Lewis Hamilton ganó el Gran Premio de Canadá de Fórmula 1 y se acerca al liderato del Mundial que, aunque sigue ostentando Vettel, se comprime hasta colocar a los dos favoritos en apenas 12 puntos. Escoltaron en el podio al británico Bottas y Ricciardo, mientras que los españoles vivieron un día gris: Alonso, sin posibilidad de más, abandonó la prueba a falta de dos vueltas; Carlos Sainz, por su parte, fue empujado fuera de la carrera en la primera vuelta y, al menos, salió indemne de un espectacular choque con las protecciones.
Ganó Hamilton y por ahí ninguna o poca novedad. El inglés se regaló una de esas pruebas plácidas en las que la gran ventaja que supone conseguir la pole se transforma en una garantía de éxito 70 vueltas más tarde. La salida, cómo no, volvió a ser decisiva. Mientras el inglés se escapaba plácidamente, Vettel se vio absorbido en el embudo de la primera curva por Bottas, que le cogió la ventaja por la izquierda y por Verstappen, que vio el hueco por su derecha. El joven holandés arrasó con todo: ganó la posición pero dejó maltrecho el alerón del Ferrari.
Un par de curvas después llegaba el incidente que acabó con Sainz fuera. Son las cosas del pelotón durante los primeros metros. Las apreturas del trazado canadiense motivaron una reacción en cadena: Carlos Sainz fue tocado por atrás, perdió el control y se acabó llevando por delante también el Williams de Massa.
Pasemos de largo del coche de seguridad posterior, de los escarceos que van perfilando la configuración final y volvamos a Vettel, que fue de lo poco emocionante de la prueba. ¿Dónde acabaría el germano? Tras ese paso extra por boxes para cambiar el morro reinició la prueba en el puesto 18. Como era previsible fue remontando sin muchos problemas hasta el tope, que fueron los dos Force India y cuando tampoco Verstappen sobrevivió a los problemas técnicos.
Los monoplazas rosas se marcaron una carrera más que meritoria, alternando las posiciones y coqueteando con el podio en momentos puntuales. Pero el alemán llegó con hambre cuando se los topó delante a cinco vueltas del final. Y a degüello se quitó al francés Ocon en una valiente maniobra para alcanzar la quinta y a degüello pasó a Sergio Pérez para llegar a la cuarta, su pequeña victoria en Montreal. Del mal, el menos.
Y Alonso, lo de -casi- siempre. A dos vueltas del final, su McLaren Honda dijo basta y el asturiano, que este año está ya a otras cosas, volvió a dejar para su álbum más surrealista una imagen poco acostumbrada: la del piloto fundiéndose con la multitud en la misma grada. El mensaje está claro: el doble campeón del mundo, este año, es casi un espectador más.