En el circuito de Sochi, tras la sesión de entrenamientos libres de la Fórmula 1, todos se preguntaban si Carlos Sainz estaba consciente. El piloto español acababa de estrellarse contra las protecciones de seguridad del circuito del Gran Premio de Rusia. Toro Rosso, su escudería, había perdido la comunicación con él.
Las dudas por su salud, una vez descartado peligro para el piloto, giraban hacia dos nuevas cuestiones: ¿Sería capaz de competir al día siguiente? ¿Se lo permitiría la FIA (Federación Internacional de Automovilismo)? Las imágenes de la retirada en helicóptero del español contrastaron con el hecho de que ni siquiera pasase la noche en el hospital, algo sorprendente dada la espectacularidad del accidente.
Horas más tarde. Sainz se hacía una foto con los doctores antes de abandonar el Sochi Hospital 4. Llevaba todo el día comunicándose con los aficionados a través de las redes sociales, quizás tratando de mostrar que se encontraba bien, y buscando, como él mismo aseguró, "la forma de convencer a los médicos para competir al día siguiente". No era lo único pretendido por el español, que escribió a Fernando Alonso para cenar. El asturiano le respondió que ya tenía "mesa reservada".
Se trata de una situación familiar para Alonso, que en febrero vivió una circunstancia muy similar. "No me desperté en 1995, ni hablando italiano, ni en ninguno de los estados que se informó. Recuerdo el accidente y todas las cosas de los días siguientes", dijo por aquel entonces tras su accidente de pretemporada en Montmeló. Intentaba el español que los comisarios le diesen permiso para competir, lo mismo que ahora pretende su compatriota.
Enfrente de ambos, otro tipo de muro. La FIA se muestra como una organización estricta respecto al síndrome del segundo impacto. El mismo problema que dejó a Alonso sin competir en el primer circuito de la temporada, en Australia, casi un mes después del golpe. Tras un primer accidente los riesgos aumentan de cara a un segundo impacto.
Durante la jornada tanto Sainz como su escudería se mostraron optimistas. En un comunicado avisaron de que el piloto pasaría la noche en el hospital, aunque finalmente pudo salir para cenar. Informaron de que no había perdido la consciencia y de que estudiarían cuáles habían sido las causas del accidente. Al mismo tiempo señalaron que estaban contentos de que el español se encontrase en buen estado.
El director deportivo, Franz Tost, no quería forzarle: "Nosotros hemos comenzado a reparar el coche. Si corre o no eso depende de los doctores y de él. Si Carlos está completamente seguro de correr, lo hará". Precauciones y lapso de tiempo mínimo entre golpe y carrera, algo muy diferente a lo que ocurriera con Fernando Alonso, al que limitaron todo lo posible "cualquier factor de riesgo", en palabras de Ron Dennis, presidente de McLaren.
Tras recibir el alta médica e incluso contar con el permiso de la FIA, todo dependía de los médicos del organismo rector de la Fórmula 1. La mañana del domingo, antes de disputarse la carrera, Sainz pasó un último control que determinó que 24 horas después de empotrarse contra las protecciones de seguridad del circuito de Sochi, podrá volver a subirse a su monoplaza.