El deporte, igual que otros muchos ámbitos de la sociedad, hace tiempo que vendió sus valores por sumas ingentes de dinero. La concesión de grandes eventos a países donde los Derechos Humanos no se respetan y las libertades brillan por su ausencia son el gran ejemplo de ello, pero a estas alturas de la historia parece que sigue habiendo cosas que los billetes no pueden comprar.
Lo que sucedió este pasado fin de semana en el Gran Premio de Qatar de Fórmula 1 es una muestra perfecta de ello. El país asiático trata de blanquear su imagen en el mundo acogiendo este tipo de eventos y albergó al 'Gran Circo' durante los últimos días, pero lo que quedó en el aire después de la carrera fue una larga lista de críticas por las condiciones extremas a las que se vieron expuestos los pilotos.
Lejos de mostrar el poderío de este país como organizador de pruebas deportivas del más alto nivel, el balance del Gran Premio de Qatar fue de todo menos positivo. Los deportistas estuvieron sobre el asfalto rodando a 300 kilómetros por hora en unas condiciones que pusieron en peligro real sus vidas, así que el debate sobre la conveniencia de forzar este tipo de carreras volvió a estar encima de la mesa. Desde luego que la imagen del país no salió reforzada.
Tampoco lo hizo en otros episodios que se recordarán durante mucho tiempo y que ponen en tela de juicio a Qatar como anfitrión de eventos de primera línea. El pasado Mundial de fútbol dejó una larga discusión primero sobre las libertades y después sobre la falta de afición en los estadios, ya que muchos se quedaron semivacíos en el tiempo de descanso de los partidos.
Y no sólo eso, sino que todavía se recuerda aquel Mundial de balonmano del año 2015 como uno de los más artificiales de toda la historia. El gran evento de este deporte acudió a un lugar donde no había afición alguna así que el organizador tuvo incluso que contratar a personas para que se hicieran pasar por hinchas fervientes.
Ridículo en la Fórmula 1
Qatar quedó en evidencia este pasado fin de semana. Max Verstappen se llevó la victoria en el circuito de Losail, hasta ahí todo normal tal y como transcurre la Fórmula 1 esta temporada, pero más allá de eso se vivió una situación de carrera muy tensa y extrema para muchos pilotos.
La gran mayoría de ellos se quejaron de las altas temperaturas a las que habían estado expuestos durante la carrera, algo que terminó con desmayos y con pilotos siendo atendidos nada más bajarse de los coches. Alguno de ellos, como Sargeant, ni siquiera pudo finalizar la carrera al ser incapaz de encontrar fuerzas para pilotar su monoplaza con garantías.
[La dureza extrema del GP de Qatar: "Algunos pilotos se han desmayado en el centro médico"]
Durante la carrera se pudo ver cómo algún piloto levantaba las manos del volante buscando algo de refrigeración, y e incluso alguno de ellos tuvo algún amago de desmayarse mientras conducía. Cualquier incidencia de ese tipo podría haber sido fatal en plena competición con un coche rodando a más de 300 kilómetros por hora.
Tal fue el revuelo que se montó, que la FIA tuvo que salir el pasado lunes en defensa de los pilotos para dejar claro que tratará de evitar que se repitan este tipo de escenario que ponen en riesgo la salud de los pilotos.
Al margen de eso, los problemas por las obras del circuito también obligaron a limitar el uso de los neumáticos a 18 vueltas, así que los ingredientes desagradables se fueron sumando a la coctelera.
El Mundial de fútbol
El deporte rey es otro de los que ha vendido su alma a las gigantescas sumas de dinero que aporta Qatar para tratar de lavar su imagen a través de este tipo de eventos descomunales. La FIFA le otorgó su gallina de los huevos de oro al país asiático bajo una manta de críticas que iban más allá de lo puramente deportivo.
La designación estuvo envuelta de varias polémicas sociales. Una de ellas fue la gran cantidad de muertes que se sucedieron en la construcción de los estadios, ya que cientos de personas fallecieron a causa de la ausencia de medidas de seguridad y de las altas temperaturas a las que se veían sometidos para levantar los recintos deportivos.
[Alemania boicotea a Qatar 2022: "15.000 muertos por 5.760 minutos de fútbol... ¡Qué vergüenza!"]
La otra gran discusión giró en torno a los Derechos Humanos y a la falta de libertades. El régimen del país asiático tampoco toleraba los derechos del colectivo LGTBI, y todo este asunto generó una gran controversia en todo el planeta.
De hecho, algunas selecciones se aliaron bajo el lema 'One Love' y anunciaron que portarían un brazalete con los colores de la bandera arcoíris, una iniciativa que fue rápidamente sofocada por la FIFA. El máximo organismo del fútbol llegó a amenazar incluso con sanciones deportivas por lucir esta prenda, algo por lo que los jugadores de Alemania, por ejemplo, decidieron posar con su boca tapada en el primer partido en señal de protesta.
Estas no fueron las únicas controversias que desató el Mundial. La otra giró en torno al gran tesoro que sigue teniendo el deporte y el fútbol, la afición. Cualquier Copa del Mundo desata en cada país anfitrión una auténtica locura, pero no sucedió eso en Qatar.
El primer día, con el estreno de la selección anfitriona, el estadio se quedó prácticamente vacío en la segunda mitad. Mucho público local abandonó las instalaciones al descanso y dejó una imagen tan lamentable como poco usual en una competición de este tipo.
[La FIFA y Qatar maquillan su fracaso: datos falsos de asistencia y entradas gratis en el descanso]
Esto sucedió en más estadios a lo largo del torneo, y para evitar que Qatar diera esta imagen de desinterés y falta de afición al mundo entero, la organización decidió abrir las puertas en muchos encuentros. Así, cualquiera podía pasar unos instantes después de que el partido arrancara para evitar la fotografía de las butacas vacías.
Los falsos aficionados que se vieron también durante los días previos por las calles de Qatar tratando de forzar un ambiente totalmente artificial, también fue objeto de burla en las redes sociales por el mundo entero.
El Mundial de balonmano
Hay otro hecho que se recuerda todavía con mucha sorna y que tiene que ver con Qatar. El país asiático, con otra gran suma de dinero mediante, se convirtió en el anfitrión del Mundial de balonmano en el año 2015.
La decisión sorprendió al mundo entero al tratarse de un país en el que ya se sabía que apenas había afición a este deporte. El balonmano era poco menos que un desconocido en Qatar, pero aún así la candidatura salió adelante y el mayor evento que tiene este deporte se fue para allá.
Enseguida quedó claro que aquel evento le quedaba grande a Qatar, al menos en cuanto a seguimiento se refiere. Los pabellones estaban vacíos partido tras partido, así que para intentar darle algo de colorido a la competición, el organizador contrató a varias personas para que se hicieran pasar por aficionados.
Un buen número de ellos llegó precisamente desde España. Con el viaje y todos los gastos pagados, y con la única misión de animar a una selección, aunque no fuera la española, muchas personas se subieron al avión y dejaron una de las imágenes más esperpénticas que se recuerdan en el deporte.
Fue el reflejo de que, con dinero, casi todo se puede comprar, que se puede hacer un deporte artificial a base de talonario. Sin embargo, todavía sigue habiendo algunos elementos que las grandes fortunas no pueden comprar.