Sólo dos Grandes Premios han bastado para saber que la temporada 2024 de Fórmula 1 no pasará a la historia por el espectáculo en la pista de los 20 pilotos a lo largo de las 24 pruebas que están programadas para este año. El dominio de Red Bull, y más concretamente de Max Verstappen, es aplastante, incluso más que en 2023. Pero lo que realmente quita protagonismo a lo que pasa en la pista es todo lo que está pasando fuera.
Desde que a escasos días del inicio de la pretemporada Ferrari anunciara el fichaje de Lewis Hamilton, la Fórmula 1 vive en una constante locura de movimientos, entradas y salidas que afecta a pilotos, directivos e ingenieros. Mercedes juega al despiste y asegura que buscará el sustituto del británico con calma. Red Bull está patas arriba tras la denuncia a Christian Horner, las cláusulas secretas del contrato de Max Verstappen firmadas por Helmut Marko y las opciones de perder a genio de la lámpara: Adrian Newey.
En medio de todos esos rumores y supuestos movimientos futuros ha surgido otro frente que promete dinamitar todas las suposiciones actuales. Aston Martin podría dejar de estar en manos de Lawrence Stroll. Hace tiempo que suena en el paddock la opción de que el magnate canadiense diera un paso al lado, voluntario o forzado, y los cada vez el rumor es más creíble y parece más cerca.
Arabia Saudí toma el mando
Para entender la operación que dentro de la Fórmula 1 se da como segura hay que entender la complejidad interna dentro del poder de Aston Martin. Lawrence Stroll es la cara visible de un grupo de accionistas pero no es ni el dueño único ni un presidente todopoderoso.
Por un lado, Stroll compró la escudería Force India en 2018 y la rebautizó como Racing Point. Esta es la base sobre la que se ha construido el proyecto de Aston Martin en Fórmula 1. Pero antes de que en 2021 la firma británica de nombre y apoyo logístico a la escudería, Lawrence tuvo que dar otro paso.
De la mano de un grupo de accionistas, algunos comunes a los del equipo de F1 y otros nuevos, logró ser el máximo accionista de Aston Martin Lagonda tras comprar un 17% por cerca de 215 millones de euros.
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Actualmente su posición dentro de la compañía sigue siendo la de máximo accionista con cerca del 25% de los títulos de Aston Martin Lagonda. Aunque su posición de dominio podría peligrar si los intereses de Geely (fabricante automovilístico chino) y Arabia Saudí (accionista a través del fondo soberano del país) se alinean.
La compañía china tiene cerca de un 16% de la empresa y el fondo saudí casi iguala el nivel de Stroll. Esto sumado a que dentro de la escudería de Fórmula 1, la petrolera saudita Aramco se ha convertido en el socio principal del equipo ponen en una posición complicada a Lawrence ya que podría ver amenazado su trono.
La apuesta de Arabia Saudí por el deporte, y en este caso por la F1, es firme. Desde 2021 cuentan con un Gran Premio en el campeonato, Aramco es uno de los grandes patrocinadores de muchas pruebas y un socio importante de Liberty Media (empresa propietaria de la Fórmula 1).
Controlar su propio equipo sería el círculo perfecto para Arabia Saudí. Tendrían presencia en todos los ámbitos de la competición y lo harían con un proyecto que en los últimos años ha crecido mucho y en el camino correcto, gracias en buena medida al apoyo saudí.
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2026, un año para volver a empezar
A todos estos factores hay que sumarle que la Fórmula 1 cambiará en 2026. La entrada de un gran cambio que renovará el fallido reglamento técnico impulsado en 2021 y que transformará los motores abre la opción a que otro equipo domine la nueva era de la F1 y Aston Martin quiere ser él.
La escudería decidió aliarse con Honda para que fuera su motorista a partir de este año en exclusiva. Un cambio radical frente a lo que tiene ahora. Mercedes les vende sus unidades de potencia, diseñadas principalmente con el objetivo de que funcionen en sus coches y condicionando en muchas ocasiones la evolución o el diseño en el que esté trabajando la escudería de Silverstone.
La firma japonesa, tras un horroroso paso por McLaren, ha demostrado ser el mejor motor, pero su alianza con Red Bull se acabó tras varias decisiones contradictorias entre ambas empresas que demostraron la falta de confianza y entendimiento entre ambos. Para 2026, la escudería austríaca fabricará sus propios motores con ayuda de Ford y la tecnología que en su momento compraron a la propia Honda.
Con los millones de Arabia Saudí, la tecnología de Honda, la nueva fábrica a pleno rendimiento y un equipo de ingenieros y mecánicos que no deja de crecer a golpe de talonario, en muchas ocasiones, a Aston Martin sólo le queda tener clara su alineación de pilotos y es ahí donde el loco panorama actual en la F1 entra en acción.
Fernando Alonso acaba contrato a finales de este año y su continuidad está en el aire. El piloto asturiano no ha decidido, o al menos así lo asegura, si seguirá o no compitiendo en F1 pero cada vez son más los rumores que le suben al asiento de Lewis Hamilton en Mercedes o, por qué no, al de Max Verstappen en Red Bull si el neerlandés rompe su histórica alianza con la firma de bebidas energéticas.
Imaginarse a Max lejos de Red Bull sólo se ve posible con un proyecto como el que se está cocinando en Aston Martin. La oferta económica sería lo suficientemente astronómica como para convencerlo, la confianza en Honda de que el proyecto será consistente ya la tiene y además podría elegir a su compañero. La salida de Lawrence Stroll vaticina una inmediata salida de su hijo Lance con lo que la escudería de Silverstone tendría dos asientos libres.
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Los entresijos de Aston Martin que marcarán su futuro los próximos años parecen estar alineados pero las piezas del dominó deben empezar a caer para desencadenar así un efecto que se expanda a otros equipos de Fórmula 1. Con todo esto, y volviendo al principio, la temporada 2024 de F1 se presenta apasionante.