Un Hamilton firme y tenaz se superpuso a una carrera muy exigente en el plano mental para ganar su primera carrera del curso la que, unida a que Rosberg quedó sexto, vuelve a insuflarle al Mundial una vida que parecía reducirse a marchas forzadas. Acompañeron al británico en el podio Ricciardo, que partía desde la pole, y Sergio Pérez. Fernando Alonso acabó quinto y Carlos Sáinz, octavo.

El piloto de Mercedes hizo una notable muestra de autodominio en el carrusel de insinuaciones a los quitamiedos como para que la lluvia, los coches de seguridad y los constantes parones no hicieran mella en su concentración. Sí, definitivamente el británico fue el protagonista. El principal, al menos.

El primer hito de la prueba fue su propio arranque. La lluvia cambió todo. Para empezar, la dirección de carrera impuso una salida lanzada bajo el coche de seguridad. Eso evitó el embudo de la primera curva pero claro, obviamente no el constante peligro que vendría ya con la pista despejada.

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El agua fue a menos tanto en el asfalto como en el cielo pero la gestión de las estrategias desde ese punto marcó diferencias insalvables y más cuando hubo interrupciones constantes del coche de seguridad.

Fruto de esas circunstancias se benefició Alonso, que volvió a ofrecer su mejor cara en un trazado histórico que sigue regalando para el asturiano dosis de optimismo.