Últimamente, el día a día de Carlos Sainz consiste en ir haciéndose un hueco allá por donde va. En un equipo nuevo, en la pista y hasta en el reglamento. El de Ferrari no estuvo cómodo sobre el asfalto de Montmeló. Sus 66 vueltas fueron una montaña rusa de la que acabó mareado con todo el mundo. Su equipo, compañero y los comisarios. Un reflejo de lo que está siendo su temporada en los últimos meses.
Todo empezó cuando Carlos adelantó a Charles en la segunda vuelta tras una maniobra ajustada saldada con un leve toque que en ningún caso comprometió la carrera de ambos. Es más, a raíz de ese adelantamiento, Ferrari separó estrategias y el monegasco salió beneficiado pues la suya le permitió llegar a final de carrera con ventaja de neumáticos respecto a Carlos y arrebatarle la quinta posición.
No obstante, al cruzar la meta, no quería escuchar ninguna explicación al ver cómo tres décimas le separaban del cuarto puesto. "Sé muy bien dónde lo he perdido", explicó. De esta manera, tan calmada y clara, el monegasco hacía referencia al toque con Carlos Sainz en el inicio de carrera.
"No sé lo que le pasaba en la primera vuelta, pero no podía seguir detrás toda mi vida. Le adelanté porque él estaba gestionando demasiado. Después pasé a Hamilton y casi lo logro con Russell en la parada. Creo que estaba haciendo lo que se requería", analizó el español.
Cuando le trasladaron las quejas de Leclerc, Sainz se despachó tranquilamente. "No sé de qué se queja esta vez, pero ya son demasiadas carreras en las que lo hace", zanjó. Más tarde, Fred Vasseur, director del equipo, apaciguó las aguas. "Podríamos encontrar otros diez momentos en los que perdió un segundo durante la carrera. Fue un pequeño toque, pero no perdimos nada en esa fase de la carrera. Empezamos quinto y sexto y terminamos quinto y sexto. La conclusión es que tenemos que hacer un mejor trabajo el sábado".
Las tensiones continuaron con Hamilton, con quién se tocó al intentar adelantarle.Carlos entró antes en el vértice de la curva, el inglés no cedió y ambos se tocaron. "Al final los comisarios aplican unas reglas, y yo creía que él había hecho algo parecido a lo que me pasó a mí en Miami. Demuestra que hay veces que se aplican las normas y otras que no. No pasa nada, son las carreras", sentenció.
Leclerc, Hamilton, los comisarios... demasiados intangibles en una carrera que dibuja el mismo escenario irregular que su temporada reciente. Carlos se pelea también contra su futuro. Casi cinco meses después de que el Hamilton le usurpara su asiento en Ferrari, Sainz deshoja una margarita en la que únicamente quedan dos pétalos: Williams y Audi.
Ninguna de las dos escuderías le ofrecerá un monoplaza para pelear por podios. El equipo alemán aterrizará con un millonario, pero todavía virgen proyecto, mientras que los británicos seguirán con el motor Mercedes y sus escasas prestaciones sobre el asfalto.
Mientras Carlos toma una decisión, sigue peleando contra sí mismo para recuperar el nivel de principio de año. Cuando se coronó en Australia recién operado de apenciditis y destrozó, por segunda vez, un imperio de Verstappen extendido a 20 victorias en 22 grandes premios en aquel momento. Las dos grietas llevaban el nombre de Carlos. A ello le siguió un podio en Suzuka y otro en Montecarlo. Ni rastro de aquel rendimiento, aunque todavía queda mucha temporada por delante.