle a cambiar sus ruedas y prestarles las suyas, incluso sabiendo que se quedarían tirados.
La imagen de los tres Audi parados en mitad del desierto e intentando salvar las opciones de Carlos han sido tan icónicas como efectivas. El propio Lucas Cruz, copiloto de Sainz, reconocía el encomiable y necesario apoyo de sus compañeros. La pareja española sabe que este Dakar se ha ganado también por el brillante trabajo en equipo.
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La última clave llegó el pasado 17 de enero, en la etapa 11. Loeb salía con el cuchillo entre los dientes para intentar dar el zarpazo definitivo a Carlos, quien había salvado el Dakar de milagro el día anterior. El español, tras sufrir un sinfín de problemas, llegó a perder su ventaja con el galo, quien se puso a solo cuatro minutos del liderato.
La ayuda de Ekström evitó que Sainz perdiera una eternidad o que incluso tuviera que abandonar. Tras salvar ese matchball, y gracias a un error de navegación de Loeb, la diferencia quedó en solo 13 minutos. Al día siguiente, la rotura de la horquilla derecha de la suspensión de Loeb marcó el final de una bonita historia para el equipo alemán y para el motor español.
La 'ayuda' de Nasser Al-Attiyah
Tan importante ha sido el trabajo en equipo de Audi como la ausencia de él en Prodrive. O mejor dicho, los desplantes de un siempre polémico Nasser Al-Attiyah. El qatarí comenzó el Rally Dakar con fuerza. Antes de tomar la salida, aseguró que no le daba a Audi más de unos días de vida, ya que en la tercera etapa, estarían fuera de carrera. Quería ir a por ellos y presionarles sabiendo que estaban ante su última bala. Sin embargo, el rey de las dunas se pasó de listo y Audi se instaló en el liderato, clavando esa bala en los más profundo de su orgullo.
Su segunda bravuconada llegó cuando puso en duda los problemas que había sufrido Carlos durante la primera semana de carrera. De hecho, el español tuvo que llegar un día a meta preso del pánico al haber pinchado todas sus ruedas y quedarse sin recambios para completar lo que le restaba de especial. Nasser puso en duda esa circunstancia, la cual padeció él mismo días después. La justicia poética del Dakar siempre está por encima de todo.
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Para finalizar su particular Rally Dakar, Al-Attiyah ha tenido que convivir con la fragilidad de su Hunter, la cual le ha llevado casi a romper la relación con su equipo. Tras su primera gran avería en la etapa maratón, el 'príncipe' del Dakar decidió seguir en carrera con el objetivo de sumar puntos para el Campeonato del Mundo de Rally Raid y, ya de paso, echar una mano a Loeb si lo necesitaba.
Sin embargo, tras su segundo día negro, ese en el que su Hunter dijo basta de nuevo, montó en cólera y decidió bajar la persiana, coger un avión y huir de Arabia Saudí. Tras dejar unas polémicas declaraciones ante la prensa en las que aseguraba que "jamás en la vida" le volvería a pasar lo que le había pasado en la presente edición, dejó a Sebastien Loeb sin compañero, solo ante el peligro.
Y lo que muchos temían, terminó pasando. Loeb necesitó su ayuda en varias etapas, pero esta no llegó tras la marcha del qatarí, quien no tenía intención de ayudar a su compañero, pero también rival. Prodrive, una escudería bastante particular, vende varios de sus vehículos a clientes privados para que puedan realizar la prueba. Así pues, tuvo que ser el propio Loeb quien consiguiera detener a un corredor chino con su mismo coche para que pudiera echarle una mano y así no abandonar. En ese momento, ya había perdido más de una hora y, por ende, sus opciones de triunfo. Un esperpento como probablemente no se había visto jamás en la carrera. Pero así es Nasser y así es el Dakar.
Esta confrontación de realidades entre la alianza de Audi y la espantada de Al-Attiyah, han marcado poderosamente el destino de un Rally Dakar que ya es historia del motor español. Sainz vuelve a salir victorioso a sus 61 años y suma su cuarto entorchado con su cuarta marca diferente tras llevar a Volkswagen, Peugeot y Mini a lo más alto.