Max Verstappen y Carlos Sainz en un evento de Toro Rosso.

Max Verstappen y Carlos Sainz en un evento de Toro Rosso. Peter Fox Getty Images

F1

Carlos Sainz, ahora o nunca

La salida de Verstappen a Red Bull y la llegada de Daniil Kvyat a Toro Rosso abre las puertas al español para aprovechar la reducción de la tensión interna y la estabilidad del equipo de ingenieros.

7 mayo, 2016 02:35

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La vida de un piloto de la cantera Red Bull puede pasar de la noche a la mañana del anonimato para el gran público al asiento de uno de los monoplazas más cotizados de la F1. Cuando la guillotina que maneja Helmut Marko se pone en marcha no existe la vuelta atrás.

Red Bull no se dedica a la fabricación y venta de automóviles. Los únicos coches que construye son dos monoplazas de Fórmula 1 y aun así posee dos equipos en la máxima competición del motor mundial y cuenta con una de las mejores canteras de pilotos conocidas, en la que el concepto evolutivo de Darwin se mezcla con las leyes de la competitividad al límite del capitalismo extremo de Wall Street.

La competitividad entre los jóvenes talentos que el equipo de la bebida energética aglutina se mete en la sangre de los pilotos a golpe de guillotina. Y las leyes de la evolución reviven de la mano firme de Helmut Marko, que decide quién ‘vive’ y quién ‘muere’ como si de un emperador romano se tratase en una lucha de gladiadores.

El universo Red Bull pertenece sólo a los mejores, y siempre hay nuevos talentos empujando a los recién llegados que tienen muy poco tiempo para demostrar sus capacidades, conscientes de que pueden llegar a convertirse en grandes campeones como Sebastian Vettel o pasar de ser piloto titular a desaparecer de la Fórmula 1 como le sucedió a Jaime Alguersuari.

Como si de un banco de inversión de Wall Street se tratara la competitividad es máxima en una guerra donde Marko no hace prisioneros. Un ejemplo de la política de pilotos queda reflejada con los acontecimientos que se sucedieron a la velocidad de la luz al terminar la temporada 2011. Mientras Alguersuari sonreía en un evento de Cepsa y Toro Rosso ante la prensa española -a la que se le aseguraba desde su patriarcal entorno que el piloto tenía un asiento reservado en el Red Bull que dominaba el mundial- en la casa matriz el Dr. Marko decidía sin contemplaciones decapitar a los dos pilotos de su equipo italiano par a dejar espacio y poner a prueba a Daniel Ricciardo y Jean-Éric Vergne.

Cuando un piloto muestra maneras y promete, en Red Bull ponen todos los medios para someter a la irrefutable prueba del cronómetro a sus pilotos promesas, llegando incluso a comprar un quinto asiento en otro equipo con tal de poner a prueba el talento. Así ocurrió también en 2011, cuando a golpe de talonario Daniel Ricciardo debutó en Fórmula 1 gracias al equipo español Hispania Racing tras bajar del coche a Narain Kartikeyan para que el australiano pudiera aterrizar en la categoría reina y ganar experiencia.

Con estos y muchos otros antecedentes no es de extrañar que con tan sólo cuatro Grandes Premios disputados Marko haya vuelto a demostrar su poder ascendiendo a Max Verstappen al equipo con mejor chasis del mundial y degradando sin contemplaciones al piloto que cuatro semanas antes había conquistado el primer podio de la temporada.

La verdad del ascenso de Verstappen

La amenaza de Ferrari y Mercedes, quien ya trató de hacerse con el piloto holandés cuando este tenía 16 años, ha forzado a Helmut Marko a realizar un movimiento dirigido a proteger al talento más cotizado de toda la Fórmula 1 actual. De hecho, el contrato de Verstappen contaba con una cláusula que le permitía buscar asiento en la competencia si no ascendía a Red Bull en unos plazos determinados.

Los excelentes resultados del piloto de Hasselt han acelerado el interés de los rivales, propiciando el movimiento defensivo que sirve a la vez de prueba final para que Verstappen ratifique sus dotes naturales.

Las puertas de Red Bull se han abierto en medio de una temporada apenas iniciada como parte de un nuevo contrato que blinda al piloto holandés del apetito de rivales directos a cambio de mayores ingresos para el joven de 18 años y su compromiso de permanecer en Red Bull con un contrato plurianual.

Reválida de oro para Carlos Sainz

Pensar que el ascenso de Verstappen supone una sentencia hacia quien ha perdido la oportunidad de dar el salto al primer equipo puede no ser el escenario adecuado para analizar la situación de Carlos Sainz en Toro Rosso tras el terremoto provocado por Helmut Marko.

Las habilidades en la pista y fuera de ella del joven piloto madrileño gustan, y mucho, en casa Red Bull, donde son conscientes que la diferencia de resultados con su compañero de equipo han sido provocadas por contratiempos técnicos no achacarles al piloto durante la pasada temporada.

El intercambio de pilotos beneficia a Carlos Sainz al relajar el crispado ambiente que se estaba gestando en Toro Rosso por una rivalidad que comenzaba a ser difícil de gestionar y que provocaba tensiones internas en el día a día del equipo.

La salida de Verstappen viene precedida por el fichaje de John Booth y coincide con la salida de dos exponentes importantes que trabajaban directamente con Max Verstappen: el español Xevi Pujolar, ingeniero de pista del piloto holandés, y el ingeniero de datos Olivier Helving.

El Darwinismo y la presión han pasado factura a Daniil Kvyat, pues, al igual que en la economía evolutiva, la pérdida de uno puede ser la ganancia de un tercero. Y ese puede ser el caso de Carlos Sainz, que ahora puede explotar una de sus principales características y sacar beneficio de una inesperada situación.

El piloto español ha vivido desde su primera carrera la comparación directa con el que muchos consideran el mayor talento natural llegado en los últimos tiempos a la F1. Pese a las comparaciones y problemas de toda índole en su monoplaza, la respuesta del español ha sido siempre templada, madura y llena de velocidad como sus registros en las sesiones clasificación de los sábados han mostrado.

Carácter, autocontrol, seriedad y tesón pueden ser las armas clave para pasar la reválida que debe afrontar Carlos Sainz aprovechando la reducción de la tensión interna de Toro Rosso y la estabilidad del equipo de ingenieros que le rodea. Mientras, Daniil Kvyat tendrá que adaptarse a un equipo que si bien conoció como debutante ha cambiado mucho con el nuevo monoplaza y la adopción de la unidad de potencia Ferrari.

El español debe jugar sus bazas explotando su experiencia y estabilidad ante un rival que tratará de llamar la atención para recobrar el asiento perdido. El primer 'round' se dará en tierras españolas, en Barcelona, donde Kvyat se estrenará en su nueva montura usando en el GP de España los neumáticos seleccionados por Verstappen.

Sainz durante el pasado Gran Premio de Rusia.

Sainz durante el pasado Gran Premio de Rusia. Reuters

El nuevo referente para Carlos Sainz es el piloto que dos Grandes Premios atrás conquistó el único podio de Red Bull esta temporada. Demostrar que el ruso no está por encima de él desde la primera carrera, que coincide con el GP de casa para el madrileño, es el primer objetivo para marcar territorio y reivindicar un puesto con mayúsculas a final de temporada que le garantice el futuro en la categoría.

En Red Bull cada carrera es prácticamente un examen final. Carlos Sainz tienen la reválida del futuro en la Fórmula 1 a partir del próximo Gran Premio de España. El rival ha cambiado pero ahora coincide con el piloto que le impidió conquistar la Q3 en Sochi y provocó sus problemas aerodinámicos y de motor por sus excesos en las tres primeras curvas del último GP. Eso sí, el objetivo es siempre el mismo, ser más rápido que tu compañero de equipo y que el resto de rivales para que el dedo del emperador Marko mantenga el pulgar mirando al cielo del universo Red Bull.